La fascinaci¨®n por el juguete
Joan Rosa y su esposa, Pilar Casademont, han hecho crecer el museo, tiene 25.000 piezas; ¡°Intentamos dar nueva vida a los juguetes¡±
Aube, la hija de Andr¨¦ Breton, visit¨® en 2019 el Museu del Joguet de Catalunya (Figueres). Y cuando Josep Maria Joan Rosa (82 a?os), su fundador y alma, la estaba despidiendo, Aube le prometi¨® que le enviar¨ªa ¡°des poup¨¦es¡±. Joan Rosa esperaba un par de mu?ecas y llegaron... 36 t¨ªteres comprados por su padre en M¨¦xico en compa?¨ªa de Frida Kahlo. Este es un caso de los cientos de donaciones que recibe el museo, que cumple 40 a?os. Muchas son de personas an¨®nimas. Otras tienen apellidos muy conocidos. Est¨¢ el Osito Marquina que la hermana de Dal¨ª, Anna Maria, cedi¨® con dos cartas de Federico Garc¨ªa Lorca hablando del osito, el juguete m¨¢s querido de los dos hermanos. Josep Palau i Fabre regal¨® Ciril¡¤lo, creado por su polifac¨¦tico padre, fabricante de juguetes, como tambi¨¦n lo fue Joaqu¨ªn Torres-Garc¨ªa. Pere Casald¨¤liga (asiento de juguete), las hermanas de Salvador Puig Antich (un tren el¨¦ctrico), Pilar Juncosa, la viuda de Joan Mir¨® (un siurell), son otros nombres. Como el de Ernest Lluch, que llev¨® en el a?o 85 un caballo de cart¨®n. En el primer aniversario de su asesinato se celebr¨® un homenaje en el museo. All¨ª estaba el caballo, un entra?able memorial que a¨²n visitan los amigos de Lluch.
La familia de Joan Rosa ten¨ªa una tintorer¨ªa en Figueres y estaba escrito que iba a seguir el negocio. ¡°Pero no me interesaba y se lo dije¡±. En el 59 se instal¨® en Barcelona, donde estudi¨® para aparejador y trabaj¨® en despachos de arquitectos. Uno de los motivos para empezar la colecci¨®n fue cuando los fabricantes abandonaron la lata litografiada. Usaban nuevos materiales y aquellos juguetes parec¨ªan condenados. ¡°Apareci¨® el plexigl¨¢s, un pl¨¢stico blando. Muchos juguetes los encontraba abandonados en la calle y los recog¨ªa cuando volv¨ªa a casa andando. Otros los consegu¨ªa en diferentes comercios, como en una ferreter¨ªa de Gr¨¤cia, que ten¨ªa puestos los precios en reales, o en Can Llaunetes, de Figueres...¡±, comercio que frecuent¨® cuando descubri¨® que en su casa hab¨ªan tirado los juguetes. Pero Joan Rosa en esa ¨¦poca y hasta el 77 era, tambi¨¦n, un artista pl¨¢stico. Cuando le preguntas, no le da importancia y te dice que deb¨ªa elegir entre dedicarse al arte o a la colecci¨®n y que por eso lo dej¨®. Pint¨®, por ejemplo, un cuadro de homenaje a Puig Antich. Confit Mir¨® est¨¢ en el MACBA porque forma parte de la colecci¨®n de arte conceptual que Rafael Tous dio al museo. Y tambi¨¦n decor¨® una tapa de inodoro con un cuchillo, un tenedor y el salero (buen provecho). Seguro que la mirada de artista influy¨® en su manera de entender el juego y el juguete. Joan Rosa cierra el tema diciendo que ¡°a todos los artistas les fascina el juguete, por el movimiento, por las litograf¨ªas, las cajas...¡±.
Tanto en el piso de Barcelona como en Figueres recib¨ªa visitas para conocer su incipiente colecci¨®n. All¨ª estuvieron Opisso, Foix... Pero la figura imprescindible en esta historia es Joan Brossa. ¡°Lo conoc¨ª muy pronto en Barcelona y cada mi¨¦rcoles iba a su estudio a ense?arle las novedades que ten¨ªa. Mostraba una enorme admiraci¨®n y siempre ve¨ªa m¨¢s que un simple juguete¡±. El poeta fue uno de los que estuvieron detr¨¢s de la primera exposici¨®n que se hizo, en 1972, en el Palau G¨¹ell de Barcelona. El t¨ªtulo no admite dudas sobre la autor¨ªa: Juguetes recogidos por Josep Maria Joan Rosa de Figueres. Brossa lo celebr¨® con un soneto. Despu¨¦s de 10 a?os organizando exposiciones temporales, finalmente en 1982 se abri¨® el museo en Figueres. En 1984, Brossa escribi¨® la Sextina en el Museu del Joguet que termina: ¡°Omplen les sales el record dels dies;/ salten les coses; toca el sol a l¡¯herba/ i ens sabem bitlles d¡¯un mat¨ª de fira¡± (Llenan las salas el recuerdo de los d¨ªas;/ saltan las cosas; toca el sol a la hierba/ y nos sabemos bolos de una ma?ana de feria).
El museo tiene un libro para recoger la opini¨®n de sus visitantes. ¡°?Uno escribi¨® que era mucho mejor este que el de Dal¨ª!!! Y otro, en los a?os 70 u 80, nos preguntaba d¨®nde estaban los madelman. Hicimos una vitrina. Y es que el museo debe mirar hacia adelante, pensar qu¨¦ querr¨¢n encontrar los visitantes del a?o 2050 que ahora juegan con los m¨®viles y las consolas¡±. Ya hay una incipiente vitrina con PlayStation o Mario. El museo tiene prestigio internacional. Ha realizado pr¨¦stamos o intercambios con museos hermanos de Taiw¨¢n, Suecia, Par¨ªs, etc. Y un aspecto central de su trabajo es documentar cada pieza con el m¨¢ximo de datos. ¡°Nos ayuda disponer de m¨¢s de 700 cat¨¢logos de fabricantes. Hay que tener en cuenta que no somos un museo que tenga principalmente piezas ¨²nicas. Somos un museo industrial y la documentaci¨®n es un patrimonio tan o m¨¢s valioso que el juguete¡±.
Joan Rosa tuvo una incipiente educaci¨®n musical y siempre ha habido m¨²sica en el museo. La hubo en el filme que se hizo para aquella primera exposici¨®n en Barcelona. Se llamaba Parafr¨¤stic 1 y la banda sonora era de Carles Santos. Eric Satie se escucha en la primera sala y en las dem¨¢s, l¨®gicamente, te acompa?a Pascal Comelade. ¡°Jaume Sisa defiende que el himno oficial del museo debe ser Qualsevol nit pot sortir el sol. Hicimos una exposici¨®n temporal con todos los personajes que la canci¨®n convoca¡±. Joan Rosa y su esposa, Pilar Casademont, han hecho crecer el museo. Tiene 25.000 piezas de las que expone unas 8.000. No es un cementerio. ¡°Intentamos dar nueva vida a los juguetes¡±. Y lo hacen, por ejemplo, llevando mu?ecas a una residencia con enfermos de alzh¨¦imer. ¡°He visto c¨®mo personas que llevaban tres meses sin hablar te contaban que hab¨ªan jugado con mu?ecas parecidas¡±.
Con motivo de los 40 a?os, el museo ha publicado un libro sobre juguetes y escritores, editado por Juli¨¤ Guillamon, donde se recogen textos de autores catalanes que hablan de jugar y de los juguetes. Como V¨ªctor Catal¨¤ y Merc¨¨ Rodoreda que, en dos narraciones, coinciden en describir unas mu?ecas desgraciadamente muy perjudicadas. Pasear por el museo es revivir emociones y recuerdos, la exploraci¨®n que hac¨ªas con el juguete, esa singular combinaci¨®n de libertad y reglas. Joan Rosa habla con fuerza y convicci¨®n, merecidamente orgulloso. Ver su empuje hace recordar una frase de Bernard Shaw: se es viejo cuando se deja de jugar. Joan Rosa todav¨ªa lo hace.
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