Pedro, un sin techo que duerme en el paseo Picasso de Barcelona: ¡°El fr¨ªo no me da miedo. No ir¨¦ a un albergue¡±
La mayor¨ªa de las personas que duerme bajo estas arcadas reconoce que el principal temor son las agresiones
La fundaci¨®n Arrels, una de las entidades que trabajan en Barcelona con las personas sin hogar, cont¨® el pasado 15 de junio 1.231 personas durmiendo al raso en las calles de la capital catalana. A las puertas de una ola de aire polar en Barcelona, EL PA?S ha visitado uno de los puntos donde se concentran decenas de sin techo: las arcadas del paseo de Picasso barcelon¨¦s.
21.00 horas del lunes 16 de enero de 2023. Cierra la mayor¨ªa de negocios. Decenas de personas preparan sus cartones para echarse al resguardo de los p¨®rticos. Pedro tiene 60 a?os y lleva cinco viviendo en la calle. Comparte un trozo de pan y una lata de at¨²n con un compa?ero de origen franc¨¦s que lleva seis meses pululando por Barcelona. ¡°Trabajaba en la construcci¨®n y viv¨ªa en una habitaci¨®n. De la noche a la ma?ana me vi en la calle¡±, admite. Tiene una tienda de campa?a y siempre se instala delante de un comercio de productos a granel: ¡°Me llevo bien con los de la tienda y me dejan estar aqu¨ª. Yo, a cambio, vigilo que no les pinten las persianas¡±. Durante el d¨ªa busca chatarra y cada noche coloca su tienda y todas las mantas que ha coleccionado en estos cinco a?os de malvivir. ¡°El fr¨ªo no me da ning¨²n miedo. Es peor el calor que dura todo el d¨ªa y no sabes qu¨¦ hacer. Me tapar¨¦ m¨¢s y ya est¨¢. Lo que no voy a hacer es ir al albergue. No me gusta¡±, sentencia Pedro. Su compa?ero es de la misma opini¨®n. No temen al fr¨ªo. Lo que les desvela el sue?o es el traj¨ªn que a diario escuchan sobre las cuatro de la madrugada. ¡°Me despierto porque es peligroso cuando vienen los borrachos de la playa¡±, advierte Pedro.
Unos metros m¨¢s all¨¢, mucho menos equipado, descansa Antho, un joven de Gambia que lleva apenas unas semanas en Barcelona. Mientras utiliza los dedos para esparcir mayonesa sobre un chusco de pan, explica que no tiene miedo al fr¨ªo: ¡°Vengo de Francia, all¨ª hace m¨¢s fr¨ªo¡±. Pasar¨¢ la noche vestido junto a su inseparable maleta.
Sobre un colch¨®n hablan Jose Manuel Cuaresma, al que todos llaman ¡°El Portu¡±, con su pareja Anabela y su amigo David. Los tres son portugueses y han creado su propia familia. ¡°Llevamos siete a?os en la calle. Esta esquina es nuestra zona¡±, dice Cuaresma, se?alando el muro. En la pared han escrito sus tres nombres y junto a ellos una inscripci¨®n: ¡°Casa¡±. Anabela, a la que le falta un brazo, muestra una escoba e informa que cada ma?ana barre el trozo de acera que consideran su casa. ¡°Aqu¨ª solo los particulares se cuidan de nosotros. Para las instituciones estamos totalmente abandonados¡±, advierte David. Por mucho que bajen las temperaturas no abandonaran ¡°su casa¡± al raso. ¡°En los albergues no se est¨¢ bien y me separar¨ªan de mi mujer¡±, admite Cuaresma. La ¨²nica soluci¨®n es dormir con cinco mantas encima. ¡°Bueno, dormir es un decir, porque aqu¨ª hacemos turnos. Es peligroso estar en la calle¡±, lamenta El Portu. No es la primera ciudad en la que malviven, pero llevan a?os en el paseo de Picasso por un simple motivo: ¡°Estamos en tratamiento con metadona en [el centro del] Arc del Triomf¡±. El tr¨ªo de indigentes reclama poder trabajar en aquello a lo que se dedicaba la mayor¨ªa de las personas sin techo de esta zona: la construcci¨®n y, especialmente, a la colocaci¨®n de pladur.
Al escuchar la conversaci¨®n se ha a?adido a ella Has¨¢n, un argelino de 53 a?os que lleva 17 viviendo en Espa?a y que hace un a?o se qued¨® en la calle. ¡°Sin papeles no pod¨ªa ni siquiera entrar en un hotel. No val¨ªa mi dinero si no ten¨ªa documentaci¨®n¡±, lamenta. Estudi¨® F¨ªsica en su pa¨ªs, pero la mala suerte y la disidencia pol¨ªtica le han llevado a la calle. Tampoco le teme al fr¨ªo y no quiere ni o¨ªr hablar de albergues.
Mientras conversan aparece media docena de j¨®venes de la parroquia de Santa Isabel de Sarri¨¤. Cada lunes reparten ropa y alimentos entre los m¨¢s necesitados. ¡°Llevamos muchos a?os haci¨¦ndolo y cada mes vemos a m¨¢s personas sin hogar¡±, denuncia V¨ªctor Sanju¨¢n, uno de los voluntarios.
Roger Fe es el responsable del ¨¢rea social de Ass¨ªs Centre d¡¯Acollida, una de las entidades dedicada a la atenci¨®n de personas sin hogar. Fe tiene claro que la situaci¨®n de sus usuarios se complica con la bajada de las temperaturas: ¡°Las entidades daremos mantas, ropa, intentaremos ampliar camas y daremos comidas m¨¢s cal¨®ricas, pero todo ser¨¢ un simple parche. Tenemos que movilizarnos todos ante la operaci¨®n fr¨ªo, pero de nada servir¨¢ si no solucionamos, de una vez, los problemas de falta de vivienda, falta de trabajo o los obst¨¢culos que supone la ley de extranjer¨ªa¡±.
Desde mediados de noviembre hasta abril el Ayuntamiento de Barcelona aumenta en 70 las camas destinadas a personas sin hogar. Fuentes del Consistorio aseguran que si las temperaturas se desploman abrir¨¢n m¨¢s centros y m¨¢s camas. Ninguno de los sin techo preguntados en el paseo de Picasso acudir¨¢ a estos centros ¡°por mucho fr¨ªo que haga¡±. A las 22.30 Pedro se mete dentro de su tienda de campa?a, se tapa y con una linterna lee un peri¨®dico de hace tres d¨ªas. A las 4.00 ya estar¨¢ despierto, por miedo a que alguien ¡°de los que suben de la playa¡± pueda hacerle da?o.
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