El ¡®Himno de Riego¡¯
Indigna y alarma observar que tampoco se recuerde aquella lecci¨®n en estos d¨ªas la dolorosa lecci¨®n de la ciza?a entre progresistas de entonces y de siempre
Una musiquilla alegre y desenfadada cosquillea el alma republicana cuando se avecina el 14 de abril. Es el himno de Riego. No es una marcha solemne como el himno de Espa?a, marcha prusiana de granaderos, regalada por Federico de Prusia con ocasi¨®n de la boda espa?ola de Carlos III. Ese es el origen preciso del himno nacional, solemne, pero sin letra. El himno de Riego es de origen impreciso, como Els segadors. Son m¨²sicas populares que, con variaciones mel¨®dicas y con letras ¨¦picas o mordaces, fueron transform¨¢ndose en cantos de libertad. El himno de Riego, al parecer, ya lo cantaban algunas partidas que guerrilleaban contra Napole¨®n. Lo cantaban las tropas de Riego cuando se sublevaron en Cabezas de San Juan en 1820 contra el absolutismo reaccionario y anticonstitucional de Fernando VII. La sublevaci¨®n triunf¨®.
El Borb¨®n, acobardado ante la presi¨®n de la muchedumbre que le cantaba el ¡°tr¨¢gala, tr¨¢gala¡±, jur¨® marchar ¡°por la senda constitucional¡±. Para aparentar su sometimiento a la Constituci¨®n de 1812 que previamente hab¨ªa derogado, firm¨® un decreto que dec¨ªa as¨ª: ¡°Se tendr¨¢ por marcha nacional de ordenanza la m¨²sica militar del himno de Riego que entonaba la columna volante del ej¨¦rcito de San Fernando mandada por este caudillo¡±. El decreto se public¨® en la Gaceta de Madrid (el BOE de entonces) el 14 de abril de 1822. Parad¨®jica coincidencia: el himno de Riego, canto popular a la libertad y a la Constituci¨®n, alcanz¨® as¨ª categor¨ªa oficial de marcha nacional en aquel lejano 14 de abril, decretada por un ac¨¦rrimo enemigo de la libertad. El Borb¨®n, mientras aparentaba respetar la divisi¨®n de poderes como monarca constitucional, ped¨ªa auxilio a las monarqu¨ªas absolutistas europeas para recuperar el poder absoluto. A su llamada acudi¨® una fuerza militar de cien mil hombres que entr¨® por La Seu d¡¯Urgell en 1823 y avanz¨® por Espa?a sin oposici¨®n. Los constitucionalistas liberales, los progresistas de entonces, mientras tanto, estaban enciza?ados con sus pugnas entre los moderados pactistas y los ¡°exaltados¡±, radicales.
El rey, con sus fuerzas ultrarreaccionarias y con el apoyo de la tropa extranjera, recuper¨® el poder absoluto. Riego fue apresado y, tras una farsa de proceso, fue ejecutado con un ensa?amiento humillante. Nos qued¨® un mito y un himno que ha acompa?ado los momentos de triunfo de la libertad y el progreso. Tambi¨¦n nos qued¨® la dolorosa lecci¨®n del precio de la ciza?a entre los progresistas de entonces y de siempre. Mito e himno renacieron al proclamarse la Segunda Rep¨²blica en 1931, y tambi¨¦n, antes, cuando se proclam¨® la primera en 1873, aunque siempre sin haber aprendido la dolorosa lecci¨®n de la ciza?a. Por eso, indigna y alarma observar que tampoco se recuerde aquella lecci¨®n en estos d¨ªas. Convendr¨ªa recordar, para no tener que repetirlo, el lamento y autorreproche con que se despidi¨®, en su propia lengua materna, el catal¨¢n Estanislao Figueras, primer presidente de la Primera Rep¨²blica, a los cinco meses de su elecci¨®n, harto de disputas cainitas. ¡°Se?ores, no aguanto m¨¢s. Estoy hasta los cojones de todos nosotros¡±.
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