Zen¨®n, el personaje m¨¢s querido de Marguerite Yourcenar junto con Adriano, se transmuta en ¡®L¡¯alquimista¡¯ en el TNC
La adaptaci¨®n de ¡®Opus Nigrum¡¯ de la novelista firmada por Michael De Cock y con Francesc Garrido como el protagonista se representa hasta el 4 de junio
Pocas propuestas tan interesantes en teatro esta temporada como la de ver materializarse en un escenario a Zen¨®n, el protagonista de la maravillosa novela de Marguerite Yourcenar Opus Nigrum (Alfaguara, 1984), originalmente L¡¯ouvre a noir (1974). Zen¨®n, ficticio humanista y librepensador del Renacimiento en el Norte de Europa, a mediados del siglo XVI, viajero errante en busca de la verdad y el conocimiento, del secreto de la condici¨®n humana y de la libertad, nos impact¨® como lo hicieron en su momento Martin Eden, el Harry Haller de El lobo estepario, el Larry Darrell de El filo de la navaja, o los Dean Moriarty y Sal Paradiso de En el camino. Era Zen¨®n el personaje m¨¢s querido de la escritora francesa de origen belga junto con el Adriano de las famosas Memorias de Adriano (Edhasa, 1982, con traducci¨®n de Julio Cort¨¢zar), y sigue ocupando un lugar muy especial en el coraz¨®n de los lectores de la Yourcenar (sin olvidar a Alexis y al tr¨ªo de El tiro de gracia). De hecho, la novelista, que divid¨ªa su afecto entre el solar emperador Adriano y el nocturno alquimista Zen¨®n, a los que consideraba dos polos complementarios de la esfera humana, dijo en una ocasi¨®n que estaba segura de que a su muerte tendr¨ªa al lado al inolvidable m¨¦dico y humanista.
Zen¨®n, en su transmutaci¨®n esc¨¦nica, est¨¢ sobre las tablas de la Sala Petita del Teatre Nacional de Catalunya (TNC) hasta el 4 de junio. Lo encarna el actor Francesc Garrido en un montaje en catal¨¢n (titulado L¡¯alquimista) del propio TNC coproducido por el KVS de Bruselas y cuyas adaptaci¨®n y direcci¨®n firma Michael De Cock, especialista en llevar al teatro novelas, como ha hecho anteriormente con La se?ora Dalloway de Virgina Woolf (que dirigi¨® Carme Portaceli) y Madame Bovary, de Flaubert. La traducci¨®n catalana es de Sergi Belbel y act¨²an en el espect¨¢culo, dando vida a algunos de los cuatrocientos personajes de la novela, Anna Moliner ¡ªen el papel de la madre de Zen¨®n, Hilzonda¡ª, Teresa Urroz ¡ªel prior y el can¨®nigo Campanus¡ª, David Vert ¡ªHenri- Maximilien (primo soldado de Zen¨®n, convertido aqu¨ª en su sobrino) y el concupiscente monje Cyprien¡ª, Babou Cham ¡ªguardia de la prisi¨®n y procurador¡ª y Arnau Ramos Puigdell¨ªvol ¡ªfigurante¡ª. Hay que a?adir al m¨²sico y responsable de la direcci¨®n musical de la obra, J¨¹rgen De Bruyn, especialista en m¨²sica antigua, que permanece en escena durante toda la representaci¨®n interpretando obras de la ¨¦poca y ataviado como la muerte.
L¡¯alquimista reduce a dos intensas horas la novela de 450 p¨¢ginas, y De Cock explic¨® al presentar la versi¨®n que hubo que hacer una ¡°selecci¨®n radical¡± del texto. No obstante, subray¨® que la adaptaci¨®n ha sido bien acogida por lo detentadores de los derechos de Yourcenar, que son muy estrictos. Hasta donde se le alcanza, es la primera vez que se lleva Opus Nigrum al teatro (a diferencia de las Memorias de Adriano, que mont¨® por todo lo alto Maurizio Scaparro). En cambio ha tenido una notable versi¨®n en cine, con direcci¨®n de Andr¨¦ Delvaux.
El espect¨¢culo, con un punto a lo Peter Brook, arranca con Zen¨®n, para el que la Yourcenar se bas¨® entre otros en Paracelso, Leonardo, Giordano Bruno, Cop¨¦rnico, Servet, Campanella y Erasmo, ya preso y condenado en la c¨¢rcel de Brujas, su ciudad, a la que ha vuelto de inc¨®gnito despu¨¦s de recorrer el mundo, de conocer Oriente, de ver la guerra, la peste, el horror de las luchas de religi¨®n y tambi¨¦n de estudiar y aprender con grandes maestros. Zen¨®n rememora su vida en un flash back en el que van apareciendo personajes y situaciones de la novela. Es pues un Zen¨®n al final de su trayecto y su b¨²squeda vital, desenga?ado, opuesto a todo, pasados los entusiasmos de la juventud y habitante de un mundo de enorme brutalidad y crueldad en el que la dignidad de un hombre ¡°consiste en resistirse al desastre¡±, como apuntaba la novelista.
La representaci¨®n, que dura unas dos horas, se centra en las reflexiones filos¨®ficas, ¨¦ticas y existenciales del protagonista, algunas muy actuales (el director, como hizo Yourcenar, destaca los parecidos entre esa ¨¦poca y la nuestra (con incluso alg¨²n anacronismo: Zen¨®n alude a la inteligencia artificial, en la novela llegaba a imaginar algo parecido a la bomba at¨®mica), y su debate con otros y consigo mismo sobre c¨®mo acabar su vida. Zen¨®n ha ca¨ªdo preso acusado de sodom¨ªa, magia negra y aborto al destaparse un asunto de sexo y herej¨ªa entre un grupo de j¨®venes monjes y una chica en el que se ha visto involucrado. El montaje lo convierte b¨¢sicamente en un tema de homosexualidad con Cyprien retratado como un isabelino, aunque la novelista apunt¨® (v¨¦ase sus conversaciones con Matthieu Gale en Con los ojos abiertos, Plaza & Jan¨¦s, 1989) que su protagonista no es homosexual sino bisexual, un hombre que de tiempo en tiempo tiene aventuras masculinas, y tambi¨¦n con mujeres, como la dama de Fr?s?, en una ¨¦poca en que era dif¨ªcil lograr una compa?era femenina para los viajes y los peligros.
El de L¡¯alquimista es un Zen¨®n crepuscular, que considera su vida ya consumida, rentabilizada, quemada (si puede usarse esa palabra, por otro lado tan de retorta de alquimista, en alguien al que le aguarda la hoguera). Francesc Garrido, que considera su mejor l¨ªnea ¡°hay que amar a alguien para darte cuenta de lo escandaloso que es que el ser humano muera¡±, da muy bien f¨ªsicamente a Zen¨®n (¡°delgado, indestructible, seco y ardiente¡±, lo describe su creadora), aunque molesta un poco su cantarella y a su interpretaci¨®n quiz¨¢ le falta un punto de grandeza. Alguien a qui¨¦n am¨® la Yourcenar (y tantos lectores) debe imponer m¨¢s y sus palabras de intelectual y erudito deben llegar con m¨¢s fuerza y poder de conmoci¨®n a la platea.
Lo mejor es posiblemente el ¨²ltimo tramo, en el que Zen¨®n alcanza alturas de Hamlet. Convertida en mon¨®logo, la escena del suicidio (¡°ma?ana quemar¨¢n un cad¨¢ver¡±) , en la que el personaje, tras cortarse la vena tibial y la arteria radial, se observa morir, conserva la terrible intensidad del original. ¡°Todo es noche¡±, dice el protagonista en ese ¨²ltimo acto de transmutaci¨®n alqu¨ªmica que consuma el opus magnum. El director a?ade un ep¨ªlogo innecesario a uno de los m¨¢s famosos finales de la historia de la literatura y del que estaba tan orgullosa la Yourcenar, ese final que simboliza c¨®mo se abre la puerta que no vuelve a atravesar viajero alguno: ¡°Y esto es cuanto puede saberse de la muerte de Zen¨®n¡±
La escenograf¨ªa, apoyada por proyecciones que crean una atm¨®sfera tenebrosa, consiste en una serie de pasarelas por las que se deb¨ªa circular sobre agua como si fueran los canales de Brujas pero que dada la emergencia h¨ªdrica por la contumaz sequ¨ªa el TNC, en un gesto de responsabilidad ecol¨®gica y compromiso con la sostenibilidad, ha dejado en apenas una fina capa de l¨ªquido, un charquito que adem¨¢s se recicla. Parte del efecto que deb¨ªa producir el agua se suple con humo y v¨ªdeo. En cuanto al vestuario, es funcional con alg¨²n toque de referencia a la ¨¦poca como lucir sobre pantalones de ch¨¢ndal bragueta de armar o coquilla. A destacar las escenas on¨ªricas en las que aparecen monstruosos personajes bosquianos y breughelianos (como la criatura con la cabeza invertida y una cuchara en la boca, el pez y el ave) que remiten al desorden y horror del mundo. Tambi¨¦n a resaltar la bella imagen de las pinturas y c¨®dices que se desvelan m¨¢gicamente (alqu¨ªmicamente) al lanzar agua sobre superficies lisas del decorado.
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