El Share Festival hace del F¨°rum un barrio en fiestas
Con Bizarrap y Morad, el festival dio protagonismo a las m¨²sicas urbanas
Los espacios los hacen las personas. Ese mismo lugar que hac¨ªa una semana hab¨ªa acogido al Primavera se llen¨® de adolescentes y j¨®venes en la veintena que dieron cuerpo al Share Festival, un certamen en crecimiento que este a?o ha desembarcado en el F¨®rum tras albergarse en los cuatro anteriores en el Poble Espanyol. Y gracias a este festival, el F¨®rum fue joven y de barrio, muestra de d¨®nde penetran con m¨¢s facilidad las m¨²sicas urbanas objeto del festival. Si el primer d¨ªa fueron Dellafuente y Quevedo los triunfadores, el segundo y ¨²ltimo fueron Morad, el controvertido rapero de la Florida, y el argentino Bizarrap, el actual Midas urbano. M¨¢s de 17.000 personas diarias han aupado a este festival popular en el que se hablaba castellano, catal¨¢n y ¨¢rabe, ¨¦ste ¨²ltimo idioma de los chavales y chavalas de barrio que han convertido a Morad en un representante generacional. Quiz¨¢s por ello, caso ¨²nico en festivales, unos perros adiestrados buscaban droga olisqueando en los accesos a asistentes seleccionados. Seg¨²n parece s¨®lo hay drogas en los barrios.
Era tan popular el ambiente en el F¨®rum que hasta ol¨ªa a frankfurt de feria, s¨®lo faltaba una churrer¨ªa para sentirse en unas fiestas patronales. A¨²n con todo en la entrada un cartel saludaba Welcome, que siempre es m¨¢s cosmopolita. Ambiente excelente de esa Barcelona, esa Santa Coloma, ese Bes¨®s y ese Hospitalet de Llobregat que sustentan con los barrios de Barcelona el sustrato de p¨²blico del festival. Barrio y hip-hop, trap y m¨²sica electr¨®nica de baile. Ese fue precisamente el ofrecimiento de Bizarrap, el productor urbano de moda en los ¨¢mbitos latinos, que con un show de altura, desparrame de luces, sonido potente e ic¨®nica figura, gorra con sus in¨ªciales, gafas espejo tama?o retrovisor y siempre de negro, se convirti¨® en el sumo sacerdote de la fiesta. Como oficiante, Bizarrap es un show, una especie de animador extra motivado de crucero que se pas¨® la actuaci¨®n braceando, saltando y animando a la multitud. Lo suyo es curiosamente tautol¨®gico, ya que se pinch¨® a s¨ª mismo, las producciones que hace para otros artistas y que demostraron ser sobradamente conocidas por su p¨²blico, literalmente enloquecido, en brazos de la fiesta. Desde la Session 36 que con Nathy Peluso abri¨® la noche, como la inevitable 53 (la de Shakira), en la que se oy¨® m¨¢s que nunca las voces de ellas, hasta la final Session 52, la de Quevedo, Bizarrap se fue citando a s¨ª mismo como un cient¨ªfico sin m¨¢s fuentes que su propio trabajo. Fuego, luces, colores y ¨¦nfasis f¨ªsico hicieron del F¨®rum , un solo escenario en este caso, una discoteca. Ambientazo.
Antes se revel¨® Morad como un artista ascendente y con una credibilidad absoluta. Con sus recurrentes problemas con la justicia como fuente de autenticidad junto a su discurso de barrio y de fidelidad a las madres, amigos y familia, el recitador tra¨ªa sui primer disco bajo el brazo, un Reinsertado que se ha publicado cuando su fama ya est¨¢ cimentada por medio de sencillos. Esta es una forma de triunfar hoy, el boca oreja y las canciones sueltas brincado de m¨®vil a m¨®vil. Con el escenario lleno de amigos que ocupaban su parte trasera, Morad dio una lecci¨®n de dicci¨®n, naturalidad recitando, carisma y letras que no s¨®lo hablan de la supervivencia heroica en barrios marginales sino tambi¨¦n de sentimientos y emociones que le sit¨²an como algo m¨¢s que un duro entre bloques de cemento. Por ejemplo en Soledad, una de las pocas piezas del disco que interpret¨®, exhort¨® a la audiencia a no ver la soledad como un castigo, sino como una v¨ªa para ayudarse a uno mismo a superarse. Con un ritmo a veces vertiginoso, coqueteando con reget¨®n diluido, dej¨¢ndose llevar tambi¨¦n por baladas, piezas como su sesi¨®n 47 con Bizarrap, Dominicana, El que la sigue siempre la consigue, Mama me dice o la final Pelele, dejaron patente que Morad es un l¨ªder urbano en plena expansi¨®n, la versi¨®n contempor¨¢nea de esa mirada que los Estopa dieron tambi¨¦n a los barrios para construir su identidad musical. De hecho, una pieza del ¨²ltimo disco de Morad se titula as¨ª, Estopa. El tiempo pasa, el barrio permanece.
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