Morad: el inesperado triunfo del ¡°chico de la calle¡±
El rapero de La Florida, en L¡¯Hospitalet, triunfa en la m¨²sica urbana mientras afronta pleitos con la justicia
Recibe ofertas de las grandes discogr¨¢ficas con cifras que marean. Aparece en un videoclip de Ozuna, la estrella rutilante del trap latino. Es la imagen de OVO, firma del rapero canadiense Drake, figura de alcance mundial. Una de sus canciones formar¨¢ parte de la banda sonora del FIFA 22, tal vez el videojuego m¨¢s popular de todos los tiempos. Suma 3,5 millones de oyentes mensuales en Spotify y su canal de Youtube tiene un mill¨®n de seguidores. Le admiran futbolistas de Primera, se ha hecho amigo de Ibai Llanos y las entradas para verle actuar se esfuman.
Morad, el joven de 22 a?os que est¨¢ marcando el cambio de tercio en la m¨²sica urbana, es el primer artista espa?ol de origen marroqu¨ª que triunfa de veras. A este ¡°chico de la calle¡± ¡ªha popularizado el acr¨®nimo MDLR, mec de la rue, y lo ha convertido en una marca comercial¡ª lo escuchan tanto en barrios humildes como el suyo (La Florida, en L¡¯Hospitalet, Barcelona) como en zonas acomodadas. A sus conciertos acuden familias porque quienes le siguen son sobre todo ni?os, adolescentes y j¨®venes, que ven en Morad el brillo de la autenticidad, la ¨¦pica de los desfavorecidos, el grito de la calle. Suele llevar una gorra y un bolso cruzado al hombro, pero lo que no falla nunca es el ch¨¢ndal: ha dicho que uno de sus sue?os es ¡°ir en ch¨¢ndal a los Grammy¡±. Su imagen ha cruzado fronteras: tiene admiradores en Francia, Portugal, Italia o Inglaterra, y prepara para el a?o que viene una gira europea.
Mientras el rapero vuela lejos, el ciudadano, Morad El Khattouti El Horami, sigue pegado al asfalto, enfrascado en pleitos con la polic¨ªa y la justicia que han puesto el foco no en su val¨ªa art¨ªstica sino en su historial delictivo.
El pasado 13 de septiembre, Morad deb¨ªa sentarse en el banquillo de los acusados por intentar robar en un piso de Barcelona con un destornillador en 2018, mientras escuchaba m¨²sica de la escena francesa (su ¨ªdolo fue el rapero Jul) y artistas locales como Rosa Rosario o Dellafuente. En ellos se mir¨® para definir su estilo y afilar sus temas, marcados por la necesidad de poner voz a las vivencias, a menudo traum¨¢ticas, de la calle. Por aquel episodio, la Fiscal¨ªa pide una condena de dos a?os y medio de c¨¢rcel. El juicio se aplaz¨®: Morad dijo que sent¨ªa un fuerte dolor en el pecho y no acudi¨® a declarar.
La historia de Morad ¡ªun joven reservado en lo personal, desconfiado m¨¢s all¨¢ del c¨ªrculo de sus amigos y un punto supersticioso¡ª admite muchas lecturas, no necesariamente incompatibles. Para sus admiradores, representa la victoria del chaval de barrio que, con su talento y trabajo, supera las adversidades y acaricia sus sue?os. No es el primer caso de ¨¦xito que emerge del duro asfalto de La Florida, el barrio m¨¢s densamente poblado de Europa: all¨ª se criaron los futbolistas Jordi Alba y Adama Traor¨¦ o, m¨¢s recientemente, la cantante Gisela Quir¨®s y el actor Omar Bentaleb (La Unidad). Para sus detractores, Morad es un delincuente a duras penas metido a m¨²sico que ha aprovechado su fama para imponer su ley y la de sus amigos en un barrio convertido en lugar de peregrinaje y plat¨® al aire libre.
Lo que quiera, lanzada en enero de 2019 (lleva 11,5 millones de visualizaciones en YouTube), fue la primera canci¨®n que public¨® de forma profesional y marc¨® el gran salto delante de su carrera. Morad presume de no haber invertido dinero en la promoci¨®n. ¡°Cuando gustas a la gente o tu mensaje es bueno, no te hace falta¡±. En ese primer hit est¨¢n ya los ingredientes del ¨¦xito: ¡°Un timbre de voz muy particular, unas bases muy bien elegidas, una letra con un mensaje que llega a la gente¡±, opinan sus representantes en la agencia barcelonesa Polar Nights. Creen que ha ¡°abierto el mel¨®n¡± de un sonido que ya exist¨ªa en el panorama musical franc¨¦s, pero que permanec¨ªa ignoto en Espa?a.
Lo que Morad hace no es trap: las canciones se alejan de la opulencia y la sexualidad. Son narraciones fragmentarias, a menudo cr¨ªpticas y tan de su mundo que resultan dif¨ªciles de descifrar. Pero cuentan, con una pincelada de ra¨ªz ¨¢rabe que no pasa desapercibida, el lado quiz¨¢ m¨¢s oscuro de la vida en el extrarradio: las dificultades para salir adelante, el trapicheo con las drogas, los abusos policiales, la lealtad entre amigos (¡°no queremos chivatos¡±) o el racismo institucional, del que ha tenido ejemplos al alquilar piso y al abrir una cuenta bancaria, cuentan sus allegados. ¡°La polic¨ªa piensa que estoy contra ellos, pero no. Estoy contra los que son malos. Canto lo que mis amigos y yo hemos vivido en familia. En Espa?a la m¨²sica es libre¡±, ha explicado Morad en una de sus escas¨ªsimas entrevistas, a un presentador de una radio local.
Los primeros ingresos que obtuvo de la m¨²sica, explican sus representantes, los invirti¨® en sus hermanos y su madre, por la que ha expresado devoci¨®n. No ensay¨® para su primer concierto, ante 200 personas y en la sala Razzmataz. Sigue sin hacerlo. Desde entonces, ha escrito 65 canciones (casi una por mes) con un m¨¦todo peculiar: ¡°Cuando est¨¢ inspirado, va al estudio, elige la base, escribe la letra en el bloc de notas del m¨®vil y graba¡±, cuentan los representantes.
Esa espontaneidad se percibe tambi¨¦n en sus videoclips hiperrealistas, otro sost¨¦n del ¨¦xito. Cuando le apetece, o cuando tiene a su gente preparada, el cantante llama a Iv¨¢n Salvador, que ha captado ciertas esencias del extrarradio: el urbanismo demoledor, la mezcolanza ¨¦tnica, la presencia desafiante de grupos de j¨®venes a la vez temidos e ignorados. El escenario sempiterno son los Blocs Florida, edificios en torno a una plaza de cemento sin ninguna gracia que la obra sindical del r¨¦gimen franquista construy¨® con materiales de escasa calidad. All¨ª se instalaron los barraquistas del Somorrostro, muchos de etnia gitana. M¨¢s tarde llegaron los inmigrantes extranjeros, que suponen ya cerca del 60% de la poblaci¨®n, y se instalaron en uno de los pisos de 40 metros de los Blocs.
La ira de los vecinos
Morad sigue frecuentando los Blocs Florida. ¡°Consigo mi esencia estando aqu¨ª. El barrio es mi musa. La Florida es lo m¨¢s bonito que he podido vivir¡±, cont¨® en aquella misma entrevista radiof¨®nica. Fue en esa plaza donde, el pasado julio, los Mossos le detuvieron junto a unos amigos por saltarse el toque de queda y enfrentarse a los agentes. El incidente puso en la diana al rapero y desat¨® la ira de los vecinos, hartos de grabaciones a horas intempestivas y de no poder dormir. ¡°No siempre es Morad, pero a su alrededor hay como 30 o 40 j¨®venes que montan fiestas hasta las tantas y eso es insostenible¡±, cuenta Llu¨ªs Esteve, que coordina el plan integral del Ayuntamiento de L¡¯Hospitalet para un barrio cuyos indicadores socioecon¨®micos son todos de alerta roja: ¡°Un alt¨ªsimo ¨ªndice de paro, pisos sobreocupados o con personas solas y vulnerables, falta de tejido asociativo, ausencia de servicios y de espacios p¨²blicos para j¨®venes, menudeo de droga, plantaciones de marihuana¡¡±, cuenta Esteve sobre el panorama que encontr¨® ya en 2017, mucho antes de que Morad gozara de fama e influencia en la zona.
Los vecinos, y tambi¨¦n ciertos sectores de la Guardia Urbana y los Mossos, le reprochan que con la pandemia ¨¦l y sus amigos se han ¡°apoderado del espacio¡± y han extendido los problemas de convivencia. ¡°En los Blocs ya no entramos. Nos tienen acobardados¡±, explica un agente con larga experiencia en L¡¯Hospitalet. La aproximaci¨®n por ahora ha sido solo policial, con intervenciones para detener grabaciones sin permiso que acaban en trifulca. ¡°En uno de los v¨ªdeos, acabaron usando a los polic¨ªas de extras¡±, cuenta una representante de la asociaci¨®n de vecinos que prefiere mantener el anonimato por temor a represalias en redes sociales.
¡°La verdad es que los chavales tienen aqu¨ª pocas oportunidades. Para muchos, Morad es su h¨¦roe y le imitan porque ven que cantar puede ser una fuente de ingresos¡±, concede. Igual que Esteve, reprocha a Morad que no emplee su influencia para mediar. No parece f¨¢cil. ¡°El rapero busca su legitimaci¨®n en la calle, y casi todos han tenido problemas con la justicia. Forma parte de su esencia alejarse de lo institucional. Y la pol¨¦mica a¨²n le da m¨¢s legitimidad¡±, opina un cr¨ªtico musical experto en m¨²sica urbana.
Morad ofrece gratis ritmos y letras a los amigos que intentan destacar en la m¨²sica. Ha hecho famosos, sin querer, a ni?os del barrio que aparecen en sus v¨ªdeos. Como su madre y sus amigos, los ni?os son su debilidad. En el ¨²ltimo concierto en el Estadio Ol¨ªmpico de Barcelona ¡ª2.000 entradas, todas vendidas¡ª sac¨® a los m¨¢s peque?os al escenario. Lo que pasa fuera ¡ªla pol¨¦mica, los juicios¡ª parecen importar poco por ahora a un artista que prefiere guardar su voz solo para cantar porque, opina, ¡°la m¨²sica lo dice todo¡±.
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