The Who en Barcelona, una historia explicada con orquesta
La banda brit¨¢nica no llen¨® el Sant Jordi en un concierto de ¨¦xitos interpretados sinf¨®nicamente
Tras la obertura el p¨²blico ya aplaud¨ªa. Es lo que tiene la historia ante las narices, hay algo de entrega involuntaria y muchas zancadillas te ha de poner para dilapidar su peso. Vale que esa obertura fue orquestal, ya que The Who est¨¢n girando con sinf¨®nicas, que le dan a todo, incluso al repertorio de una banda as¨ª, un toque ceremonial, pero ?qu¨¦ demonios! eran The Who y hac¨ªa siete a?os que no ven¨ªan por Espa?a y era la primera que actuaban en Barcelona. Y claro, nadie quiere ser agorero, pero considerando la edad de Roger Daltrey y Pete Townshend cualquiera sabe cu¨¢ndo volver¨¢n. As¨ª que aunque hubiesen venido con un grupo de mu?eiras, se trataba de compartir con el d¨²o superviviente ese repertorio de cuando los mods eran presentes. Pese a todo, el Sant Jordi mostr¨® bastantes huecos, 8.500 asistentes sentados, en este ¨²nico concierto en Espa?a, a la saz¨®n primero del tramo europeo de la gira mundial The Hits Back. Pero no se trataba tanto de ver quien faltaba sino de que Daltrey y Townshend estaban all¨ª. Y estuvieron por espacio de m¨¢s de dos horas.
El concierto tuvo tres partes. La primera orquestal. El por qu¨¦ al rock y a los rockeros les fascinan los violines y los severos lugares en los que suelen sonar, debe dar para todo un estudio de personalidad que puede, quiz¨¢s, incluir un apartado dedicado a los complejos. Y eso que la relaci¨®n entre la banda y las partituras viene de lejos y en formato ¨®pera rock. Total, que de entrada sonaron seis temas de Tommy y las primeras filas abandonaron su asiento para entregarse. En especial, claro est¨¢, con Pinball Wizard y We¡¯re Not Gonna Take You. Antes, en Amazing Journey, Daltrey estuvo a punto de enredarse con el cable del micro, que mov¨ªa y volteaba como cuando su cabello rizado no estaba tan delimitado por un corte esculpido. Who Are You, con su arranque en¨¦rgico tuvo su momento de gloria, un poco marchitado despu¨¦s por los arreglos orquestales, pero Daltrey hab¨ªa cogido la Fender y la pieza volvi¨® a emerger. A su lado Townshend, gafas oscuras, barba perfilada, casquete marinero en la cabeza, guitarra en ristre, ocupaba el centro de un escenario sin historia repleto de m¨²sicos, la Orquestra Simf¨°nica del Vall¨¨s, y escaso de imaginaci¨®n. Sac¨® a pasear los dedos en el inicio de Eminence Front y acompa?¨® a Daltrey cantando esta pieza. El primer bloque se cerr¨® con Ball And Chain. Como quien no quiere la cosa, cincuenta minutos.
A todo esto Daltrey mantuvo el tipo considerando su, digamos, veteran¨ªa. No siempre afin¨® con tino, pero quien tuvo potencia retuvo. Se intuy¨® algo de maquillaje tecnol¨®gico, pero si lo usa hasta la chavaler¨ªa no ser¨¢ cuesti¨®n de afear las pantuflas a tus mayores cuando te visitan. La segunda parte, sin orquesta, dej¨® al grupo pelado en escena, seis m¨²sicos en total con Daltrey movi¨¦ndose algo m¨¢s, luciendo estupendo tipo enfundado en su jersey negro, color que siempre ayuda. Todo el primer tramo de sillas ya estaba en pie desde el inicio, y se mantuvo as¨ª mientras sonaron las siete piezas de este tramo del concierto, que se abri¨® con You Better You Bet y se cerr¨® con Behind Blue Eyes ya con cello y viol¨ªn. Fue cuando The Who sonaron m¨¢s equilibrado, con un bater¨ªa que a base de potencia record¨®, o quiso recordar, a Keith Moon y con un sonido m¨¢s propio de banda sin circunstancia ni pompa, de grupo de rock. Se movieron entonces las camisetas que luc¨ªan la escarapela de la RAF en la que el grupo se afinc¨® tom¨¢ndola como distintivo, particularmente en la briosa Wont Get Fooled Again con Townshend haciendo el molino para sacar los acordes de la guitarra. Memoria activada s¨®lo con un gesto. Y con un grito de Daltrey que debi¨® mover alg¨²n empaste.
La tercera y ¨²ltima parte se abri¨® con Daltrey diciendo que la orquesta no hab¨ªa podido hacer prueba de sonido. Bueno, ya que lo dijo pues se puede reconocer que quiz¨¢s ni hubiese hecho falta que lo dijese. The Real Me abri¨® este tramo, destinado a Quadrophenia, con cierto estruendo sinf¨®nico, que siempre es m¨¢s erudito. En la poderosa 5.15 incluso pareci¨® que el grupo se impon¨ªa a la orquesta mientras que I¡¯m The One, la cant¨®, ejem, Townshend. La instrumental The Rock y las finales Love, Reign O¡¯er Me y la apote¨®sica Baba O¡¯Riley, con ese comienzo que se clava en la memoria y alz¨® brazos en el recinto cerraron un concierto valorable fundamentalmente en t¨¦rminos hist¨®ricos.
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