El mal perder y los tragos amargos
Junts quiso creer que con obtener 11 concejales y quedar el primero bastar¨ªa para ser alcalde. Pero ese relato era falso. Necesitaban 21
La presencia de Oriol Junqueras, Jordi Turull, Laura Borr¨¤s y Artur Mas en el Ayuntamiento de Barcelona para asistir a lo que cre¨ªan que iba a ser la proclamaci¨®n Xavier Trias como alcalde simbolizaba la toma de posesi¨®n por la plana mayor del independentismo del poder en la capital de Catalu?a. Los dos palacios de la plaza de Sant Jaume iban a estar en sus manos, controlados, uno por Junts y el otro por ERC. Sorpresivamente, esa toma de posesi¨®n no se consum¨®, por la inesperada aparici¨®n de una mayor¨ªa de concejales contraria a ellos. Es f¨¢cil entender la frustraci¨®n, el disgusto e incluso la rabia de quienes vieron c¨®mo en el ¨²ltimo segundo se les esfumaba un objetivo perseguido durante d¨¦cadas. Los sucesivos gobiernos municipales de Barcelona han sido la piedra en el zapato de CiU desde 1979, con el breve lapso de cuatro a?os disfrutado por Trias al que Ada Colau puso fin en 2015. El s¨¢bado 17 de junio a las cinco de la tarde iba a cerrarse la nefanda anomal¨ªa y la derecha catalana, contando esta vez con el inefable concurso de ERC, iba a asentarse por fin en el segundo foco de poder pol¨ªtico de Catalu?a.
Para Junts era un objetivo doblemente trascendente, pues se trataba no solo de gobernar la capital catalana sino de disponer tambi¨¦n de una importante plataforma desde la que rehacer las maltrechas estructuras de un espacio pol¨ªtico, el anta?o articulado por el pujolismo, disperso desde la aciaga confesi¨®n de Jordi Pujol en 2014 y luego humillado, dividido y derrotado en diferentes lances electorales por ERC y el PSC, e incluso por los Comunes de Colau. Esa reconstrucci¨®n era la tarea que Trias iba a emprender desde la alcald¨ªa y tanto ¨¦l como su partido cre¨ªan tenerla a su alcance.
La s¨²bita volatilizaci¨®n de este programa podr¨ªa bastar para entender la lecci¨®n de mal perder con la que Trias ilustr¨® a los asistentes que llenaban el Sal¨® de Cent barcelon¨¦s tras ser inapelablemente derrotado en la votaci¨®n que hizo alcalde a un aspirante al que siempre consideraron como un perdedor, Jaume Collboni. Pero hay otro gran motivo que contribuy¨® poderosamente a romper su contenci¨®n emocional. Y la de su reci¨¦n ganado socio de ERC, Ernest Maragall. La segunda causa de la desagradable exhibici¨®n de mala uva por parte de Trias y de Maragall es que Junts quiso creer desde la noche electoral del 28 de junio que con obtener 11 concejales y quedar el primero bastar¨ªa para ser alcalde. Pero ese relato era falso. Necesitaban 21 y no los ten¨ªan.
Ada Colau lo hab¨ªa explicado la misma noche electoral: de las urnas ha salido en Barcelona una mayor¨ªa progresista, no una mayor¨ªa de derechas o una mayor¨ªa independentista. Ante la decisi¨®n de ERC de apoyar a Trias, sin embargo, la propia Colau tuvo que tragar tambi¨¦n un gran sapo y en vez de sumar a los Comunes a la deseada mayor¨ªa de progreso con el PSC y ERC tuvo que asumir la indeseada aportaci¨®n de los cuatro votos de la anticatalanista derecha del PP. Un trago amargo para ella. Pero, como se vio por la desabrida reacci¨®n de Trias y Maragall, no tanto como el que bebieron los l¨ªderes independentistas que hab¨ªan so?ado en copar todo el poder en la plaza de Sant Jaume.
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