La Diada de la Operaci¨®n Dent¨ªfrico
Agotada la ¨¦poca de las masivas manifestaciones independentistas, los partidos se enfrentan al reto de volver a conducir a las bases a una cierta v¨ªa pactista
Desde que en 2012 el nacionalismo catal¨¢n apostara por transformar la Diada del Onze de Setembre en un d¨ªa de exaltaci¨®n independentista, su principal veh¨ªculo de activismo en la calle ha sido la Assemblea Nacional Catalana, la entidad privada que la tarde de este lunes volver¨¢ a liderar la manifestaci¨®n de Barcelona. La ANC fue un catalizador de las protestas que inicialmente quiso mantener, o al menos aparentar, cierta neutralidad en las luchas partidistas entre independentistas y se centr¨® en propagar su ¨²nico objetivo, el de la independencia con postulados cada vez m¨¢s unilateralistas.
La entidad que hoy preside Dolors Feliu ha querido actuar como la voz de la conciencia de los partidos secesionistas cada vez que estos se apartaban de El Objetivo con may¨²sculas. La realidad es que, bajo la apariencia de neutralidad, durante los primeros a?os la ANC fue un fenomenal apoyo para Esquerra Republicana ante una CiU recelosa del independentismo. Posteriormente, fue la Converg¨¨ncia ya secesionista de Artur Mas quien se sirvi¨® de la ANC. Con un magn¨ªfico engranaje, la Assemblea fletaba autocares por docenas, montaba m¨ªtines, fiestas independentistas, actos de agitaci¨®n por doquier y paralizaba Barcelona cada Diada con una soltura que ni el Bar?a ha conseguido. Era el poder en la sombra, la autoridad moral, la ¡°gente¡±, ¡°el pueblo¡±.
Sean muchos o pocos los manifestantes de esta Diada, la realidad de la ANC de 2023 es muy distinta a la de 2012. Hace ya mucho tiempo que la entidad se convirti¨® en una piedra en el zapato para Esquerra Republicana, hoy m¨¢s preocupada por mantener el poder auton¨®mico que por embarcarse en aventuras unilaterales. En las ¨²ltimas semanas, la ANC tambi¨¦n ha dejado de re¨ªrle las gracias a Junts, especialmente desde que Carles Puigdemont ha optado por desempolvar cierto discurso pactista y abrir negociaciones con el PSOE para la investidura de Pedro S¨¢nchez con la perspectiva de lograr una amnist¨ªa. La ANC ha tenido que salir a recordar que a ellos esto no les vale, que solo les sirve la independencia.
La Assemblea es, pues, un estorbo para el nuevo momento de los grandes partidos independentistas. Estos ya se lo han hecho notar baj¨¢ndole el volumen en los medios de comunicaci¨®n que controlan. Pero una cosa es la entidad y otra cosa sus seguidores, los mismos que sacaron de sus casas para llenar las calles con promesas de una independencia expr¨¦s que ni est¨¢ ni se espera. Mucha de esta gente ha pasado a engordar la lista de 697.000 votantes perdidos por los partidos independentistas el 23 de julio. Y es aqu¨ª donde llega lo m¨¢s complicado para estas formaciones, especialmente para Junts, pues con la gente pasa lo que con la pasta de dientes: lo dif¨ªcil no es dejar que salga cuando se abre el tubo, sino volver a meterla dentro cuando se nos ha ido la mano. Ahora toca la ingrata labor de recoger cable. Defender ante sus desorientadas bases la amnist¨ªa como primer paso hacia una independencia que ya no tiene fecha. Y esperar que el dent¨ªfrico vuelva al tubo sin grandes desastres dom¨¦sticos. Puigdemont ha dado las primeras se?ales de quererlo hacer. Pero la pol¨ªtica no es un simple tutorial de autoayuda y querer no siempre es poder.
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