As¨ª no
El peor pacto al que podr¨ªan llegar Puigdemont y S¨¢nchez no ser¨ªa el de la amnist¨ªa denostada por la burbuja ¡®antisanchista¡¯, sino un acuerdo que obviara la divisi¨®n provocada entre los catalanes
Los pactos parlamentarios son cualquier cosa menos una transacci¨®n mercantil en la que a cada esca?o termina asign¨¢ndosele un precio. Quien pretenda que de un pacto salgan vencedores y perdedores no entiende cu¨¢l es la esencia de un acuerdo entre posiciones distintas. Todos deben obtener un resultado satisfactorio, que permita presentarlo ante sus partidarios como un ¨¦xito.
Junts no tan solo quiere pasar factura por sus votos como si cobrara los servicios prestados. Ni siquiera le pasa por la cabeza que le corresponda aportar alguna contrapartida adicional en justo pago por la amnist¨ªa, como pudiera ser alguna muestra de compunci¨®n por los abundantes desperfectos derivados de sus errores pol¨ªticos.
No lo ha hecho ni siquiera con sus partidarios, las primeras v¨ªctimas del mayor de los desmanes, tal como ha novelado con amarga contundencia uno de ellos, el escritor Francesc Ser¨¦s, en La mentida m¨¦s bonica. ?Si a ellos no les han pedido perd¨®n por las mentiras ni les han dado ning¨²n tipo de explicaciones (algo que tienen en com¨²n, por cierto, con los gobernantes del PP, especialmente Rajoy y S¨¢enz de Santamar¨ªa, que protagonizaron la respuesta pol¨ªtica vac¨ªa y la subarrendaron a la policial y judicial), qu¨¦ razones podr¨ªa tener ahora para ped¨ªrselo a quienes no estaban de acuerdo con la aventura?
Esta raz¨®n existe. Y poco tiene que ver con el temor a que vuelvan a hacerlo, ante el que no caben garant¨ªas ni seguridades cuando es grande el empecinamiento y dudosa su lealtad a cualquier regla de juego que no les convenga. Se trata de demostrar que vale la pena pactar porque hay voluntad de restablecer la confianza, no tan solo en la dial¨¦ctica del famoso encaje de Catalu?a en Espa?a, sino, sobre todo, entre los catalanes. El peor pacto al que podr¨ªan llegar Puigdemont y S¨¢nchez no ser¨ªa el de la amnist¨ªa denostada por la burbuja antisanchista, sino un acuerdo que obviara la divisi¨®n provocada entre los catalanes, especialmente en aquellas sesiones del Parlament del 6 y 7 de septiembre que el independentismo prefiere olvidar en favor de la intensa memoria de la represi¨®n, el 155 y los procesos judiciales.
Fue un doloso enga?o colectivo, un abuso de poder desde el Govern y desde el Parlament, gracias a una mayor¨ªa en esca?os sin mayor¨ªa social. Todo se vulner¨®, desde el reglamento hasta el Estatuto y la Constituci¨®n. Se prescindi¨® de media Catalu?a y se traz¨® una gruesa l¨ªnea roja para marginar a quienes no les siguieron en sus insensatas decisiones, en buena parte todav¨ªa vigente en la persistencia de su ret¨®rica divisiva. Nadie ha pedido excusas. Nadie ha dado explicaciones. Tienen la llave, pero ahora son minor¨ªa, y siguen tratando de la misma forma a la actual mayor¨ªa social y electoral. En el mejor de los casos como si nada hubiera pasado, y en el peor como si los que no comulgaron con sus ruedas de molino estuvieran en deuda con ellos. As¨ª, no.
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