La salida del n¨²mero dos de Ada Colau del Ayuntamiento de Barcelona da alas a acuerdos entre el PSC y Junts
La marcha de Jordi Mart¨ª a Madrid para ser secretario de Estado de Cultura deja a los comunes sin su negociador de todos los pactos en los ¨²ltimos ocho a?os
La salida de la mano derecha de Ada Colau, Jordi Mart¨ª Grau, para ser secretario de Estado de Cultura con el ministro Ernest Urtasun supone una sacudida para el grupo municipal de los comunes en Barcelona. Mart¨ª ha ejercido de fontanero en las crisis o momentos clave de los dos mandatos de la ex alcaldesa y engrasador de todos los grandes acuerdos: desde los de presupuestos hasta los dos pactos de coalici¨®n de Gobierno con el PSC como socio minoritario. Su larga experiencia en el consistorio (concejal y directivo del Instituto de Cultura con el PSC; y gerente municipal, teniente de alcalde, responsable de presupuesto y concejal con los comunes), descabeza a Barcelona en com¨², rebaja la expectativa de un tripartito de izquierdas (ERC no ha dado se?ales de estar por la labor). La marcha de Mart¨ª y los acuerdos alcanzados hasta la fecha por el PSC y Junts, dan alas a futuras alianzas entre el alcalde Jaume Collboni y el ex alcalde Xavier Trias.
Porque, cinco meses despu¨¦s de ser investido por los pelos Collboni, sigue gobernando en lo que a la oposici¨®n le gusta llamar ¡°minor¨ªa absoluta¡±, con solo 10 concejales de 41. Sin presupuesto para 2023 aprobado, este lunes, el alcalde, que hasta la fecha se hab¨ªa mostrado partidario de pactar ¡°con los partidos progresistas¡±, anunci¨® su intenci¨®n de ¡°abrir conversaciones con todos los partidos que han mostrado predisposici¨®n [a pactar]: comunes, ERC y Junts¡±. ¡°Con todos hablaremos y debatiremos la gobernabilidad¡±, asegur¨® midiendo las palabras. No hablaba solo del incorporar un socio a su gabinete, sino de ¡°gobernabilidad¡±, una opci¨®n que podr¨ªa pasar por el apoyo externo pero estable de Junts (11 concejales). Su l¨ªder, Xavier Trias, gan¨® las elecciones y una coalici¨®n en minor¨ªa con el alcalde ser¨ªa in¨¦dita.
Pero las dos formaciones suman 21 concejales, la mayor¨ªa absoluta en el pleno y han alcanzado tres grandes acuerdos en el consistorio (reforma del 30%, del plan de hoteles y tasa de terrazas), tres cuestiones que les alejan de la herencia de Colau. Adem¨¢s, en el PSC, repiten el mensaje de que el acuerdo entre Pedro S¨¢nchez y Junts para investidura supone un cambio de paradigma. El veto cruzado entre socialistas e independentistas presente desde el proc¨¦s ha quedado definitivamente atr¨¢s. Junts es un posible socio y hay otros ejemplos, recuerdan, como los pactos en la Diputaci¨®n de Barcelona u otros Ayuntamientos.
En las filas neoconvergentes del consistorio, haber conseguido medida que suponen dar marcha atr¨¢s a el legado colauer provoca euforia. Nunca han digerido que una activista como Ada Colau les quitara la silla en 2015. En sorprendentes declaraciones p¨²blicas, Collboni o su n¨²mero dos, Laia Bonet, han descafeinado estos pactos, intentando mantener que no hubo negociaci¨®n previa y que no se casan con nadie.
M¨¢s all¨¢ de la marcha de Mart¨ª, y sin que Colau despeje su futuro, tampoco en ERC parecen interesados en un tripartito de izquierdas. Reprochan a Collboni una gesti¨®n que consideran que es un viraje a la derecha, tras contar con los votos del PP en la investidura, y se niegan a apoyarle en votaciones clave, argumentando que su negativa es ¡°un voto pol¨ªtico¡±. Esta es otra raz¨®n por la que los comunes hayan tirado la toalla. No se ven entrando a gobernar solos con Collboni. Sumar¨ªan 19 concejales, a dos de la mayor¨ªa absoluta de 21, de modo que deber¨ªan seguir buscando apoyo en cada votaci¨®n. O ganan estabilidad o, por ahora, se quedan como est¨¢n.
No hay que perder de vista que en el primer mandato de Colau, la ex alcaldesa aguant¨® dos a?os gobernando tambi¨¦n con 10 concejales hasta incorporar al PSC. Ech¨® mano dos veces, eso s¨ª, del mecanismo de la cuesti¨®n de confianza (el alcalde presenta presupuesto y, si no hay una mayor¨ªa que le eche, las cuentas quedan aprobadas y se mantiene en el puesto). Eran otros tiempos, en los que el veto cruzado entre independentistas y constitucionalistas imped¨ªan echar a la alcaldesa.
Acabando el mes de noviembre, la sensaci¨®n que da observar a los grupos municipales es que les da pereza arremangarse y sentarse. Se acusan mutuamente de poner excusas. Unos dicen al otro que no les llama. El otro responde que primero debe aclarar c¨®mo quedan los liderazgos cuando tanto Trias como Colau dijeron que no se quedar¨ªan si no pod¨ªan gobernar.
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