El ataque de los clones (de la derecha)

Tiene su gracia que, hoy por hoy, Esquerra y Junts per Cat solo est¨¦n de acuerdo en apoyar a Pedro S¨¢nchez, y discrepen en cualquier otro asunto. Me atrever¨ªa a decir que ni siquiera la amnist¨ªa escapa de las rencillas intraindependentistas: no hay coincidencia en la lista de beneficiarios, por ejemplo (?Laura Borr¨¢s? ?Gonzalo Boye?). El desbloqueo de la investidura en Espa?a y el aterrizaje de Junts en la pol¨ªtica pragm¨¢tica abren una p¨¢gina nueva, pero en el Parlament de Catalunya hay muchas cosas que suenan igual que antes. Por m¨¢s que Pere Aragon¨¨s insista en hablar de ¡°nueva etapa¡± (hagan una b¨²squeda r¨¢pida en la transcripci¨®n de la sesi¨®n de este mi¨¦rcoles y les saldr¨¢n 11 ocasiones en que el president ha citado el concepto), por m¨¢s que trate de pisar el acelerador para que se hagan realidad los acuerdos firmados con el PSOE, el hemiciclo catal¨¢n mantiene algunas de las constantes de siempre.

Albert Batet, portavoz de Junts, sigue con el gesto ce?udo de quien est¨¢ diciendo algo fundamental, neg¨¢ndose la sonrisa a s¨ª mismo. No le relaja ni el traspaso de Rodalies, sobre todo porque lo ha conseguido ERC. Pero tampoco parece que la amnist¨ªa haya cambiado nada para la CUP, c¨®moda en su defensa permanente del ¡°no¡±. Y Esquerra, como antes de la investidura de S¨¢nchez, contin¨²a en la barra de equilibrios: presumiendo de ser la primera en llegar al mundo de lo ¨²til ¡ª¡±las proclamas son muy f¨¢ciles de hacer¡­ lo que cuesta un poco es abrir camino, remar en solitario¡±, indirecta del portavoz republicano Josep Mar¨ªa Jov¨¦ a los juntistas¡ª, pero intentando no perder el marchamo reivindicativo: ¡°[El objetivo] es que este pa¨ªs pueda decidir libremente su futuro¡±, insiste Aragon¨¨s.

En el bloque del antisanchismo, por su parte, se respira bilis por todos los poros. PP, Vox y Ciudadanos han clonado los discursos de la derecha en Madrid. Despu¨¦s de a?os reclamando al independentismo que se ocupe de ¡°los problemas reales de la gente¡±, la semana de la sequ¨ªa no ha habido ni una sola referencia a ella en ninguna de sus intervenciones. Costaba distinguirlos, Alejandro Fern¨¢ndez (PP) e Ignacio Garriga (Vox) incluso han repetido una frase: ¡°no sabemos c¨®mo no se les cae la cara de verg¨¹enza¡±. Pero bueno, el jefe de los ultras nunca defrauda en su esfuerzo por ser m¨¢s tremendista que nadie, y esta vez ha introducido tambi¨¦n el concepto ¡°Alemania nazi¡±, para hablar de Catalu?a.

Ciertamente, esa alusi¨®n le va a complicar la vida en el futuro, si es que quiere seguir escalando el tono. Ya conocer¨¢n la teor¨ªa que afirma que, cuando en un debate se pronuncia ¡°Hitler¡± -o ¡°nazi¡±- se acaba el debate. Es un tope insuperable. Dicho esto, estas referencias de Vox al nazismo son arriesgadas: una parte de su parroquia no las considera insultos. Les ocurre como con la bandera franquista o, en otro sentido, con la monarqu¨ªa: no se ponen de acuerdo en si est¨¢n a favor o en contra.

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