Justicia restaurativa, un espacio para la v¨ªctima del delito: ¡°Me romp¨ª. Y me pidi¨® perd¨®n¡±
Unas 4.000 personas pasaron el a?o pasado en Catalu?a por un proceso alternativo al sistema penal que trata de dar una respuesta m¨¢s satisfactoria a las v¨ªctimas
Cuando Carlos P¨¦rez, un actor de 27 a?os, recibi¨® una llamada de la Generalitat para preguntarle si quer¨ªa participar en un proceso de justicia restaurativa, no sab¨ªa de qu¨¦ le estaban hablando. Hab¨ªa tenido un problema muy serio con el vecino de arriba, que una madrugada empez¨® a golpear violentamente la puerta del piso que compart¨ªa con otras tres personas en Barcelona. ¡°Le abr¨ª y empez¨® a gritarme. Me meti¨® el dedo en la cara, me cogi¨® del cuello, me empuj¨® hacia dentro, me dio un pu?etazo... Yo no entend¨ªa nada. Le ped¨ªa que se calmara y me hablara¡±. Dos compa?eras, a las que hab¨ªa recriminado que hablaran en el balc¨®n, salieron en su ayuda y acabaron enzarzadas en una pelea en el rellano, hasta que el hombre anunci¨® que iba a buscar un cuchillo, regres¨® al cabo de poco y revent¨® la puerta, mientras los j¨®venes trataban de contener su avance con una mesa.
El incidente acab¨® con denuncias cruzadas ante los Mossos d¡¯Esquadra y recay¨® en uno de los juzgados (pocos, por ahora) que son sensibles a la justicia restaurativa, un proceso para resolver conflictos que es complementario al sistema penal tradicional. Pese a que carece de una regulaci¨®n espec¨ªfica en Espa?a, se emplea cada vez m¨¢s, desde el terrorismo de ETA hasta homicidios involuntarios por accidentes de tr¨¢fico pasando por conflictos vecinales. La v¨ªctima, en este caso Carlos, se sit¨²a aqu¨ª en el centro. ¡°Se trata de escucharla, de entender sus necesidades¡±, explica Mar?al Baig, el t¨¦cnico que le llam¨® y le acompa?¨® en todo el proceso, al que ha podido asomarse por primera vez EL PA?S.
Tras la violencia sufrida, Carlos sent¨ªa mucha ansiedad. Cada d¨ªa, ¨¦l o uno de sus compa?eros permanec¨ªan vigilantes junto a la puerta por miedo a que el vecino, al que no conoc¨ªan de nada (se acababan de mudar) volviera a aparecer. El joven se entrevist¨® con Mar?al, y accedi¨® a que el t¨¦cnico llamara al agresor para iniciar el proceso, que es siempre voluntario y que normalmente pasa por un encuentro cara a cara entre v¨ªctima y victimario, con el t¨¦cnico como ¨¢rbitro imparcial. Los conflictos vecinales son uno de los casos que a menudo se reconducen a trav¨¦s de la justicia restaurativa, que cumple 25 a?os en Catalu?a. Solo en 2022, m¨¢s de 4.000 personas usaron este servicio; el 60% de los procesos acabaron con un acuerdo satisfactorio para las dos partes, seg¨²n datos del Departamento de Justicia.
La reuni¨®n se celebr¨® en una sala de la Ciudad de la Justicia, en Barcelona. Todos los implicados se sentaron formando un c¨ªrculo. No fue f¨¢cil. Hab¨ªa mucha tensi¨®n. Carlos estaba nervioso. ¡°Necesitaba saber qu¨¦ hab¨ªa pasado, por qu¨¦ me hab¨ªa agredido, y si volver¨ªa a ocurrir¡±. El joven relat¨® lo ocurrido, pero el vecino estuvo inicialmente ¡°muy a la defensiva¡± y se sent¨ªa a la vez v¨ªctima de las compa?eras de piso, que le hab¨ªan mordido para repeler la agresi¨®n. ¡°Dijo que lo hab¨ªa hecho para defender a su hijo, que al d¨ªa siguiente ten¨ªa que ir a la escuela¡ Pero no pod¨ªa ser, porque era s¨¢bado por la noche. La verdad, no ve¨ªamos que estuviera funcionando¡±.
Las dificultades del idioma (el agresor es de origen chino y necesit¨® a un primo como traductor) y su actitud renuente indicaban que el proceso iba por mal camino. Cuando Carlos explic¨® los golpes que hab¨ªa recibido, el vecino dijo que lo volver¨ªa a hacer. ¡°Dos horas hablando para que al final te digan eso... Me de romp¨ª, me ech¨¦ a llorar¡±. Pero fue entonces cuando algo en el agresor ¡°hizo clic¡±. ¡°Al verme as¨ª, creo que se dio cuenta de lo que hab¨ªa hecho y me pidi¨® perd¨®n¡±. ¡°Cuando bajas a las emociones¡±, tercia Mar?al, ¡°hay algo que resuena en la empat¨ªa de los otros, y ah¨ª se puede trabajar¡±.
El agresor pidi¨® disculpas a Carlos (pero no a sus compa?eras) y la reuni¨®n acab¨®, al cabo de tres horas, con el compromiso, en esencia, de que cada uno har¨ªa su vida en paz sin interferir en la de los otros y de que, si hab¨ªa alg¨²n problema, lo hablar¨ªan antes de llegar a las manos. El pacto, que tambi¨¦n contemplaba que las dos partes renunciaban a la acci¨®n civil y penal y a reclamarse nada por las lesiones, se envi¨® de vuelta al juzgado. No son vinculantes, pero los jueces suelen tenerlos en cuenta. En este caso, el magistrado que lo hab¨ªa remitido archiv¨® el procedimiento de delito leve.
?Ha servido de algo? Carlos, principal v¨ªctima de esta historia, piensa que s¨ª. ¡°Creo que, sin este proceso, el conflicto hubiera seguido abierto. En la v¨ªa penal, uno habr¨ªa ganado y el otro habr¨ªa perdido. Ahora seguimos viviendo en el piso y tenemos cierta cordialidad¡±. Los primeros d¨ªas tras la reuni¨®n fueron extra?os (¡°segu¨ªamos esquiv¨¢ndolo, ¨ªbamos con cuidado de no hacer ruido¡±), pero la situaci¨®n se normaliz¨®. Empezaron a toparse con ¨¦l sin miedo, a saludarse. Hasta que un d¨ªa, se produjo algo inesperado. El vecino volvi¨® a llamar a la puerta, esta vez m¨¢s calmado. ¡°Me dijo que le iba a llegar un paquete de Amazon, que si se lo pod¨ªa recoger. Le dije que s¨ª¡±.
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