Doce campanadas
Termina el a?o y parece que se acaba el mundo, aun a sabiendas de que todo final puede ser un comienzo
Los calendarios tienen algo de pedag¨®gicos y algo de angustiosos. Por un lado, nos encadenan al paso del tiempo en sociedad, esto es, nos ense?an a quedar bien cuando marcan los santos y cumplea?os, las fiestas de recogimiento familiar y las fiestas mayores, las fiestas nacionales y los d¨ªas se?alados a nivel terr¨¢queo. Gracias al patr¨®n de los d¨ªas, de las semanas y los meses, vivimos aterrizados y colectivamente, un poco a la fuerza, pero en general complacidos. El objetivo es no estar demasiado solos, por m¨¢s que, seg¨²n el valle de l¨¢grimas en que viva cada uno, los calendarios puedan molestar, como los mosquitos estivales o el goteo insomne de un grifo mal cerrado.
Hoy estaremos todo el d¨ªa muy cerca del fin del a?o. En la Cr¨®nica de Jaume I, al fin de a?o se le llama el Ninou; nadie se acuerda. El caso es que hoy nos encontramos con una fecha fat¨ªdica, qui¨¦n sabe si la m¨¢s angustiosa del a?o. M¨¢s all¨¢ de la cadencia, de la rueda inexorable de la Naturaleza, que los calendarios traducen en celebraciones y efem¨¦rides, el fin de a?o alborota a todo cristo. En miniatura, claro, porque las alteraciones mayores acontecen en los cambios de siglo y con mucha mayor fuerza en los cambios de milenio. Sea como se quiera, nos parece que se acaba el mundo.
Durante esta semana hemos visto la electricidad que se apodera de nuestros amigos y familiares cuando se acerca el fin de a?o. Los m¨¢s organizados tienen un plan, ya hace d¨ªas, con el lugar y la gente estipulados. Los tardones buscan una fiesta en la que encajarse. M¨¢s de uno se habr¨¢ ido de viaje y se har¨¢ una fotograf¨ªa debajo de alg¨²n campanario glamuroso, en una plaza nocturnal llena de gente. Otro nos enviar¨¢ una fotograf¨ªa de latitudes extra?as, sonriendo frente a un mar de color turquesa ¡ªun mar tradicionalmente empalagoso.
Fin de a?o significa tambi¨¦n, y en este punto la angustia sube de temperatura, que hay que pasar revista. Toca mirar atr¨¢s y hacer el recuento de los aciertos y errores, de los que ya no est¨¢n y de los reci¨¦n llegados, de los que sufren. El a?o termina y recordaremos las aventuras que no tuvimos, pero nos proyectaremos en el a?o que comienza, el contador puesto a cero. Llena de fuerza proyectiva, una persona se propondr¨¢ dejar de fumar. Otra dir¨¢ que ya toca hacer deporte. Cerca de las doce campanadas, algunos llamaremos a quienes, por circunstancias de la vida, pasan el fin de a?o solos, acompa?ados por la televisi¨®n ¡ªy por nuestra llamada.
Fin de a?o se llen¨® de simbolismo para asustar a la congregaci¨®n. Es el d¨ªa del calendario que nos hace m¨¢s humanos, esto significa m¨¢s miedosos. Tanto es as¨ª, que se trata de una de las fiestas en las que el obligado de la alegr¨ªa es m¨¢s desgarrador, todo sea para contrarrestar el miedo cerval que nos da el fin del mundo. La buena noticia, sin embargo, es que ma?ana presentaremos la misma barriga, id¨¦nticas man¨ªas y, es important¨ªsimo, dispondremos de todo un a?o por delante para cambiar las cosas que no nos gustan y para apuntalar las que s¨ª.
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