En brazos de la diosa Fortuna
Pedro S¨¢nchez sigue siendo presidente del Gobierno y Puigdemont ha obtenido una ley de amnist¨ªa, encabeza la lista de Junts y aspira a regresar como presidente
Pedro S¨¢nchez y Carles Puigdemont tropezaron el 23 de julio con la diosa Fortuna. Sucede raramente y pocos son los que saben aprovechar tal tipo de encuentro fortuito. Hay que tener vivos los reflejos y contar con la audacia para no dejar pasar la oportunidad. Seguir incluso el consejo de Maquiavelo ¡ªvergonzosamente heteropatriarcal ¡ª cuando le dice al Pr¨ªncipe ¡°que es mejor ser impetuoso que circunspecto, porque la fortuna es mujer, y es necesario queri¨¦ndola doblegar arremeter contra ella y golpearla¡±.
El resultado a la vista est¨¢. S¨¢nchez sigue siendo presidente del Gobierno, y ya van seis a?os. Puigdemont ha obtenido una ley de amnist¨ªa, encabeza la lista de Junts para las elecciones catalanas del 12 de mayo y aspira a regresar a la plaza de Sant Jaume como presidente. Mientras que Junts, el declinante nacionalismo conservador, cuarteado, desorientado, estridente, sin programa pol¨ªtico, alejado cada vez m¨¢s del lugar natural donde resid¨ªa ¡ªel poder catal¨¢n en todos sus niveles y la influencia m¨¢xima en Madrid¡ª, ha encontrado una tabla de salvaci¨®n o al menos de alivio, quiz¨¢s la ¨²nica, para evitar o aplazar la ruina que le espera.
El ex presidente ha actuado en consecuencia. O todo o nada. Ha quemado las naves: no se presenta a las elecciones europeas y ha anunciado su retirada de la pol¨ªtica activa si no consigue la investidura presidencial. O al menos ha prometido quemarlas (nunca se pueden excluir rectificaciones a conveniencia seg¨²n los resultados electorales). Tambi¨¦n ha prometido su presencia en la sesi¨®n de constituci¨®n del parlamento y por tanto el fin de su voluntario exilio y su regreso, al menos como ciudadano libre, sin deudas con la justicia y habiendo cumplido con los compromisos personales contra¨ªdos con su partido, tras proporcionarle el ox¨ªgeno necesario para sobrevivir a las derrotas compartidas que pesan sobre sus espaldas.
La transacci¨®n es fruct¨ªfera y alt¨ªsima la apuesta. Y la ret¨®rica que la acompa?a, ampuiosa y amenazante. Puigdemont necesita un plebiscito y se inviste para enfrentarlo como el incre¨ªble salvador de la patria independentista, aunque el ¨¦xito de su tarea se cifre en el muy tangible sorpasso a Esquerra, lo ¨²nico que basta para dar raz¨®n de su apuesta. Se trata de terminar la tarea inacabada, restituir la rep¨²blica independiente que dur¨® apenas unos segundos en aquel octubre tan glorioso para algunos como luego amargo para todos. Promete ahora la fuerza que entonces le faltaron hasta obligarle a huir escondido en su coche. Junts recibir¨¢ de momento el impulso de su pericia disruptiva, que entusiasma a los suyos y alarma a todo el resto, en especial a las clases medias catalanas y al mundo de los negocios. Adem¨¢s de proporcionar munici¨®n abundante al PP para denunciar la perversi¨®n de los tratos con S¨¢nchez. Luego ya se ver¨¢.
El patrimonio de Puigdemont son esos siete diputados a sus ¨®rdenes en el Congreso. No tiene nada m¨¢s. Ni ideas ni futuro. Solo el pasado que siempre se aleja: esos seis a?os y medio de un in¨²til deambular europeo y los siglos del mito nacional al que se acoge para erigirse en la encarnaci¨®n de la Catalu?a que reta y trata de t¨² a t¨² a la Espa?a opresora. Palabras. Embustes que valen si alguien los cree. Sabe que ¡°el pr¨ªncipe que solo se apoya en la fortuna se arruina tan pronto como esta cambia¡±.
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