Aterrizaje en Catalu?a
El independentismo fue m¨¢s all¨¢ de sus propias fuerzas y cuando se pierde el principio de realidad el descarrilamiento es inevitable
Las elecciones europeas han desaparecido muy r¨¢pido del debate p¨²blico espa?ol. Ya s¨®lo queda Alvise como propina, como ejemplo de lo que puede darnos el universo digital y como recurso para distraer al personal, conforme demuestra el inter¨¦s de Pedro S¨¢nchez en el personaje.
Por su parte, a la derecha le conviene despistar, pasar p¨¢gina, por dos razones: porque los resultados no le han dado carga suficiente para hacer cre¨ªble su incesante reclamo de avance electoral y porque es una situaci¨®n inc¨®moda para el PP. En un momento en que en Europa se ha abierto el debate sobre qu¨¦ deben hacer los partidos liberales y conservadores para frenar a la extrema derecha resulta que el PP en Espa?a gobierna con ella en varias comunidades aut¨®nomas. La ha reconocido como socia sin escr¨²pulo democr¨¢tico alguno. PP y Vox han emprendido una relaci¨®n de pareja pol¨ªtica. Y lo seguir¨¢n siendo.
De modo, que despu¨¦s de los gritos de ritual de Feij¨®o exigiendo a S¨¢nchez que convoque elecciones, lo que toca est¨¢ ahora es dar forma institucional al resultado de las catalanas. Una ecuaci¨®n simple: o Illa sale presidente con los votos de ERC y los Comunes o hay repetici¨®n electoral. Mientras, el PP, a punto de perder la batalla contra la amnist¨ªa, sigue instalado en la estrategia de la descalificaci¨®n permanente.
Sabemos que la regla de la mitad m¨¢s uno que, a trav¨¦s de las elecciones otorga el acceso al poder, favorece la polarizaci¨®n, simbolizada ideol¨®gicamente con el esquema derecha/izquierda. Pero la responsabilidad de los partidos pol¨ªticos es la gobernanza. Que implica a los que ganan, pero tambi¨¦n a los que quedan en la oposici¨®n y aspiran a hacerlo en un futuro. Les votamos para que hagan funcionar las instituciones. Ciertamente, corresponde a los perdedores ejercer el control y la cr¨ªtica de los que est¨¢n en el poder. Por tanto, estar atentos a los abusos, errores y desvar¨ªos del que manda. Pero todos est¨¢n concernidos por el principio de inter¨¦s general, que deber¨ªa ponerse por delante de las aspiraciones de cada casa. Y esto pasa por hacer efectivo el resultado de las urnas y no entrar en periodos de inacabable provisionalidad.
La ciudadan¨ªa tiene derecho a exigir que las instituciones funcionen. Y no resultan edificantes los ejercicios de obstrucci¨®n y par¨¢lisis, a menudo alimentados por los egos desbordados de sus propios protagonistas. No s¨®lo de la confrontaci¨®n vive la pol¨ªtica. Es tan exigible la claridad en las propuestas en el debate de posiciones como la obligaci¨®n de asegurar el funcionamiento de las instituciones. Y lo que toca ahora mismo en el parlamento catal¨¢n es completar el aterrizaje institucional. Con negociaciones serias y pactos claros.
El momento insurreccional ya pas¨®. El independentismo fue m¨¢s all¨¢ de sus propias fuerzas y cuando se pierde el principio de realidad el descarrilamiento es inevitable. Despu¨¦s de los excesos represivos de quienes no supieron lidiar pol¨ªticamente el conflicto, la amnist¨ªa vuelve a poner las cosas en el terreno de lo razonable y sienta las bases del regreso al respeto mutuo. Y ahora mismo lo que toca es negociar para reemprender camino con normalidad. Hay pocas dudas de que la repetici¨®n electoral beneficiar¨ªa a los socialistas, pero creo que ¨¦stos se equivocar¨ªan si apostaran por ella. Y el independentismo pagar¨ªa cara la apuesta por la intransigencia. Toca negociar y pactar, y dejar en evidencia a la derecha y sus c¨®mplices en el intento de reventar cualquier acuerdo.
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