Vox arrastra a la derecha a la xenofobia
La ultraderecha asocia inmigraci¨®n extranjera a delincuencia y se opone a que todos los residentes reciban atenci¨®n m¨¦dica p¨²blica
Cuando Vox decide que un desacuerdo sobre el reparto de inmigrantes menores de edad es causa suficiente para romper los pactos que un¨ªan a las derechas en cinco comunidades aut¨®nomas, est¨¢ innovando. Ni hab¨ªa pasado nunca ni era esperable.
La inmigraci¨®n era hasta ese momento un asunto m¨¢s sobre los que los partidos difieren, discuten y llegan o no a acuerdos. No se la consideraba susceptible de constituir una l¨ªnea de fractura pol¨ªtica de esa entidad. Ahora eso ha cambiado. Vox lo ha convertido en elemento central de su discurso pol¨ªtico. Santiago Abascal lo agita en sus intervenciones en el Congreso como una amenaza existencial para la naci¨®n espa?ola y exige que sea combatida como tal. Tiene tanto ¨¦xito que Alberto N¨²?ez Feij¨®o ya le sigue y clama para que el Gobierno decrete la ¡°emergencia migratoria¡±.
Algunos comentaristas pol¨ªticos han se?alado que no ha sido una originalidad de Vox, sino la inevitable influencia de los ¨¦xitos electorales cosechados por los partidos ultraderechistas e incluso filofascistas en Francia, Italia, Holanda, Austria, Hungr¨ªa, Alemania o Finlandia, entre otros. Un alineamiento con lo peor de Europa.
La expansi¨®n de la ultraderecha en Europa en las ¨²ltimas d¨¦cadas se ha basado en una mezcla de xenofobia respecto a los extranjeros pobres, islamofobia respecto a los musulmanes, y racismo respecto a inmigrantes procedentes de pa¨ªses africanos, asi¨¢ticos y latinoamericanos. Todo ello revuelto en dosis variables, seg¨²n el caso.
Esta apuesta de Vox coincide en Catalu?a con el inicio de una legislatura del Parlament en la que por vez primera hay nada menos que tres grupos parlamentarios, los del PP, Vox y Alian?a Catalana, que tienen posiciones sobre la inmigraci¨®n distintas y enfrentadas a las que han sido y son todav¨ªa dominantes en el catalanismo desde por lo menos el fin del franquismo.
En el catalanismo de la etapa postfranquista se ha tratado la emigraci¨®n seg¨²n un viejo dicho de validez universal: ¡°Uno no es de donde nace sino de donde pace¡± y, en consecuencia, con una actitud en general acogedora, clasismos incluidos. Pero en el siglo XX se trataba de inmigraci¨®n interior, de un trasvase de poblaci¨®n del campo a la ciudad, de la cultura agraria a la industrial, en un entorno de desarrollo econ¨®mico que permit¨ªa el ascenso social a trav¨¦s del trabajo y la ense?anza. El entorno y el tratamiento pol¨ªtico facilitaban la integraci¨®n econ¨®mica, social, cultural y pol¨ªtica, e incluso nacional, en dosis variables, desiguales. Esto funcion¨®, mejor o peor, hasta que a principios de siglo Ciudadanos impugn¨® de ra¨ªz la idea de integraci¨®n. Luego, el PP y Vox han continuado con la impugnaci¨®n.
Pero lo de ahora es distinto. Ahora la ultraderecha asocia inmigraci¨®n extranjera a delincuencia y se opone a que todos los residentes reciban atenci¨®n m¨¦dica p¨²blica. Defienden propuestas como la restricci¨®n del empadronamiento municipal a los de fuera para supuestamente proteger a los de dentro, ante quienes se jacta de defender frente a la competencia de los extranjeros.
Al considerar la inmigraci¨®n como un problema central y atribuirle la categor¨ªa de conflicto existencial para la naci¨®n, sea cual sea la naci¨®n, Vox y Alian?a Catalana persiguen que se convierta en el eje del debate pol¨ªtico, a la manera en que lo han conseguido Meloni, Le Pen y Orb¨¢n en sus pa¨ªses. Quieren que eso sea lo que viene y para ello tratan de arrastrar a sus posiciones al PP y a Junts.
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