La soledad de Junqueras
ERC le recrimina a su l¨ªder, despu¨¦s de haberle conocido de cerca y de colaborar a diario con ¨¦l durante a?os, es haberse puesto de perfil en algunos momentos cruciales
Nadie se postula para dirigir un partido o presidir un gobierno si no tiene una autoestima a prueba de bomba. Se trata de un tipo de tareas muy dif¨ªciles para las que adem¨¢s de disponer de conocimientos y apoyos adecuados, se requiere una gran confianza en uno mismo, una enorme fe en las propias capacidades. Es notoriamente el caso de Oriol Junqueras, que ha ejercido desde 2010 como presidente de ERC luciendo desacomplejadamente un aire profesoral y un evidente convencimiento de su altura intelectual.
Pero cuando despu¨¦s de catorce a?os los notables del partido que han acompa?ado al l¨ªder durante esa etapa pasan de reconocerle las cualidades a pedirle que d¨¦ ¡°un paso al lado¡±, lo que se pone en evidencia es que sobreestim¨® su fortaleza cuando opt¨® a la reelecci¨®n. Eso es lo que acaba de suceder en Esquerra Republicana ante la aspiraci¨®n de Junqueras de seguir 4 a?os m¨¢s en la presidencia del partido.
Algo no ha ido durante estos a?os como Junqueras cre¨ªa y ahora ha saltado al primer t¨¦rmino. Lo que la dirigencia de ERC le recrimina a su l¨ªder, despu¨¦s de haberle conocido de cerca y de colaborar a diario con ¨¦l durante a?os, es haberse puesto de perfil en algunos momentos cruciales. Un estilo. Es obvio que anda sobrado de la necesaria ambici¨®n y autoestima para aspirar a las m¨¢ximas responsabilidades. Pero esta reacci¨®n de tantos dirigentes de ERC se?ala un importante tal¨®n de Aquiles, una falta de decisi¨®n en momentos cr¨ªticos.
Para mucha gente, incluida probablemente buena parte de los afiliados, puede ser una gran sorpresa. Pero lo cierto es que hay bastantes relatos de asistentes a reuniones del m¨¢ximo nivel del alto mando independentista en el oto?o de 2017 en los que se detalla como un dato de inter¨¦s que Junqueras no se pronunciaba sobre el objeto de la discusi¨®n y se manten¨ªa en silencio, o en la indefinici¨®n. Es decir, lo m¨¢s pr¨®ximo a no ejercer el liderazgo cuando m¨¢s falta hac¨ªa. Lo precis¨® con crudeza la semana pasada Xavier Vendrell, una de las figuras con mayor pedigr¨ª entre los republicanos, en una extensa entrevista radiof¨®nica. Explic¨®, entre otras cosas, que el d¨ªa en que se decid¨ªa si llevar a cabo o no la declaraci¨®n de independencia del 27 de octubre, Junqueras ¡°se espanta, se va, i se esconde en Montserrat¡±. Vaya.
Una m¨¢s reciente indefinici¨®n de este tipo se produjo en agosto en la consulta a la militancia acerca de si ERC deb¨ªa negociar y, en su caso, apoyar la investidura de Salvador Illa como presidente de la Generalitat. Junqueras no explic¨® cu¨¢l era su posici¨®n, en una votaci¨®n que arroj¨® un 53% a favor y un 44% en contra. Vaya.
Es interesante notar que la situaci¨®n de Junqueras en ERC corre paralela a la de Carles Puigdemont en Junts. Ambos libran sendas batallas precongresuales para mantenerse al frente de sus partidos, mientras en los dos casos crece un mar de fondo que les reclama que dejen el puesto y faciliten la renovaci¨®n de equipos y liderazgos. Por lo que se est¨¢ viendo, despu¨¦s de haber proclamado ingenuamente la rep¨²blica catalana, despu¨¦s de haber conocido la c¨¢rcel y el exilio, de haber perdido la mayor¨ªa parlamentaria y la hegemon¨ªa pol¨ªtica, ambos siguen consider¨¢ndose imprescindibles y teni¨¦ndose a s¨ª mismos como dos genios de la pol¨ªtica y dos grandes conductores de partido. Pero exageran.
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