Salvador Illa: un momento, que acabo de llegar
M¨¢s que dar cuenta de su gesti¨®n, el presidente de la Generalitat ha tirado de promesas y declaraciones de intenciones.
Tiene algo de ficticia una sesi¨®n de control a un Govern que apenas si ha echado a andar. Este jueves se cumplen 40 d¨ªas de la investidura de Salvador Illa, y 36 desde la toma de posesi¨®n de los consellers. No hay demasiadas medidas que hayan podido arrancar. Por eso, m¨¢s que dar cuenta de su gesti¨®n, Salvador Illa ha tirado de promesas y declaraciones de intenciones. Incluso su anuncio m¨¢s relevante, la multiplicaci¨®n de los recursos de la Agencia Tributaria Catalana, no pasa de eso, una expectativa de futuro: ¡°Cumpliremos no solo el acuerdo, sino tambi¨¦n los plazos que el propio acuerdo recoge.¡± Claro, ?c¨®mo va a afirmar algo distinto a estas alturas de la carrera? La ¨²nica concreci¨®n, ¡°la consellera Romero, la consellera de Economia i Finances, ha empezado a trabajar¡±. Parafraseando al Aznar m¨¢s mexicano, el que pon¨ªa los pies sobre la mesa de George Bush, estamos trabajando en ello. M¨¢s inconcreta a¨²n, si cabe, ha sido la respuesta del president a Jessica Albiach, l¨ªder de los Comunes, sobre la pol¨ªtica de vivienda: ¡°El r¨¦gimen sancionador [a quien inclumpla la ley de alquileres] ?cu¨¢ndo? Lo m¨¢s pronto posible. ?Con qu¨¦ recursos? Con los que haga falta. ?Construir m¨¢s? S¨ª. ?D¨®nde? Donde se pueda.¡± Una declaraci¨®n difusa con un subtexto evidente: un momento, que acabo de llegar.
No por casualidad, esas dos promesas de futuro se las ha hecho el presidente de la Generalitat a sus socios te¨®ricos, Esquerra y Comunes. Es un intento de mantenerlos cerca, tranquilizarlos, cultivar, si no el entusiasmo por la ¡ªhipot¨¦tica¡ªgesti¨®n gubernamental, al menos la esperanza en el cumplimiento de lo acordado. En un gesto de proximidad, Josep Maria Jov¨¦ (ERC) ha renunciado a definir la nueva financiaci¨®n como un ¡°concierto¡± (quien dice gesto de proximidad, dice admitir que uno se vino arriba para convencer a la parroquia propia en un momento delicado).
A falta de grandes decisiones de gobierno, la oposici¨®n-oposici¨®n tambi¨¦n se ha lanzado a la cr¨ªtica de la gestualidad. Por ejemplo, a la CUP y JxC les escandaliza ese ¡°principio de una buena amistad¡± con el Rey Felipe, al que Illa ha visto ya tres veces en lo que va de mes, y un par m¨¢s en septiembre (no s¨¦ ni si Montilla lleg¨® a tanto, y eso antes del discurso real del 3 de octubre de 2017). En cambio, Alejandro Fern¨¢ndez (PP) se irrita por el lado opuesto, la conversi¨®n de la comisar¨ªa de polic¨ªa de Via Laietana en un centro de memoria contra la tortura, votada por los socialistas en el debate de Pol¨ªtica General: siempre esa confusa e inc¨®moda posici¨®n ante el franquismo del partido que fund¨® Manuel Fraga, vestida esta vez de defensa de la polic¨ªa constitucional. Por su parte, las extremas derechas, liberadas de toda opci¨®n de acuerdo con nadie, se lanzan a publicitar sus proyectos: una agenda ultraliberal de vivienda en el caso de Ignacio Garriga (Vox), un discurso sionista que dejar¨ªa l¨ªvido a Netanyahu por parte de Silvia Orriols (Alian?a Catalana).
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