Pujol ri?e y ordena, de nuevo
Lo de ahora con Carles Puigdemont no es lo que se requiere para reunir de nuevo el disperso universo social y pol¨ªtico en el que Pujol fue el sol en torno al cual todo giraba
La campa?a de rehabilitaci¨®n personal y pol¨ªtica de Jordi Pujol emprendida de unos meses a esta parte por algunos de sus fieles escuderos est¨¢ resultando m¨¢s interesante de lo que cab¨ªa esperar si se hubiera limitado a reconocerle su pasado como figura pol¨ªtica de primera fila.
A poco que se conozca la trayectoria y el fuste del personaje se comprende que una autolimitaci¨®n de Pujol era en realidad muy improbable si se le presentaba la ocasi¨®n de ejercer de nuevo como l¨ªder ante los suyos. Tras las primeras reapariciones p¨²blicas un poco titubeantes, puros tanteos para calibrar la receptividad en el desorientado universo pol¨ªtico de la derecha catalana, Pujol ha retomado su papel de dirigente nacionalista y se ha lanzado al ataque. El momento m¨¢s expl¨ªcito se dio hace un mes en un homenaje a Enric Prat de la Riba en Castellter?ol. Cuando sus aduladores conmilitones esperaban otra cosa, algo as¨ª como la glosa de los paralelismos hist¨®rico-pol¨ªticos entre la obra de Prat de la Riba como presidente de la Mancomunidad de Diputaciones de 1914 y la realizada por el propio Pujol desde 1980, actu¨® como era de esperar de ¨¦l: ri?¨® severamente a la que fue la dirigencia de su partido y le puso deberes.
Fue eso, una reprimenda en toda regla. En presencia de las dos principales figuras de la Converg¨¨ncia Democr¨¤tica de hace una d¨¦cada, Artur Mas y Xavier Trias, y de otras personalidades de relieve en la tambi¨¦n extinta CiU, les ri?¨® a todos sin contemplaciones por haber cometido el grave error de liquidar a su partido por propia voluntad. Esto fue algo que a su juicio no debi¨® suceder nunca. Una cosa es una crisis, por grave que sea, argument¨®, y otra ¡°destruir la herramienta¡±. Una ingenuidad in¨²til. Es quedarse con las manos vac¨ªas. Y sin herramientas no se puede hacer nada.
Esta no es una idea que deba sorprender, trat¨¢ndose de Pujol. Porque dotarse de una herramienta potente fue lo primero que hizo a la salida de la dictadura franquista, hace ahora medio siglo. En otro momento de grandes incertidumbres, distintas de las actuales, Converg¨¨ncia fue para Pujol a partir de 1974 el instrumento concebido para reunir y unificar a la derecha catalana, participar en la construcci¨®n de la democracia y del nuevo autogobierno catal¨¢n, intervenir en la pol¨ªtica espa?ola y dirigir lo que en la d¨¦cada de 1970 se planeaba como la reconstrucci¨®n nacional de Catalu?a.
Tras la confesi¨®n en 2014 de sus incumplimientos fiscales, Pujol se ha reconocido en repetidas veces, y ese d¨ªa en Castellter?ol tambi¨¦n, como parcialmente responsable de la crisis que desemboc¨® en la disoluci¨®n de Converg¨¨ncia. Faltar¨ªa m¨¢s, el enga?o fue de dimensiones colosales y es inocultable. Ahora, conocidos sus pecados fiscales, resulta inevitable pensar que la campa?a de rehabilitaci¨®n pol¨ªtica forma parte tambi¨¦n de la defensa ante el juicio en la Audiencia anunciado para noviembre.
Pero Pujol es un personaje que no se arredra. Mientras tenga aliento, ¨¦l se sigue considerando l¨ªder del nacionalismo catal¨¢n y despu¨¦s de abroncar a los suyos por haber echado la herramienta a la basura, les dio, imperativamente, una orden. ¡°Ahora lo primero es el partido¡±. Porque est¨¢ claro que lo de ahora con Carles Puigdemont no es lo que se requiere para reunir de nuevo el disperso universo social y pol¨ªtico en el que Pujol fue el sol en torno al cual todo giraba.
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