Madrid coloniza el discurso valenciano
La toxicidad que exuda la campa?a electoral madrile?a se ha abierto hueco en el oasis pol¨ªtico valenciano
Si se cumple lo anunciado por Pedro S¨¢nchez, el pr¨®ximo domingo, 9 de mayo, decaer¨¢ el estado de alarma que ha regido y condicionado nuestras vidas durante este largo a?o de pandemia y crisis sanitaria.
Adelant¨® el presidente del Gobierno sus planes el pasado 6 de abril, sin la deferencia de haber informado previamente a la Conferencia de Presidentes, definida esta como el ¨®rgano de m¨¢ximo nivel pol¨ªtico de cooperaci¨®n entre el Estado y las Comunidades Aut¨®nomas. ?Sorprendente? No. La falta de elegancia pol¨ªtica y rigor institucional que el hecho en s¨ª reviste es una constante desde finales de octubre del pasado a?o, fecha en que tuvo lugar la ¨²ltima reuni¨®n de S¨¢nchez con sus hom¨®logos territoriales. Todav¨ªa m¨¢s: la desconsideraci¨®n de Pedro S¨¢nchez con los dirigentes auton¨®micos ha sido una constante durante toda la pandemia. ?Acaso hemos olvidado que el Presidente del Gobierno comparec¨ªa ante los medios de comunicaci¨®n para anunciar, con premeditaci¨®n y alevos¨ªa, nuevas ocurrencias sin hab¨¦rselas participado a sus colegas perif¨¦ricos? Dicen que este estilo de entender las relaciones entre el Gobierno del Estado y los de sus territorios se llama ¡°cogobernanza¡±.
Decaer¨¢ el estado de alarma y ser¨¢n los dirigentes auton¨®micos los responsables de gestionar a partir del 10 de mayo las vicisitudes que surjan derivadas de la evoluci¨®n de un virus que, a la vista de las ¨²ltimas noticias -nueva cepa india con doble mutaci¨®n-, no ha dicho todav¨ªa la ¨²ltima palabra.
Salimos de un estado de alarma sanitaria para entrar en un estado de ¡°emergencia democr¨¢tica¡±. Lo ha dicho, aunque con cara de no cre¨¦rselo, el candidato socialista madrile?o, ?ngel Gabilondo, y le ha hecho los coros el aspirante de Podemos, Pablo Iglesias, al advertir que la democracia ¡°est¨¢ en peligro¡±.
Haciendo gala de ese seguidismo que caracteriza a la clase pol¨ªtica valenciana, la toxicidad que exuda la campa?a electoral madrile?a se ha abierto hueco en el oasis pol¨ªtico valenciano. Los partidos de la izquierda valenciana, socios en el Gobierno del Bot¨¢nico -PSPV-PSOE, Comprom¨ªs y Unidas Podemos-, han decidido esta semana mantener un ¡°cord¨®n democr¨¢tico¡± contra Vox en el Parlamento auton¨®mico, cada uno con sus matices. Mientras los de la coalici¨®n nacionalista y los morados optaban por abandonar una comisi¨®n para no compartir espacio con los diputados de la ultraderecha, los socialistas se mostraban partidarios del di¨¢logo y la normalidad institucional. Previamente, los tres socios del Consell hab¨ªan renunciado a participar en un debate convocado por Radio Valencia-Cadena SER para hacer balance en el ecuador de la legislatura auton¨®mica. La in¨¦dita decisi¨®n era un gesto de solidaridad con Pablo Iglesias quien, unas horas antes, hab¨ªa desertado de un debate electoral en la misma emisora por la actitud, sin duda ignominiosa, de Roc¨ªo Monasterio, candidata de Vox. En paralelo, los parlamentarios valencianos del PP, Cs y Vox acusaban a los otros tres de ?postureo electoralista!, ignorando, digo yo, que Madrid nos queda a 350 kil¨®metros.
La irrupci¨®n en toda Europa de partidos ultraderechistas, voceros de discursos racistas, hom¨®fobos y antifeministas, viene provocando debates te¨®ricos sobre c¨®mo desafiarlos para desactivar su expansi¨®n y frenar el apoyo electoral que reciben. Un dato: en las ¨²ltimas elecciones generales Vox obtuvo en la Comunidad Valenciana 468.134 votos, tercera fuerza pol¨ªtica por delante de Cs, Comprom¨ªs y Podemos. No hay posturas un¨¢nimes. La falta de un criterio homog¨¦neo frente a la extrema derecha se visualiza en las diferentes recetas aplicadas en nuestro entorno: en Austria e Italia, por ejemplo, se considera a las formaciones de la alt-right o derecha alternativa, como un actor pol¨ªtico m¨¢s que pueden integrarse en los Gobiernos; por el contrario, en Francia y Alemania se les a¨ªsla mediante los llamados ¡°cordones sanitarios¡± para evitar que formen parte de los ejecutivos. En Dinamarca y los Pa¨ªses Bajos, la extrema derecha no forma parte de Gobiernos pero s¨ª presta apoyo externo a administraciones conservadoras moderadas, modelo implantado en Andaluc¨ªa.
Los polit¨®logos advierten de las ventajas e inconvenientes de cada opci¨®n. En resumen: la ultraderecha dentro del sistema gana visibilidad y legitimidad; si, por el contrario, se le aplica el aislamiento, el discurso de sus promotores vira al victimismo y afianza a estas formaciones como atractivas opciones antisistema.
Si me permiten la sugerencia, aunque quiz¨¢s ya lo hayan hecho, recomendar¨ªa a los pol¨ªticos valencianos, a todos, la lectura del libro La ultraderecha hoy (Paidos). Su autor, Cas Mudde, profesor de Pol¨ªticas en la Universidad de Georgia, es un precursor en el estudio de la extrema derecha en Europa. Mudden recomienda a los partidos conservadores tradicionales evitar la promiscuidad, si quiera sea en parte, con el relato de los radicales, e impedir que estos gu¨ªen la agenda pol¨ªtica del conservadurismo; y a los partidos situados en la izquierda les recuerda que una democracia que se precie debe ser lo suficientemente fuerte como para permitir que sus enemigos, sean de la tendencia que sean, se expresen y, al mismo tiempo, se sientan aislados. En una entrevista publicada en el diario.es el pasado mes de febrero, con motivo de la presentaci¨®n de su obra, Mudden dec¨ªa: ¡°Si solo podemos sostener una democracia prohibiendo las alternativas es que tenemos una democracia muy d¨¦bil¡±. Am¨¦n.
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