Mayores, solos y sin apenas recursos, comparten piso: ¡°No hace falta ser amigos¡±
La asociaci¨®n Hogares Compartidos da cobijo a 50 ancianos sin domicilio que ahora conviven en 13 inmuebles de Valencia
Luisa perdi¨® su modo de vida tras la gran crisis de 2008. Era cocinera en un bar. Se qued¨® sin nada. Vivi¨® en casa de un amigo, fue desahuciada de un piso, subalquil¨® una habitaci¨®n muy peque?a. Subsisti¨® como pudo. Ahora tiene 71 a?os y asegura que le ha tocado el Gordo. ¡°La convivencia es una loter¨ªa, pero a m¨ª me toc¨® el Gordo¡±, comenta mientras mira a sus compa?eros, y en especial, a Vicente, con el que ha hecho muchas migas.
Desde hace m¨¢s de un a?o, Luisa, extreme?a de origen, valenciana de adopci¨®n y cocinera internacional en Puerto Rico y Santo Domingo, comparte un piso en Valencia con tres personas gracias a la mediaci¨®n de Hogares Compartidos. Son mayores, est¨¢n solos, se valen por s¨ª mismos y la mayor¨ªa cuenta con la prensi¨®n no retributiva de unos 480 euros, m¨¢s el complemento de la Generalitat, unos 170 euros. No todas las condiciones son iguales, pero todos ellos tienen en com¨²n que conviven en el innovador programa de la asociaci¨®n sin ¨¢nimo de lucro que guarda algunas semejanzas con los pisos de estudiantes, en este caso de mayores. La nevera est¨¢ compartimentada, en principio se cocina para uno mismo, cada inquilino se ocupa de la limpieza de su habitaci¨®n y, por turnos, de los espacios comunes. Tambi¨¦n tienen ayuda externa. ¡°Algo se parece, porque, adem¨¢s, algunos siguen estudiando¡±, apunta Amparo Azcutia, una de las fundadoras de Hogares Compartidos, que naci¨® en 2013 para atender el problema acuciante de la falta de vivienda para las personas mayores que se encuentran solas y sin apenas recursos. Un problema que no ha hecho m¨¢s que agravarse.
Pastor, boliviano de 82 a?os, confirma que la convivencia es buena: ¡°Cada uno va su historia, no hace falta ser amigos, nos respetamos y no pasa nada¡±. ?l viaj¨® a Valencia en 2004 para asistir a la boda de una hija y se qued¨®. ¡°Me enamor¨¦ de la ciudad y ya no quise volver¡±, explica. Trabaj¨® en una mensajer¨ªa y ha vivido en varios pisos ¡°siempre compartidos¡±, pero no con personas mayores. ¡°La ¨²ltima vez ¨¦ramos cinco personas sin sal¨®n. El due?o aprovech¨® para sacar otra habitaci¨®n¡±, se?ala, minutos antes de salir para visitar a su nieto.
Los alquileres se han puesto por las nubes y proliferan las estafas a los m¨¢s vulnerables en el mercado de las habitaciones. ¡°Es un horror. Y ha ido a peor. Antes, pod¨ªas alquilar una habitaci¨®n, ahora no hay, no encontramos. Y pisos, menos a¨²n. Estamos llegando una situaci¨®n en la que se paga por una habitaci¨®n como si fuera un piso¡±, apunta Amparo. ¡°La gran mayor¨ªa de caseros no te hacen contrato de alquiler, no te dan recibo de la mensualidad, no te ayudan en nada. De momento, aqu¨ª estamos protegidos¡±, apostilla Pastor en el sal¨®n del pulcro piso compartido del barrio de L¡¯Olivereta, con ventanas al exterior y al patio interior.
Se pagan 400 euros por una habitaci¨®n en el centro de Valencia. Y no solo los j¨®venes est¨¢n recurriendo a esta f¨®rmula. Cada vez son m¨¢s personas mayores por los precios de alquiler tan altos, la gran demanda y escasa oferta y los sueldos estancados, seg¨²n apunt¨® el pasado mes Vicente D¨ªez, vicepresidente y portavoz del Colegio Oficial de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria de Valencia. ¡°Nos encontramos con una situaci¨®n en que estudiantes o trabajadores tienen muchas dificultades para encontrar un piso en alquiler, una situaci¨®n que antes ve¨ªamos de lejos en Madrid o Barcelona y que ahora ya tenemos aqu¨ª¡±, asever¨®.
Para las personas mayores, la dificultad todav¨ªa es mayor. Hogares compartidos funciona con la cesi¨®n de pisos por parte de particulares, dispuestos a cobrar un alquiler por debajo del precio del mercado. A cambio, realizan una obra social y cuentan con la seguridad del cuidado del inmueble por parte de la asociaci¨®n que supervisa las estancias. La entidad cuenta con 13 pisos en Valencia que dan cobijo en estos momentos a 50 personas, si bien la lista de espera es muy larga, con cerca de 400 personas. ¡°Es que ahora llaman incluso los hijos que quieren encasquetar al padre o la madre. En fin...¡±, se lamenta Luisa, que no tiene descendencia, esbozando media sonrisa.
¡°Es vergonzoso que tengas que decir no a la agente y que los Gobiernos permitan que haya pisos vac¨ªos, sin ser capaces de ofrecerlos¡±, interviene Vicente, que trabajaba en una papeler¨ªa en el barrio de Russafa. Se qued¨® sin ella y sin el piso que ten¨ªa un usufructo, explica. ?l es un caso excepcional en Hogares Compartidos porque tiene solo 59 a?os, pero por la mala praxis de un abogado y diversas circunstancias se qued¨® sin casa. Antiguo cooperante, apreci¨® la propuesta inclusiva de la asociaci¨®n y su labor. Aunque es homosexual, prefer¨ªa no vivir en un piso ¡°solo para gays¡±.
Cada uno de los inquilinos abona su parte de la pensi¨®n, la mayor¨ªa no contributiva. Los mayores pueden ser derivados a Hogares desde ONGs, servicios sociales, hospitales. Jos¨¦ F¨¦lix, de 66 a?os, pas¨® de un hospital, en el que fue operado, a la Casa de Caridad de Valencia, y cuando cumpli¨® los dos a?os all¨ª, el periodo m¨¢ximo de estancia, entr¨® en contacto con Hogares. ¡°Estoy a gusto, dentro de lo que cabe, no es ideal pero estoy bien¡±, comenta el hombre, que ha trabajado ¡°en todo y en nada¡± y se ha ¡°ganado la vida¡± como ha podido.
Amparo trabaj¨® con personas sin techo, antes de montar Hogares Compartidos con su amiga Pilar, con experiencia en residencias de tercera edad. La asociaci¨®n se ha consolidado en 10 a?os, con cinco trabajadores, dos a tiempo completo. La responsable insiste en que el mayor problema es la falta de pisos y de habitaciones. Han propuesto a la Generalitat ¡°optimizar pisos en desuso de personas tuteladas¡±, que a veces tienen patrimonio, tambi¨¦n bajo la protecci¨®n de la Administraci¨®n, pisos cerrados a los que se podr¨ªa dar ¡°un fin social¡±. Est¨¢n a la espera de una respuesta que se demora por cambios interno en la consejer¨ªa y problemas de tramitaci¨®n. Tambi¨¦n se demora el piso que les ha adjudicado la empresa municipal Aumsa por la desesperante burocracia. Y no renuncian a encontrar m¨¢s propietarios solidarios.
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