Un nuevo modelo de residencias para las pr¨®ximas generaciones de personas mayores: que sean como casas
Es una pena que el reciente acuerdo sobre estos centros se aprobara por la m¨ªnima. Estos espacios van a cambiar, deben ser lo m¨¢s parecido a un hogar, no un internado, y deben estar donde haya vida vecinal, no en mitad de la nada
Hace apenas 40 a?os a¨²n exist¨ªan en Espa?a ¡°asilos para ancianos desamparados¡±; desde entonces hemos visto diferentes modelos residenciales para personas mayores, como el m¨¢s extendido actualmente, que es un modelo institucionalizador y sanitarizado. El acuerdo adoptado recientemente entre el Ministerio de Derechos Sociales y las comunidades aut¨®nomas apuesta por un cambio de modelo cuyas l¨ªneas coinciden con la propuesta de la Asociaci¨®n de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales, que llamamos ¡°Residencias: su casa¡±. Este nuevo modelo parte de mantener a las personas mayores en su casa, con los servicios necesarios para que puedan vivir con dignidad. Y cuando no sea posible, que la residencia a la que vayan sea lo m¨¢s parecido a una casa, no un internado.
Una casa tiene que estar donde haya vida vecinal. Es injusto y cruel expulsar a las personas mayores de nuestros pueblos, barrios o ciudades. Basta de residencias en pol¨ªgonos industriales o en mitad de la nada, como si ya no merecieran vivir junto al resto, cuando m¨¢s lo necesitan.
La vida en casa es intimidad. Por eso el nuevo modelo propone un porcentaje elevado de habitaciones individuales, para que nadie tenga que renunciar a su intimidad. Habitaciones que sean algo m¨¢s que un lugar para dormir, donde la persona pueda estar y recibir sus visitas; como en casa.
El modelo casa exige acabar con el modelo internado, con comedores y salas de estar masificadas y un continuo estr¨¦s de desplazamientos, con pasillos llenos de personas en sillas de ruedas. Las unidades de convivencia para grupos de no m¨¢s de 15 personas son esenciales en el nuevo modelo, con ambiente hogare?o, comedor y sala de estar integrados, donde la persona pueda realizar tareas de la vida cotidiana (poner o recoger la mesa, limpiar, adornar¡), con un peque?o m¨®dulo de cocina para tener sus propios alimentos o invitar a sus visitas, como en casa.
Pero, sobre todo, el nuevo modelo supone un cambio de mentalidad respecto a las personas mayores en situaci¨®n de dependencia o con demencias. El respeto a su dignidad debe presidir el cuidado de estas personas. Por dignidad, no se les puede ¡°atar¡± con sujeciones f¨ªsicas o sobremedicaci¨®n para que se tranquilicen o no se caigan; est¨¢ demostrado que hay otras formas de procurar la seguridad, asumiendo, por supuesto, riesgos controlados: espacios adaptados, mobiliario ergon¨®mico, tecnolog¨ªas y formas de organizaci¨®n y atenci¨®n personalizada.
Por dignidad, tampoco se puede infantilizar a las personas mayores, trat¨¢ndoles como inmaduros y con actividades m¨¢s propias de un centro infantil que de una casa donde viven personas con una intensa trayectoria vital.
Esta son algunas caracter¨ªsticas del nuevo modelo que proponemos y que, en esencia, contempla el acuerdo de acreditaci¨®n. Es una l¨¢stima que una decisi¨®n tan importante se aprobara por la m¨ªnima (10 comunidades frente a 9). Tampoco han recibido con entusiasmo el acuerdo, aunque por diferentes motivos, los gestores de los centros o los sindicatos.
Quiz¨¢s se intent¨® concretar excesivamente algunas cuestiones, con cifras que han dificultado el consenso y que deber¨ªan haberse planteado a?o a a?o, con compromisos presupuestarios por parte de las Administraciones. Porque en la definici¨®n del modelo el consenso es mucho mayor que el que recibi¨® el acuerdo de acreditaci¨®n. Comprendemos la frustraci¨®n de unos por no ver reflejadas todas sus expectativas y de quienes temen que sus exigencias y sus costes hagan inviables los centros.
Pero, a pesar de todo, las residencias van a cambiar. No porque lo decidan el ministerio y las comunidades, sino porque las nuevas generaciones de personas mayores no vamos a querer vivir en internados, privados del derecho a decidir sobre nuestra propia vida, sin intimidad, atados o empastillados para que no nos caigamos o para que no molestemos, y tratados como inmaduros. Digan lo que digan los expertos o las Administraciones, ser¨¢ usted, cada uno de nosotros, quienes decidiremos d¨®nde y c¨®mo vivir cuando necesitemos cuidados por estar en situaci¨®n de dependencia. Seguramente decidiremos vivir en nuestra casa, porque en ella est¨¢n nuestras referencias, nuestra intimidad y todo lo que nos resulta significativo. Y si no pudi¨¦ramos vivir en casa, seguramente a usted, a m¨ª, a todos y todas nos gustar¨ªa que donde tengamos que ir podamos seguir viviendo como en casa.
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