¡°Hacer memoria de los vencidos no es romantizar el pasado, sino avanzar hacia el futuro¡±
Esther L¨®pez Barcel¨®, historiadora y exdiputada de Esquerra Unida, publica la novela ¡®Cuando ya no quede nadie¡¯ que narra el brutal bombardeo de la aviaci¨®n fascista al mercado central de Alicante
Salir a buscar la memoria es seguir contando las vidas de los que sufrieron durante la suya, como lo hicieron en Espa?a los perdedores de la guerra civil. Es arraigar los recuerdos al propio territorio y recordar, por ejemplo, que el Mercado Central de Alicante sufri¨® un bombardeo de la aviaci¨®n italiana en el que murieron centenares de personas. Para una mujer, salir a buscar la memoria del conflicto es encontrarse con sus guardianas, con generaciones de mujeres que sufrieron y recordaron chantajes, violaciones, torturas, y darles voz. Para una hija, es enfrentarse al silencio sobre la vida de sus padres durante la dictadura. Para los vencidos, es ¡°vaciar los ¨¢rboles de mujeres ahorcadas y abrir la tierra hasta encontrarlos a todos¡±. Para una autora, como Esther L¨®pez Barcel¨®, es escribir ¡°una ¨¦pica de las vencidas¡±. Avanzar hacia el futuro y enfrentarse al ¡°silencio como mecanismo de supervivencia¡± y a las ¡°frases huecas con las que muchas personas relatan su vida familiar¡±: A mi t¨ªo lo mataron despu¨¦s de la guerra. Mi abuelo desapareci¨® en el 38.
Cuando ya no quede nadie (Grijalbo) es una primera novela, pero tambi¨¦n un ejercicio de ¡°compromiso pol¨ªtico¡±, pues su autora fue diputada de Izquierda Unida y una de las promotoras de la Ley de Memoria Hist¨®rica. Tambi¨¦n es una excavaci¨®n en la memoria que abre puertas, ventanas y fosas, pues L¨®pez Barcel¨® se licenci¨® en Historia en la especialidad de Arqueolog¨ªa. La novela, que ya ha entrado en su segunda edici¨®n, ha salido a la venta esta misma semana en librer¨ªas de Uruguay y Argentina. En ella, la alicantina parte de la historia de sus abuelos, Pilar y Gabriel, y los transforma en dos personajes que sit¨²a en la Espa?a de la guerra civil y los primeros a?os de la dictadura. Su memoria, en la novela, la recupera Ofelia, una mujer que, al inicio de la obra tiene ¡°el pelo cano, cuarenta y siete a?os, un dolor ci¨¢tico que viene y va y un padre muerto hace media hora¡±. A lo largo de la novela, Ofelia descubre que su padre, Gabriel, y su madre, Pilar, han hecho de la familia ¡°un espacio de seguridad¡±, pero tambi¨¦n ¡°un espacio en el que hay un gran silencio que lo sobrevuela todo¡± y que abarca su propia historia y la de Luc¨ªa, la mejor amiga de su madre que, ya anciana, se dedica a cuidar de su padre hasta que muere.
¡°El silencio para el bando de los vencidos fue un mecanismo de supervivencia¡±, considera Esther L¨®pez Barcel¨®, que con la novela ha intentado ¡°romper el silencio familiar y colectivo y reparar el dolor¡±. La historia recoge el ¡°trauma social¡± que supuso el bombardeo del Mercado Central de Alicante, que dej¨® centenares de muertos y en el que la aviaci¨®n italiana actu¨® con el objetivo de ¡°masacrar a mujeres y ni?os¡±. ¡°Nos falt¨® un Picasso que inmortalizara nuestro Guernica¡±, lamenta. Pero en la obra tambi¨¦n se recuerdan los encarcelamientos y las condenas a muerte, que demuestran que ¡°daba igual que no te hubieras metido nunca en pol¨ªtica, porque ya hac¨ªan la pol¨ªtica contra ti¡±, el chantaje, las delaciones y la pobreza. Por eso, la autora no es partidaria de romantizar el pasado y cree que ¡°la nostalgia sin un an¨¢lisis material de las condiciones en las que se encontraba la gente es reaccionaria¡±. ¡°Hacer memoria de los vencidos no es romantizar el pasado, sino avanzar hacia el futuro¡±, afirma.
Esas condiciones sociales incluyen la violencia contra las mujeres, ¡°doblemente victimizadas¡± durante la guerra y la dictadura franquista. En el libro, ha dado cabida a esposas que ¡°naturalizaban que un hombre pod¨ªa agredirlas y no pasaba nada¡±. A madres que proteg¨ªan a los hijos implicados en la guerrilla, guardaban en secreto su paradero, se ocupaban de que les llegaran alimentos, soportaban que las interrogaran, que las torturaran. A mujeres obreras, al frente del hogar o de los cuidados que ¡°no eligieron la vida que tuvieron¡±. Incluso a Ana Orantes, la mujer quemada viva por su exmarido tras denunciar sus agresiones en televisi¨®n, a la que dedica un cap¨ªtulo de la novela. En definitiva, a ¡°las nadie¡±, a las voces que quedaron silenciadas cuando, ya en democracia, ¡°los testimonios de la resistencia vuelven a salir de discursos masculinos¡±.
¡°Las mujeres fueron educadas en los cuidados perpetuos, como si no tuvieran otra opci¨®n¡±, seg¨²n L¨®pez Barcel¨®, que a?ade que esos cuidados incluyen ¡°a los vivos y a los muertos¡±, y por eso ¡®Cuando ya no quede nadie¡¯ es tambi¨¦n una novela sobre el duelo, que se inicia con la muerte del padre de la protagonista y recoge el ¡°extra?amiento ante los paisajes de la propia vida cuando pierdes a alguien que te arraiga¡±. Por eso, Alicante, ciudad natal de la escritora y lugar en el que transcurre la novela, no tiene nombre en la obra, porque cuando Ofelia vuelve a la casa paterna, ¡°ya no es el lugar que conoci¨®¡±, porque ¡°m¨¢s que una ciudad espera una aparici¨®n que es imposible¡±.
En 2007, a?o en el que transcurren los cap¨ªtulos de la novela protagonizados por Ofelia, todav¨ªa no se hab¨ªa aprobado la Ley de Memoria Hist¨®rica y quienes guardaban la memoria estaban en un ¡°limbo¡± en el que ¡°no ten¨ªan garant¨ªas de que fueran a vivir para ver el cuerpo de sus desparecidos o muertos enterrados en fosas comunes¡±. En su mayor¨ªa, estas ¡°guardianas de la memoria¡± eran mujeres: hijas, esposas, madres, hermanas.
La realidad de las asociaciones memorialistas que, en aquella ¨¦poca, llevaban ya a?os de actividad, la conoci¨® Esther L¨®pez Barcel¨® no solo como pol¨ªtica sino tambi¨¦n como arque¨®loga, porque como tal particip¨® en exhumaciones de fosas. ¡°Recuperar los cuerpos debe ser el principal derecho de las familias de las v¨ªctimas¡±, destaca la escritora, que cree que esa ¡°deber¨ªa haber sido la primera pol¨ªtica p¨²blica de la democracia¡± y ve en el hecho de que no haya sido as¨ª en Espa?a una ¡°anomal¨ªa democr¨¢tica¡±. ¡°No solo respecto a los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea, sino tambi¨¦n a lo que ocurri¨® tras las dictaduras argentina y chilena, pa¨ªses donde la justicia s¨ª oper¨®¡±, matiza.
Ahora, cuando 2.166 v¨ªctimas de la guerra y la represi¨®n han sido exhumadas en la Comunidad Valenciana, cuando se han abierto el 66 % de las fosas comunes en este territorio, todav¨ªa queda camino por recorrer, seg¨²n L¨®pez Barcel¨®. Por ejemplo, abriendo ¡°la tierra hasta encontrarlos a todos¡±, o estableciendo ¡°lugares de la memoria para contar todo un relato antifascista de la democracia¡±. Es una labor que antes hac¨ªan los hijos e hijas de las v¨ªctimas, mientras que ahora es una tercera generaci¨®n la que ha ¡°heredado el dolor y mantenido viva la llama¡±. ¡°Los hijos muchas veces han crecido en el silencio de supervivencia, y son los nietos los que, como han nacido en democracia, no tienen miedo, empujan a sus padres a recuperar la memoria y hasta se emocionan¡±, afirma. Aunque el reto de guardar la memoria ha dejado paso, con el tiempo, al reto de salir a buscarla, lo que tiene claro Esther L¨®pez Barcel¨® es que se hace camino al andar, y que ¡°hacer memoria no es romantizar el pasado sino avanzar hacia el futuro¡±.
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