Responso por Ciudadanos
El fiasco del partido supone el fracaso de la expectativa de regeneraci¨®n de una derecha que se apart¨® de la corrupci¨®n del PP
La inminente cat¨¢strofe de Ciudadanos y su desbandada hacia el PP no es solo el desastre de un partido al que el electorado da la espalda. No lo es en la Comunidad Valenciana, con sus endemismos y comediantes, ni en el ¨¢mbito nacional, con sus divos y desvar¨ªos, si bien la conclusi¨®n es la misma: el fracaso de las expectativas de regeneraci¨®n de una derecha que se apart¨® del PP, un partido que lleg¨® a 2015 agusanado, gangrenado y purulento. Ciudadanos atrajo en aquel momento a muchos votantes de derechas asqueados con la corrupci¨®n del PP y en 2016 incluso pudo llegar al Gobierno de Espa?a mediante un pacto con el PSOE que Podemos desbarat¨® para beneficio del PP. Se impidi¨® no solo que los socialistas gobernaran sin Podemos sino tambi¨¦n que el partido de Albert Rivera se consolidara como una alternativa m¨¢s o menos aseada de centro derecha con capacidad de orillar al PP y forzarlo a purgar la corrupci¨®n.
Despu¨¦s vino que Ciudadanos se abraz¨® al cuerpo infeccioso del PP, arruin¨® su regeneracionismo, se embriag¨® de s¨ª mismo y se estrell¨® contra el espejo en el que se miraba. A partir de ah¨ª, el elector de centro y derecha hastiado por la corrupci¨®n entendi¨® que si quer¨ªa ejercer su derecho al voto de un modo productivo no ten¨ªa m¨¢s alternativa que ponerse una pinza en la nariz y mirar al suelo. Eso permiti¨® al PP perfumar su pestilencia con sufragios, ataviarse con el ¡®Bolet¨ªn Oficial del Estado¡¯, sacar pecho de lo hecho y, ahora, reabsorber la hemorragia que le caus¨® Ciudadanos y presentar ese retorno de flujo sangu¨ªneo como una tendencia de crecimiento y cambio.
En la Comunidad Valenciana Ciudadanos fracas¨® desde el principio. Las encuestas de 2015 lo percibieron como el partido clave, la fuerza emergente que iba a comerle terreno a un PP en met¨¢stasis judicial. Ninguno de los sondeos dio en el clavo. Ciudadanos tampoco tuvo un predicamento intelectual como el que arrop¨® al partido en Catalu?a y en Madrid, ni acert¨® con los carteles electorales ni los discursos. Ni siquiera tuvo un mensaje que sonara alternativo a nada. Solo trajo el tufo rancio del anticatalanismo del sepulcro del tardofranquismo, con el punto largo y buen tir¨®n del pincel de Vicente Gonz¨¢lez Lizondo y la coreograf¨ªa de Paquita la Rebentaplenaris interpretada por Toni Cant¨®. Con todo, Ciudadanos nunca fue una amenaza para el PP, que antes del ¡°qu¨¦ hostia¡± de Rita Barber¨¢ hab¨ªa creado una tupida malla social de intereses durante dos d¨¦cadas en el poder, dopado con g¨²rteles, brugales, eriales, emarsas, imelsas, taulas y pitufeos (y dopante con funcionarios fantasma y jugosas canonj¨ªas y compadreos).
Es m¨¢s, con una estructura provincial en plan Pancho Villa, Ciudadanos incluso fue utilizado en Alicante por Eduardo Zaplana para situar a los suyos como contrapeso al PP de Francisco Camps. Ahora, mientras los m¨¢s vivales saltan del barco y nadan hacia el PP, el partido trata de reunir la calderilla que no suma para evitar su naufragio. Hasta ha recurrido a la resurrecci¨®n de Ferm¨ªn Artagoitia en una apelaci¨®n a la sobrenaturalidad. El fiasco electoral de Ciudadanos, sin embargo, ha resultado muy nutritivo para el PP, que, con tres de sus presidentes de la Generalitat en el banquillo y el rastro f¨¦tido de su podredumbre chorreando en los juzgados, no ha sentido presi¨®n ni para verse forzado a admitir sus tropel¨ªas, ni siquiera hacer prop¨®sito de enmienda sin reconocerlas. Lo cual facilita ahora que Carlos Maz¨®n y Mar¨ªa Jos¨¦ Catal¨¢, pese a su presencia en aquellos gobiernos que institucionalizaron la corrupci¨®n, se presenten como si fuesen turistas escandinavos que acabaran de llegar.
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