Una sombrerer¨ªa bicentenaria se abre paso entre franquicias en el centro de Valencia
Albero abre su tercera tienda en el barrio m¨¢s tur¨ªstico de la ciudad y pone una pica en el territorio ocupado por el turismo en el que van desapareciendo los comercios ¡®de toda la vida¡¯
Cuentan que un joven y mujeriego Lope de Vega llevaba prendido en su sombrero un mech¨®n de los cabellos de su amante Elena Osorio, a la que, despechado, dedic¨® unos insultantes versos por los que fue enviado al exilio de la corte madrile?a. Vivi¨® entonces, a finales de siglo XVI, en la Valencia teatrera de Guill¨¦n de Castro como atestigua una c¨¦ntrica plaza de la ciudad, que lleva el nombre del ¡°f¨¦nix de los ingenios¡±, seg¨²n el ep¨ªteto que dedic¨® Cervantes el prolijo dramaturgo. All¨ª, ahora, se ha instalado una peculiar tienda que tambi¨¦n tiene mucha historia, La Estrecha de Sombreros Albero.
Rafael Albero, su propietario, ha clavado una pica en el territorio de las franquicias, de la turistificaci¨®n y la uniformizaci¨®n de la ciudad con un producto que no difiere del que ya ofrec¨ªan sus ancestros en 1820, cuando abrieron la primera sombrerer¨ªa familiar muy cerca de la Lonja, donde contin¨²a bajo el mando de una prima. ¡°Me crie entre sombreros, sal¨ªa del colegio y me iba a la tienda¡±, explica el empresario que siempre ha buscado instalarse en los centros hist¨®ricos. Adem¨¢s de su otra tienda en Valencia, frente a la plaza de toros, el fabricante, distribuidor y vendedor de sombreros cuenta con una docena de establecimientos en ciudades como Zaragoza, Santander, Bilbao, Burgos, Vitoria o C¨®rdoba. ¡°Siempre hemos buscado sitios especiales y mantener la esencia del comercio, como Sombreros Dulin de 1896 en Logro?o que nos la quedamos cuando se jubilaron sus due?os y los vecinos y los pol¨ªticos nos lo agradecieron¡±, explica.
La falta de relevo generacional, el incremento de los alquileres en los centros hist¨®ricos y los cambios en los gustos y las necesidades, principalmente, se est¨¢n llevando por delante muchos comercios tradicionales. En el ¨²ltimo mes, el cierre del horno de San Nicol¨¢s, cuyo origen se remonta al siglo XIX, y de las guanter¨ªas Camps y Piqueras (ahora en liquidaci¨®n) han sido objeto de atenci¨®n en los medios de comunicaci¨®n en Valencia. Las redes sociales tambi¨¦n se han llenado de muchos lamentos por la muerte de un pasado, que es tambi¨¦n patrimonio de una ciudad y muy pocos comentarios sobre la conveniencia de comprar el pan en el horno del barrio o algunos regalos en ¡°las tiendas de toda la vida¡±, por ejemplo, para intentar al menos contener la extinci¨®n de estos comercios.
¡°Hay varias l¨ªneas de ayudas p¨²blicas para reformas, rehabilitaci¨®n, modernizaci¨®n, digitalizaci¨®n, con el fin de mantener estos comercios tradicionales y, a veces, los propios propietarios no las conocen o se tramitan mal o la burocracia es muy lenta¡±, explica Julia Mart¨ªnez, gerente de la Asociaci¨®n de Comerciantes del Centro Hist¨®rico de Val¨¨ncia, que engloba 456 establecimientos, incluidos los del Ensanche y ahora Russafa. ¡°Quiz¨¢ tendr¨ªamos que plantearnos ayudas para formaci¨®n, para aprendices, para asegurar que el negocio contin¨²a con sus especificidades si no hay relevo generacional¡±, a?ade la responsable, que rechaza ¡°el discurso derrotista¡± sobre el supuesto fin irremediable de estos comercios emblem¨¢ticos. ¡°En Valencia llegamos m¨¢s tarde que Barcelona o Madrid a la hora de proteger estos locales, que son tambi¨¦n patrimonio, pero hoy contamos con herramientas, planes y experiencia¡± para evitar que todo se llene de franquicias iguales que las de otras ciudades del mundo y que pueden pagar los elevados alquileres, sostiene.
Rafael Albero se llama tambi¨¦n el hijo del propietario de la sombrerer¨ªa que parece asegurar el relevo generacional. Trabaja en la nueva tienda, foco de atenci¨®n por su escaparate y por haber integrado el portal de la conocida como una de las fincas m¨¢s estrechas del mundo (en realidad era la escalera) de 107 cent¨ªmetros y atiende en ingl¨¦s a unos clientes que acaban de entrar y miran una de las gorras modernas, algunas de ellas convertidas en objeto de culto. ¡°Los turistas se han convertido en nuestros principales clientes, aunque tambi¨¦n sigue viniendo gente de siempre cuyos padres ya nos compraban. Ahora hay un resurgir del sombrero en verano, porque el sol aprieta y no olvidemos que un sombrero da sombra y a¨ªsla, pero claro ha de transpirar y estar hecho de buenos materiales¡±, apunta el padre.
Abanicos para siempre
En este sentido, el Panam¨¢ de fibra vegetal (paja toquilla), obtenida de una palma tropical, es el sombrero estrella. Los de la tienda proceden de Ecuador, fabricante original, si bien tom¨® el nombre del famoso canal en cuya construcci¨®n participaron trabajadores del pa¨ªs americano que lo portaban. Los ingenieros franceses volvieron a Europa con ellos y los popularizaron, seg¨²n la versi¨®n sint¨¦tica de Rafael Albero.
Tambi¨¦n en la misma plaza de Lope de Vega resiste los embates de las franquicias Abanicos Vibenca, que lleva 10 a?os en una esquina, ofreciendo un producto artesanal de fabricaci¨®n propia. Vicente Benlloch representa a la tercera generaci¨®n de su familia, radicada en Godella y dedicada al ¡°palmito¡±, que pinta abanicos a mano. ¡°Cada vez somos menos, claro. Cerraremos cuando mi mujer y yo nos jubilemos. Mi hijo quiere continuar con la tienda, pero es Ingeniero de Telecomunicaciones y esto es muy complicado de llevar si no est¨¢s aqu¨ª¡±, explica, mientras muestra el taller, ubicado en el interior de la tienda, abierto a la calle a trav¨¦s de un gran ventana. ¡°Esto no es un souvenir, es un complemento de calidad y un buen regalo para todo el a?o. Vienen clientes de toda la vida y muchos turistas, sobre todo de Francia, tambi¨¦n de Italia, que saben apreciarlo.. En fin, aqu¨ª estamos y aguantaremos hasta que nos retiremos¡±, concluye.
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