Andaluc¨ªa apunta al bipartidismo
La abrumadora victoria de Moreno permite a Feij¨®o ganar tiempo ante la gran pregunta: ?est¨¢ dispuesto a llegar a La Moncloa de la mano de Vox?
El mapa pol¨ªtico espa?ol empez¨® a fragmentarse en 2015 con la irrupci¨®n de partidos que han puesto en entredicho el c¨®modo turnismo al que estaban acostumbrados PSOE y PP, las dos formaciones nucleares del sistema en las ¨²ltimas d¨¦cadas. La crisis financiera global, la insufrible corrupci¨®n y el delirio rupturista de las ¨¦lites secesionistas catalanas impulsaron a opciones que apelaban a la indignaci¨®n (Podemos), la regeneraci¨®n (Ciudadanos) o la reacci¨®n (Vox).
Andaluc¨ªa ha sido en estos siete a?os la comunidad que ha anticipado unos cambios que luego tuvieron su r¨¦plica en la pol¨ªtica nacional. En el Parlamento auton¨®mico se estrenaron con representaci¨®n institucional Podemos y Vox, y ah¨ª aterriz¨® por primera vez Ciudadanos cuando dej¨® atr¨¢s la vocaci¨®n inicial, limitada a Catalu?a.
Esta efervescencia de lo alternativo, sin embargo, parece estar tocando techo y Andaluc¨ªa ha dado algunas pistas de lo que puede ser una recomposici¨®n del tablero pol¨ªtico que apunta de nuevo al bipartidismo. Y ello, pese al descalabro del PSOE en su otrora granero electoral, un descalabro que tiene que ver tanto con el improvisado proyecto auton¨®mico como con el desgaste del Gobierno de Pedro S¨¢nchez.
En la anterior legislatura, los dos principales partidos sumaban 59 de los 109 diputados de la C¨¢mara andaluza (33 el PSOE y 26 el PP), mientras que en la pr¨®xima van a tener 88, 58 el PP, con una hist¨®rica mayor¨ªa absoluta, y 30 el PSOE [los datos son con el recuento al 99%].
En la izquierda, el PSOE parece haber conjurado de forma definitiva el vuelco al que aspiraba Pablo Iglesias cuando proclam¨® su intenci¨®n de ¡°asaltar los cielos¡±. Y Yolanda D¨ªaz bastante tiene ahora con articular bajo su liderazgo todo lo que est¨¢ a la izquierda de los socialistas, que es un espacio amplio, s¨ª, pero tambi¨¦n atomizado, contradictorio, a menudo trasnochado y, sobre todo, mal avenido. Y pendiente de un Pablo Iglesias que dijo irse, pero est¨¢ y se resiste, como tantos otros ex, a ser un jarr¨®n chino.
En la derecha, el PP aguant¨® el asalto por el voto del centro que lanz¨® Albert Rivera, cuya ambici¨®n le llev¨® al may¨²sculo error de querer convertir a Ciudadanos en la fuerza hegem¨®nica del centroderecha en lugar de ejercer como partido bisagra entre las dos principales formaciones. Camino de la gloria, Rivera llev¨® a su partido a una agon¨ªa que se asoma a la extinci¨®n bajo el mando de In¨¦s Arrimadas.
En el flanco derecho del PP es donde se est¨¢ librando ahora la gran batalla entre lo nuevo y lo viejo. Vox ha drenado en los ¨²ltimos tres a?os el voto m¨¢s extremo que se cobijaba en el PP, que parece, a tenor de las encuestas, haber taponado la fuga de votos con la llegada de Alberto N¨²?ez Feij¨®o. Vox ha conseguido 14 diputados, frente a los 12 de 2018, lo que apunta a un frenazo en sus expectativas.
El gran reto de Feij¨®o hasta que lleguen las elecciones generales ser¨¢ convencer a los centenares de miles de votantes que se han dejado seducir por el discurso ultramontano de Vox. La abrumadora victoria de Juan Manuel Moreno en Andaluc¨ªa permite a Feij¨®o ganar tiempo ante la gran pregunta. ?Est¨¢ dispuesto a llegar a La Moncloa de la mano de Vox? Es decir, gobernar con un partido cuya visi¨®n de una Espa?a apocal¨ªptica solo existe en la tenebrosa imaginaci¨®n de sus dirigentes.
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