Casado en el alero
Castilla y Le¨®n no ver¨¢ lo ocurrido en Madrid. Y este es el verdadero problema del l¨ªder del PP. El espectro de Ayuso le seguir¨¢ atormentando
Todas las elecciones las carga el diablo, sobre todo cuando son anticipadas. Si encima se recubren de la incertidumbre que caracteriza a las de este domingo en Castilla y Le¨®n, su magnitud sat¨¢nica est¨¢ asegurada. Pocas veces unas elecciones que en principio entraban en la rutina de la pol¨ªtica normal pueden acabar teniendo un efecto tan tel¨²rico. Lo que est¨¢ sobre el tablero es el futuro inmediato de nuestra derecha. Ni m¨¢s ni menos. Y esto anticipa una serie de corrimientos de tierras pol¨ªticos imprevisibles.
Felipe Gonz¨¢lez siempre ha dicho, con raz¨®n, que la pol¨ªtica es pura gesti¨®n de expectativas. Las de Casado todos las conocemos. Tir¨® a Ma?ueco a la piscina de unos comicios anticipados tratando de proyectar la amplia victoria de Madrid a una comunidad supuestamente cautiva para rematar la faena despu¨¦s con las andaluzas y plantarse en las generales con corona de laureles. El objetivo no era solo sacar pecho frente al PSOE, en la estrategia entraba tambi¨¦n la aminoraci¨®n de la influencia de Vox. Dos por uno: vencer a los socialistas y dejar claro qui¨¦n manda en la derecha. Mas imaginemos que no hubiera agua en la piscina a la que han arrojado a Ma?ueco y no se dieran ninguna de las dos condiciones. Me cuesta pensar que la derecha en su totalidad pierda las elecciones en una comunidad tan conservadora, pero tanto la fragmentaci¨®n del voto por la aparici¨®n de las plataformas provinciales como una baja participaci¨®n pueden hacerlo posible. Por no hablar, y este es un punto relevante, de la forma en la que acabe distribuy¨¦ndose aquel en el interior de la derecha. Castilla y Le¨®n no ver¨¢ lo ocurrido en Madrid. Y este es el verdadero problema de Casado. El espectro de Ayuso le seguir¨¢ atormentando.
Ayuso demostr¨® que ambos objetivos eran posibles, vencer con claridad y frenar a Vox. O, lo que es lo mismo, que el liderazgo importa. No conseguirlo ahora dejar¨¢ al pie de los caballos a un l¨ªder del PP sobre el que recaen la sospecha y las encendidas soflamas de un importante sector de sus presuntos apoyos medi¨¢ticos. Curiosamente son los mismos que lo arrastraron a la estrategia que result¨® fallida, el competir con Vox por ver qui¨¦n era m¨¢s grosero, descalificador y de posiciones m¨¢s extremas. Ignoraron, por tanto, la m¨¢xima que tanto gustaba de predicar Arriola, que el centroderecha solo puede ganar en Espa?a cuando consigue desmovilizar a la izquierda. O sea, cuando se inclina al centro, no cuando se sube al monte.
Casado se equivoc¨® cuando pens¨® que la inercia de Madrid era extrapolable al resto de Espa?a. Aquellas elecciones en plena fatiga pand¨¦mica y con un liderazgo friki y respond¨®n se ajustaron bien al momento y a las condiciones espec¨ªficas de dicha Comunidad, pero no son trasladables sin m¨¢s a todo el pa¨ªs. De darse una relativa debacle del PP, este partido puede cometer ahora el mismo error si piensa que recurriendo a Ayuso como l¨ªder nacional va a resolver el liderazgo que necesita ?Pero hay alg¨²n otro en el banquillo? Y, casi peor, ?puede moderarse un partido que va a necesitar a Vox para decidir casi cada acto pol¨ªtico? Esperemos a ver qu¨¦ pasa en la noche electoral, pero las perspectivas para la derecha no son buenas. Es lo que tiene alimentar un discurso reducido casi al antisanchismo y a la obsesi¨®n por sus competidores a la derecha en vez de articularse a partir de actitudes y convencimientos propios.
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