...Y los asesores azuzaron

El debate electoral de la cadena SER en Barcelona lleva algo m¨¢s de una hora en marcha y contin¨²a con guante blanco: propuestas, contrapropuestas, alguna disputa suave... Carrizosa no ha hablado de ¡°chiringuitos independentistas¡± hasta la tercera intervenci¨®n (un Carrizosa todo el rato en catal¨¢n, por cierto). Todos parecen relajados, aunque Dolors Sabater (CUP) se sienta muy inclinada hacia adelante y habla en un volumen m¨¢s alto que los dem¨¢s: ambas cosas, tal vez, para dejar claro que ella es la candidata que se siente m¨¢s alejada de los dem¨¢s. El socialista Illa (de nombre Efecto) llega incluso a elogiar el trabajo de las autonom¨ªas, lo que incluye (hasta nueva orden) Catalu?a, o sea el Govern indepe y, especialmente, ERC. Uno de sus rivales directos. El republicano Pere Aragon¨¦s sigue con el papel de gestor eficiente que presenta su informe anual ante la asamblea de compromisarios de cualquier entidad. A Laura Borr¨¤s (Junts), muy c¨®moda tambi¨¦n, se le intuye bajo la mascarilla aquella sonrisa que lleva puesta desde casa y s¨®lo se quita en alguna entrevista, como la que le hizo este diario. Est¨¢ tan c¨®moda que ha tardado m¨¢s de una hora en hablar del ¡°Gobierno m¨¢s progresista de la historia¡±, el apelativo ir¨®nico que los indepes usan para meterse con PSOE y Comunes. Mientras, la com¨²n Jessica Albiach, aplicada, repite los conceptos que sabe que gustan a su p¨²blico: desprivatizar, recortes, Govern de izquierdas...

En el estudio, flanquean al moderador Josep Cun¨ª seis participantes, aunque en realidad son siete. Desde Madrid, v¨ªa telem¨¢tica, interviene ?ngels Chac¨®n, la candidata bussiness friendly del PdeCat. A Chac¨®n se la oye mal, aunque eso importa poco a Borr¨¢s y Aragon¨¦s, sus ex compa?eros de Govern, que ni hacen el gesto de mirar la pantalla por la que aparece. El pepero Alejandro Fern¨¢ndez se ha excusado y no est¨¢. Y esta vez no ha habido plaza para extraparlamentarios: ni Izquierda en Positivo, ni Recortes Cero, ni el Partit Nacionalista Catal¨¤, por poner ejemplos al azar.

Como digo, todo transcurre en un mar con oleaje suave, que permite o¨ªr propuestas para salir de la pandemia, por ejemplo, hasta que se produce la ¨²ltima pausa. En ese momento, entran los asesores: han estado siguiendo el debate con inquietud, encerrados en una sala contigua e imaginando r¨¦plicas, e irrumpen en el estudio en tromba. Imparten instrucciones a sus candidatos respectivos, cual entrenadores de baloncesto en el ¨²ltimo tiempo muerto. Y eso lo cambia todo.

Termina la pausa y entonces s¨ª, se desencadena el combate final, cada uno apuntando al rival correspondiente (que, tal vez, es aqu¨¦l con quien deber¨¢ pactar el d¨ªa despu¨¦s). Al final del debate, uno de los asesores me confirma mi impresi¨®n: ¡°Es que quedaban s¨®lo 15 minutos¡±. Hab¨ªa que enzarzarse, los asesores azuzaron. Y los candidatos obedecieron.

Lejos de los micr¨®fonos, lo que se constata en encuentros como este es la falta de simpat¨ªa entre todos los candidatos. Ni al entrar ni al salir se han mezclado, cada uno encerrado en su burbuja de convivencia con su equipo. Qu¨¦ lejos quedan aquellos tiempos en que Pasqual Maragall le arreglaba la chaqueta a su oponente Eul¨¤lia Vintr¨® instantes antes de arrancar un debate de elecciones municipales: era otro siglo.