Puigdemont tiene programa auton¨®mico
Los argumentos del expresidente chocan con la imaginer¨ªa de la candidatura, que mantiene en su video de campa?a las escenas del uno de octubre pese a que a cada visionado pierden m¨¢s su color original
En Argel¨¦s-sur-mer, en la Catalunya norte, estuvo uno de los m¨¢s extensos campos de refugiados de la Guerra Civil. Miles de personas, huidas del avance franquista, se hacinaban sobre la arena de la playa, cercados por alambradas, sin las m¨ªnimas condiciones de salubridad, tratados por las autoridades francesas m¨¢s como prisioneras que como refugiadas. Aqu¨¦l fue un exilio dur¨ªsimo. Ochenta y cinco a?os m¨¢s tarde, en esa misma ciudad ha presentado su programa electoral Carles Puigdemont, el exiliado high style de Catalunya.
La campa?a de Puigdemont es muy an¨®mala, como todo lo que le rodea y todo lo que toca desde hace m¨¢s de seis a?os. Es una campa?a exc¨¦ntrica; textualmente, digo, porque se produce fuera del territorio electoral, y eso le da, a¨²n m¨¢s si cabe, un halo de fantas¨ªa. El candidato observa Catalunya desde fuera, y desde arriba, como en los primeros planos de su anuncio de televisi¨®n, ¨¦se en el que proclama ¡°no nos enga?emos: estas elecciones no van de m¨ª¡±; ¨¦l, jefe de filas de una lista que se llama Puigdemont per Catalunya y cuyo rostro aparecer¨¢ como logo en las papeletas (no es el primero que lo hace, ya lo sabemos). Este viernes, mientras desgranaba sus apuestas electorales, lo flanqueaban a derecha e izquierda sendos r¨®tulos con su nombre, y un tercero en el atril.
Acostumbrados a un Puigdemont que no necesita bajar a la arena del d¨ªa a d¨ªa, m¨¢s a¨²n, que cultiva esa imagen de pol¨ªtico que no se mancha las manos con la gesti¨®n -lo que le resulta rentable entre sus fieles: no hay error posible cuando uno no ejerce y la distancia difumina las impurezas-, incluso sorprend¨ªa que aceptara hablar de programa de gobierno. Pero as¨ª fue. Aprovechando que el resto de los candidatos acud¨ªan a un primer debate en la Catalunya electoral, apunt¨® las primeras cien medidas que tomar¨¢ si es investido presidente y la amnist¨ªa se lo permite; es decir, anunci¨® un programa netamente autonomista: muy exigente, pero inserto en la legalidad. Cancelaci¨®n de la deuda de Catalunya, competencias fiscales y en inmigraci¨®n¡ reivindicaciones de m¨¢ximos, pero que se van a negociar con el Gobierno central, no se van a tomar por las bravas tras un nuevo refer¨¦ndum. Argumentos que chocan con la imaginer¨ªa de la candidatura, que mantiene en su video de campa?a las escenas del uno de octubre -refer¨¦ndum y apaleamiento de votantes- pese a que a cada visionado pierden m¨¢s su color original. Por el camino, Puigdemont atiz¨® -metaf¨®ricamente- a sus contrincantes, en una proporci¨®n de 25 contra Illa y 75 contra Aragon¨¨s. Sin citarlo, acus¨® al actual president de gobernar poniendo parches, de dejar que se le suban ¡°a caballo¡± y de no hacerse respetar por ¡°Madrid¡±. Y como sello de cosmopolitismo, de hombre de mundo, insisti¨® en su m¨¢s reciente latiguillo: denominar ¡°primer ministro¡± al presidente del Gobierno espa?ol, igual que el primo que regresa de Am¨¦rica con el acento de Julio Iglesias y preguntando ¡°c¨®mo se dice square en catal¨¢n¡±.
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