Peregrinar a Argelers
Iron¨ªas de la historia, hoy se hacen proclamas xen¨®fobas desde la ciudad a la que fueron a parar tantos catalanes (exiliados de los de verdad) que en su d¨ªa hu¨ªan de la guerra
Extra?o inicio de campa?a en Catalu?a. Porque la sensaci¨®n general es que vivimos siempre en ella, pero tambi¨¦n porque todos los focos estaban puestos en la Moncloa a la espera de la fumata de S¨¢nchez. La democracia se est¨¢ volviendo l¨ªquida y los l¨ªmites anta?o definidos por rituales casi sagrados se diluyen en espacio y tiempo. No he visto m¨¢s que a un solo candidato mojar la escoba para pegar carteles. Desde fuera se podr¨ªa achacar al racismo que solo Ignacio Garriga tenga que hacer tan pringoso trabajo, pero no hay m¨¢s que asistir a alguno de sus m¨ªtines para descubrir que el racista es ¨¦l. Repite lo de siempre, que los inmigrantes son un problema y se quedan con las ayudas. ?Lo dir¨¢ por ¨¦l, que ha estado usando dinero p¨²blico para hacer la compra o pagar la cuota del AMPA del colegio de sus hijos?
Se desdibujan los l¨ªmites, tambi¨¦n los espaciales y siguiendo la campa?a de Junts se dir¨ªa que la Catalu?a del Sur ya ha reconquistado la del Norte sin que Francia se haya enterado. Puigdemont est¨¢ euf¨®rico porque esta vez, lejos del aislamiento de Waterloo y liberado de los g¨¦lidos cauces digitales que le impon¨ªa la comunicaci¨®n a distancia, ahora puede ver y tocar a sus fans. S¨ª, fans, porque el president hace tiempo que dej¨® de ser un simple pol¨ªtico del que haya que escuchar propuestas e ideas y se ha convertido en una figura digna de ser venerada. ?Qui¨¦n si no ?l ser¨ªa capaz de hacer que la monta?a vaya a Mahoma? Junts fleta autobuses desde distintas comarcas catalanas para asistir a sus m¨ªtines a horas fijas como las misas o como esas estrellas que se instalan en Las Vegas en vez de hacer giras.
¡°Conocido en toda Europa¡±, anuncia el presentador y al subir Carles a la tarima se levantan de sus sillas forofos y forofas. Incluso una mujer centenaria fue a verlo el otro d¨ªa. El resto del p¨²blico es algo m¨¢s joven, pero no mucho, con lo cual no sabemos si esta localidad puede convertirse en un santuario laico al que ir a pedir milagros. La desbordante euforia del de Amer no impide venderles algunas bater¨ªas de cocina a los asistentes: que por supuesto hay que conseguir la independencia y cuidar la lengua y tener las competencias en inmigraci¨®n porque Catalu?a tiene por delante un enorme reto demogr¨¢fico y cuando es Espa?a la que se ocupa de estos asuntos ya sabemos lo que pasa.
Como buen convergent (tu ja m¡¯entens), Puigdemont no lo dice, pero todo el mundo sabe a lo que se refiere. ¡°Lo que pasa¡± con la inmigraci¨®n es que hay demasiada y en las mentes de los asistentes se activan los nodos de todo tipo de teor¨ªas de la conspiraci¨®n cuyo objetivo es diluir la sociedad catalana para extinguirla. Iron¨ªas de la historia, estas proclamas xen¨®fobas se hacen en Argelers, ciudad a la que fueron a parar tantos catalanes (exiliados de los de verdad) que en su d¨ªa hu¨ªan de la guerra.
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