Fr¨ªas quiere abrir sus murallas contra la despoblaci¨®n
Una peque?a localidad burgalesa, reconocida como ciudad en el siglo XV, trata ahora de atraer poblaci¨®n para evitar el declive. La campa?a electoral, m¨ªnima y centrada en las relaciones personales, busca el equilibrio entre turismo y asentamiento
Los nuevos tiempos de la despoblaci¨®n son como saetas que cercan las murallas de la medieval Fr¨ªas (Burgos, 260 habitantes). La localidad, erigida en lo alto de un otero coronado por un imponente castillo, pas¨® siglos dirigiendo la zona y defendi¨¦ndose de invasores. Tal peso le vali¨® ser reconocida como ciudad, pues ostenta ese t¨ªtulo desde 1435. El destino ha querido que, tras una historia de defensa, ahora su supervivencia pase por abrirse al exterior: el objetiv...
Los nuevos tiempos de la despoblaci¨®n son como saetas que cercan las murallas de la medieval Fr¨ªas (Burgos, 260 habitantes). La localidad, erigida en lo alto de un otero coronado por un imponente castillo, pas¨® siglos dirigiendo la zona y defendi¨¦ndose de invasores. Tal peso le vali¨® ser reconocida como ciudad, pues ostenta ese t¨ªtulo desde 1435. El destino ha querido que, tras una historia de defensa, ahora su supervivencia pase por abrirse al exterior: el objetivo es lograr nuevos pobladores para esas casas de piedra, muchas cerradas, y esas calles por donde pasean cada a?o miles de visitantes. Un pasado fascinante y un futuro comprometido.
Los residentes agradecen ese turismo clave para la econom¨ªa local, pero avisan, en plena campa?a electoral de las municipales del 28-M, de la importancia del ¡°equilibrio¡± entre proteger a los nativos y fomentar las visitas. Por el pueblo no hay estos d¨ªas pancartas electorales, sino carteles de cursos de iniciaci¨®n a huertos ecol¨®gicos. Los coches con megafon¨ªa de los partidos ¡ªsolo se presentan PP y PSOE¡ª tienen complicado acceder por las calles empedradas y en cuesta. Y, por otro lado, los vecinos aseguran ce?ir su voto a la confianza en los candidatos con los que charlan, sin necesidad de m¨ªtines o pase¨ªllos, cuando salen a andar o hacer recados.
La historia de Fr¨ªas est¨¢ en las enciclopedias, que glosan el pasado romano del pueblo, la importancia del r¨ªo Ebro, a¨²n adolescente en caudal, para propiciar asentamientos, o c¨®mo el rey Alfonso VIII de Castilla le otorg¨® el Fuero de Logro?o en 1202 para afianzar su dominio, pues incluso cont¨® con una juder¨ªa cuyos restos a¨²n se aprecian. El gran t¨ªtulo lleg¨® en 1435: Juan II de Castilla la design¨® ¡°ciudad¡±, un honor del que todav¨ªa presumen sus habitantes. Oficialmente, no puede ser considerada ¡°la ciudad m¨¢s peque?a de Espa?a¡± ¡ªun portavoz del Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE) explica que no existe en la actualidad ¡°una clasificaci¨®n oficial de pueblos o ciudades¡± a esos efectos¡ª, pero los fredenses reivindican su pedigr¨ª hist¨®rico.
As¨ª, el reconocimiento medieval sigue vigente, aunque no conlleve grandes consecuencias aparte del orgullo local y el gancho tur¨ªstico. La otra forma de descubrir la evoluci¨®n de Fr¨ªas es preguntarle a Pepi Angulo, de 83 a?os, que a¨²n recuerda cuando las calles bull¨ªan. ¡°Hab¨ªa una f¨¢brica de gaseosas, una chocolater¨ªa, una mercer¨ªa, un sastre, un carpintero, una bodega, una cuadra con vacas lecheras, una hojalater¨ªa, una carnicer¨ªa, una reposter¨ªa y un telar¡±, recita mientras se?ala aqu¨ª y all¨¢. Hoy su dedo apunta a casas cerradas, alguna hundida, y alg¨²n restaurante en esa deca¨ªda calle principal. ¡°Ahora es todo turismo, pero nadie se queda¡±, lamenta antes de volver al hogar desde donde divisa las hist¨®ricas almenas.
Una tertulia improvisada en un estanco reconvertido en ultramarinos, o viceversa, acoge a varias generaciones unidas por el apego al pueblo y a la petici¨®n de ¡°equilibrio¡±. Ah¨ª est¨¢ la madre del cordero electoral. Iraia Rilo, bilba¨ªna de 28 a?os, atiende la caja y a la clientela. Ana Ib¨¢?ez, de 60, viene a por una chapata y sale entre consejos: ¡°En los pueblos se vive muy bien y a los alcaldes no les pedimos milagros, solo que miren por los vecinos y sepan pedir bien las subvenciones¡±. Ella asume que la localidad ¡°vive del turismo¡±, pero ans¨ªa ¡°m¨¢s opciones¡±. La veterana ?ngela Herr¨¢n, de 84, ¡°de aqu¨ª de toda la vida de Dios¡±, agradece que ahora se fomente la historia, desencadenante de que un jueves cualquiera lleguen autobuses con 100 franceses. Eso s¨ª, con la agricultura y los forasteros no se crece: ¡°Las comunicaciones son malas¡±.
La joven Rilo, educadora social, reside en Bilbao, pero se escapa cuando puede. ¡°Me gusta m¨¢s esta vida, pero [en Fr¨ªas] no tengo oportunidades¡±, se?ala. Pronto aparece Josema Bergado, de 60 a?os, que resume lo que ¨¦l espera de cualquier alcalde: ¡°No importa el partido, sino que se implique¡±. Desde 1983, el PP (primero Alianza Popular) y el PSOE se han alternado en la alcald¨ªa, que los ¨²ltimos ocho a?os ha estado ocupada por los socialistas.
Las peticiones llegan al Consistorio, donde la teniente de alcalde, M¨ªriam Bergado, de 55 a?os, explica su ¡°pena¡± al recorrer Fr¨ªas y ver demasiados carteles de ¡°se vende¡±, grietas en los muros o persianas bajadas. ¡°El turismo genera riqueza pasajera, la clave es el asentamiento. Antes dec¨ªan que quien se quedaba no val¨ªa para m¨¢s¡±, expone entre libros conmemorativos sobre el pueblo, cuyos documentos hist¨®ricos custodia el Archivo de Burgos. ¡°Estamos muy orgullosos del t¨ªtulo de ciudad, se nos llena la boca. La gente pide que queramos a Fr¨ªas y ayudemos a mantenerla¡±, indica la tambi¨¦n concejala de Turismo.
La visita transcurre entre sol, nubes y lluvia, climatolog¨ªa caprichosa como la cobertura telef¨®nica. Subir al castillo permite contemplar una inmensa extensi¨®n tambi¨¦n v¨ªctima de la despoblaci¨®n. En 1877 viv¨ªan 1.372 personas en Fr¨ªas; en 1930, unas 1.000; hoy, 260, seg¨²n el INE. Casilda Cuevas analiza el panorama: ¡°Los castellanos somos trabajadores y sufridores, aqu¨ª se est¨¢ muy bien, pero necesitamos iniciativa privada; los habitantes queremos turismo, pero tambi¨¦n servicios. Sin gente no hay impuestos¡±. Ella cumple 65 a?os y cerrar¨¢ por jubilaci¨®n una bonita tienda de recuerdos: ¡°Hay que dar paso a los j¨®venes¡±.
¡ª?Y si no hay?
¡ªTienen que venir, nuestros ya no quedan.
Recibe cada tarde el bolet¨ªn Diario de elecciones, escrito por el director adjunto de EL PA?S Claudi P¨¦rez. ?Sabes cu¨¢nto gasta tu ayuntamiento por habitante? Desc¨²brelo aqu¨ª.