Elecciones vascas: instrucciones de uso
El PNV retiene el Gobierno, pero la hegemon¨ªa es ya cosa de dos, con Bildu cada vez m¨¢s y m¨¢s cerca
Con el debate pol¨ªtico centrado en la gesti¨®n, y no en el eje identitario, el nacionalismo vasco acumul¨® este domingo 54 de los 75 esca?os en el Parlamento. R¨¦cord hist¨®rico. A pesar de algunos patinazos imperdonables, la izquierda abertzale logra un gran resultado ¨Dtambi¨¦n hist¨®rico, al cabo estamos en una inauguraci¨®n permanente de la historia¡ª y alcanza pr¨¢cticamente uno de cada tres votos con un discurso m¨¢s centrado en la pol¨ªtica social que en las reivindicaciones independentistas. El PNV, en fin, retiene el Gobierno, pero la hegemon¨ªa es ya cosa de dos, con Bildu cada vez m¨¢s y m¨¢s cerca. Eso sucede precisamente cuando la sociedad vasca huye de los aventurerismos desde el fracaso estrepitoso del Plan Ibarretxe y el final de ETA.
EH Bildu lleva tiempo en un proceso de transici¨®n, a¨²n no culminado como se vio con el rechazo de su l¨ªder, Pello Otxandiano, a reconocer a ETA como grupo terrorista. A Otxandiano, probablemente, le falta cuajo. Es eso o que la direcci¨®n de Bildu sigue mirando de reojo a su militancia y teme que decir las verdades del barquero sobre ETA tenga consecuencias negativas sobre la estabilidad de esa coalici¨®n de partidos. Pero la primera lecci¨®n de las elecciones vascas es un aviso a navegantes para Catalu?a: la sanidad, la educaci¨®n y la gesti¨®n pesan m¨¢s en Euskadi que el debate soberanista. Nadie ha pronunciado en campa?a las palabras ¡°refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n¡±; ni siquiera la reforma del Estatuto parece una prioridad. Tras una d¨¦cada de proc¨¦s y con Salvador Illa al frente de las encuestas, todav¨ªa hay que ver si de Catalu?a puede decirse lo mismo. Aunque casi todo es m¨¢s borroso hacia el Mediterr¨¢neo: Catalu?a y el Pa¨ªs Vasco son dos relojes que no dan la misma hora. ¡°Acaso en Catalu?a tendr¨ªa alguien que preocuparse de rellenar el tiempo con una tarea que tal vez no sea del todo superflua: la de gobernar, la de administrar, la de hacer por el pueblo algo m¨¢s que ofrecerle ocasi¨®n y pretexto para estos deslumbrantes espect¨¢culos¡±, escribi¨® Chaves Nogales hace casi un siglo. (Unos p¨¢rrafos antes parec¨ªa Nostradamus hablando de Puigdemont y Junqueras: ¡°Catalu?a tiene una virtud imponderable, la de convertir a sus revolucionarios en puros s¨ªmbolos, ya que no puede hacer de ellos perfectos estadistas¡±).
La segunda lecci¨®n procede de las lecturas nacionales del 21-A. Los socialistas suben y son imprescindibles para formar Gobierno; los populares mejoran tambi¨¦n los p¨¦simos resultados de 2020 pero siguen condenados a la irrelevancia y son incapaces de barrer a Vox, que mantiene su esca?o en ?lava (qu¨¦ baratos son algunos esca?os: menos de 6.000 votos en este caso). Pedro S¨¢nchez, en fin, se rehace tras el varapalo en Galicia, encara las catalanas y europeas con otro aire y, sobre todo, de alguna manera apuntala su precaria mayor¨ªa parlamentaria: dif¨ªcilmente el PNV va a o¨ªr los cantos de sirena del PP mientas necesite imperiosamente los votos del PSE en casa. Menos a¨²n con Feij¨®o atado al m¨¢stil de Abascal en varios Gobiernos regionales. Eso s¨ª: el b¨¢lsamo para S¨¢nchez durar¨¢ poco. El horizonte catal¨¢n es m¨¢s brumoso, las consecuencias para la gobernabilidad de Espa?a se har¨¢n m¨¢s evidentes. No est¨¢ tan claro que Junts no vaya a tener incentivos para hacer un acercamiento al PP despu¨¦s de las europeas, en funci¨®n de qu¨¦ viento sople en ese momento. Puigdemont ya ha sacado a pasear esa opci¨®n alguna vez: esa es un arma de negociaci¨®n. Y todas las armas contienen un presagio.
La ¨²ltima lecci¨®n es para la izquierda a la izquierda del PSOE. El desastre en Galicia se consuma en el Pa¨ªs Vasco. Sumar consigue un esca?o pero pierde nada menos que cinco, y Podemos desaparece: ese espacio se deteriora como una muela picada de caries, y las pr¨®ximas citas electorales tampoco tienen buena pinta. En Espa?a las derechas est¨¢n cambiando: de defensoras del orden y la estabilidad han pasado a abrazar ideas libertarias y casi populistas, en una americanizaci¨®n galopante. En cambio, las izquierdas son terriblemente fieles a s¨ª mismas, con esa querencia por disgregarse y despedazarse y, en medio de esa zozobra, por seguir dando muestras de superioridad moral, como en aquel verso de Auden que habla de dar clases de navegaci¨®n mientras el barco se hunde.
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