El ¡®Good Bye, Lenin!¡¯ del profesor Sergio en el Hospital Ram¨®n y Cajal
El madrile?o Sergio Casado fue operado con ¨¦xito de la columna el 11 de marzo. As¨ª vivi¨® la ¨²ltima operaci¨®n programada en este centro sanitario
¡°?l todav¨ªa no ha desarrollado el miedo¡±. Sergio Casado, de 41 a?os, cuenta que su hijo Nico no se ha enterado de nada. Tiene 16 meses. Alg¨²n d¨ªa sabr¨¢ que su padre fue la ¨²ltima operaci¨®n programada del Hospital Ram¨®n y Cajal antes del coronavirus. Ser¨¢ como un cuento. Un 9 de marzo, cuando un bicho invisible zigzagueaba sigiloso por todos los rincones de Madrid, un profesor de literatura recibi¨® una llamada que esperaba desde hac¨ªa seis meses:
¡ª Buenos d¨ªas, ?Sergio Casado?
¡ª S¨ª, soy yo.
¡ª Su operaci¨®n de columna ser¨¢ el mi¨¦rcoles 11 de marzo.
A los 41 a?os, este fan¨¢tico de la serie Peaky Blinders de Netflix vive con una enfermedad degenerativa en la columna. El nombre real es osteoartritis. El significado es el desgaste de los cart¨ªlagos. ¡°Los huesos se van pegando unos con otros y producen unas hernias dolor¨ªsimas¡±. Hace tres semanas, cuando todav¨ªa se daban besos, Sergio dio el ¨²ltimo a su mujer, al peque?o y sali¨® de casa rumbo al hospital. Todav¨ªa no se hab¨ªa decretado el Estado de alarma, pero las noticias iban a toda velocidad. ¡°Parece que ha pasado un siglo, pero solo han pasado 20 d¨ªas¡±. Ya dentro, vio al personal sanitario de batas blancas y verdes. Escuch¨® en algunos corrillos conversaciones que hablaban de un robo de un paquete de mascarillas en el hospital. Pero nada m¨¢s. All¨ª hab¨ªa enfermos de todo tipo: gastroenteritis, dolores varios, algunos infartos, o como ¨¦l: pacientes preparados para una operaci¨®n inminente. La vida en un hospital. Hasta ahora.
¡ª Su habitaci¨®n es la 326, pase.
Por los pasillos escuch¨® c¨®mo el coronavirus empezaba a colarse en Urgencias. No hay que olvidar que aquella ma?ana de marzo la presidenta Ayuso cerr¨® las aulas de Madrid, pero en las 24 horas que trascurrieron entre el martes 10 y el mi¨¦rcoles 11 de marzo el Museo del Prado o los restaurantes segu¨ªan abiertos. Dice que lleg¨® a pensar en que su ansiada operaci¨®n, esa que lo mantiene de baja desde octubre, se cancelar¨ªa. Pero no. ¡°Antes de la anestesia general vino mi hermano por si la intervenci¨®n se complicaba y hab¨ªa que tomar decisiones dif¨ªciles¡±. Sergio entr¨® a las 8.30 en el quir¨®fano. Sali¨® a las 14.00. En solo seis horas el paisaje del hospital era distinto. Guardando las distancias, vivi¨® algo parecido a la pel¨ªcula de Good Bye, Lennin! Un mundo nuevo. Fue la ¨²ltima operaci¨®n programada del hospital. Ya todo era diferente.
La operaci¨®n sali¨® muy bien, pero ahora ten¨ªa otra que no estaba prevista: evitar el contagio. ¡°Cuanto menos gente venga a verte, mejor¡±, dijeron los celadores. No fue nadie. Su hermano se march¨® ante las noticias que llegaban. Ya solo hab¨ªa una conversaci¨®n en los pasillos: ¡°La cosa se est¨¢ poniendo cada vez peor¡±. A Sergio lo subieron a la habitaci¨®n 326. ?l no se pod¨ªa mover. Necesitaba ayuda para todo: asearse, comer, beber o el simple gesto de darse la vuelta en la cama. Angustia. Ansiedad. Estr¨¦s. En la tele ya se hablaba de la distancia de seguridad de un metro como algo normal.
Las horas pasaban. ¡°El miedo empez¨® a ser atroz en el personal y en los pacientes. Los sanitarios no ten¨ªan mascarillas y muchas veces entraban sin guantes. Nada era igual al d¨ªa anterior. Ni ellos ni nosotros sab¨ªamos si nos est¨¢bamos contagiando mutuamente¡±. La consigna era clara: ¡°Cuanto antes os recuper¨¦is, antes saldr¨¦is¡±. Y ¨¦l sin poder mover un solo m¨²sculo, sondado por todos lados, con una v¨ªa triple en una mano, una simple en la otra, el surtidor de morfina y un sistema de presi¨®n en las piernas para la circulaci¨®n. Inmovilidad absoluta.
El viernes 13, todav¨ªa sin el Estado de alarma, lo trasladan junto a todos los pacientes de traumatolog¨ªa a la ¨²ltima planta del hospital para evitar el contagio. ¡°?Ya hab¨ªa contagios en la tercera!¡±. El bicho invisible estaba-est¨¢- en todas partes.
El miedo era compartido. ¡°Los enfermeros y m¨¦dicos se desahogaban con nosotros y nosotros con ellos. Escuch¨¦ a algunos llorar. Si en ese momento, que estaba todo empezando, la situaci¨®n era tensa, ahora no me lo quiero ni imaginar¡±. Sergio pact¨® con su compa?ero de habitaci¨®n no encender la televisi¨®n. Nada de noticias malas. ¡°El s¨¢bado ya no se hablaba de otra cosa¡±. Era casi imposible desconectarse.
Al d¨ªa siguiente, el bicho lleg¨® a la cima. ¡°A la ¨²ltima planta tambi¨¦n entr¨® la pandemia. Algunos pacientes se contagiaron¡±. Cuenta que su mujer y su hijo lo vivieron todo a trav¨¦s de videollamadas. ¡°Se marcharon a un pueblo de Toledo, con la familia, ah¨ª tenemos una segunda casa¡±. Al d¨ªa siguiente, el presidente S¨¢nchez anunci¨® el Estado de Alarma: ¡°Nadie se puede desplazar, salvo casos de extrema necesidad¡±. ?l, agobiado, explic¨® a los m¨¦dicos que si le dan el alta se tiene que ir s¨ª o s¨ª a su segunda residencia porque no se puede mover. Lunes. Alta m¨¦dica. Siguiente duda: ¡°?Y si tengo el coronavirus?¡±. Respuesta: ¡°Debes de estar 14 d¨ªas aislado en casa¡±. El Hospital realiza las gestiones y le entrega un documento al conductor de la ambulancia donde dicen que Sergio viaja a su segunda residencia por extrema necesidad. Sergio sale del hospital con un cors¨¦ y sin s¨ªntomas, aparentemente. Ning¨²n familiar acude a recibirle. La ambulancia va camino de casa.
¡°Cuando est¨¢s solo se pasa mucho miedo¡±. Hora y media despu¨¦s, Sergio llega al pueblo. All¨ª est¨¢n su mujer, que ser¨¢ su enfermera estos d¨ªas, y su hijo, al que ver¨¢ a lo lejos desde la cama. ¡°Me hac¨ªan juegos desde la puerta de la habitaci¨®n. Las operaciones de traumatolog¨ªa son muy mec¨¢nicas. Esto es hueso y taladro, muy de bricolaje. Ya me falta menos para volver a andar¡±. Este lunes termin¨® su cuarentena. ?l agradece una y otra vez la labor de los sanitarios aquellos d¨ªas. Eso no se olvida. Ahora ya est¨¢ con su hijo Nico en el sal¨®n. El cuento ha terminado. ¡°Hoy comeremos todos un arroz a la cubana¡±.
Informaci¨®n sobre el coronavirus
- Aqu¨ª puede seguir la ¨²ltima hora sobre la evoluci¨®n de la pandemia
- El mapa del coronavirus: as¨ª crecen los casos d¨ªa a d¨ªa y pa¨ªs por pa¨ªs
- Preguntas y respuestas sobre el coronavirus
- Gu¨ªa de actuaci¨®n ante la enfermedad
- En caso de tener s¨ªntomas, estos son los tel¨¦fonos que se han habilitado en cada comunidad
- Pincha aqu¨ª para suscribirte a la newsletter diaria sobre la pandemia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.