Dentro de la residencia: ¡°Es una sensaci¨®n de paranoia. Al m¨¢s m¨ªnimo desliz la liamos¡±
En una de las casas de mayores en Madrid el reto diario es resistir al asedio del virus para no acabar como muchos otros centros en la regi¨®n
El bicho puede entrar por cualquier resquicio. Por mucho que ponga todo el cuidado del mundo, el subdirector de la residencia madrile?a Monte Carmelo tiene la sensaci¨®n de que hay un factor suerte que no pueden controlar. Juan Antonio Garc¨ªa pasa el d¨ªa en tensi¨®n, vigilando cada detalle. Que ning¨²n trabajador suba a la residencia sin desinfectarse en la lavander¨ªa, que pomos, mesas y sillas sean desinfectados varias veces al d¨ªa, que nadie entre en la zona roja donde se encuentra un mayor aislado...
¡°Es una sensaci¨®n de paranoia. Al m¨¢s m¨ªnimo desliz la liamos¡±, dice Garc¨ªa, un enfermero de 43 a?os. Llega a casa exhausto, esperando que el asedio del coronavirus acabe de una vez. Al menos, duerme con la conciencia tranquila. ¡°Hacemos todo lo humanamente posible para que no nos caiga encima la espada de Damocles¡±.
Este s¨¢bado una quincena de mayores pasaba la tarde en la zona limpia, por donde entraba el sol y el silencio casi absoluto de la calle de Ayala, en el distrito de Salamanca de Madrid. Desde fuera de la sala se pod¨ªa o¨ªr y ver a varios rezando el rosario. Dos mujeres conversaban sentadas en torno a una mesa y otra hablaba por el tel¨¦fono m¨®vil junto a un ventanal. Dos periodistas de EL PA?S entraron equipados con medidas de protecci¨®n en la residencia Monte Carmelo, una visita extraordinaria porque las residencias est¨¢n sometidas a un estricto confinamiento. Parte del sector piensa que el cierre, aunque es imprescindible, ha contribuido al p¨¢nico. Algunos centros intentan tranquilizar a las familias con videollamadas pero domina la angustia por las noticias tr¨¢gicas y no ayuda la poca transparencia de la Comunidad de Madrid. Su balance catastr¨®fico no detalla los muertos en cada residencia. El viernes, ¨²ltimo d¨ªa con datos, hab¨ªa 5.272 muertos diagnosticados con covid-19 o con s¨ªntomas en residencias de servicios sociales, la inmensa mayor¨ªa en las 475 de mayores, donde a principios de marzo hab¨ªa algo m¨¢s de 52.000 plazas autorizadas.
Monte Carmelo ha implementado estrictas medidas de protecci¨®n y ha eludido el golpe mortal del virus. ¡°Que quede claro que aqu¨ª no ha habido muertos¡±, recalca su director, Vicente Aranda, religioso de 59 a?os de la orden de los Padres Carmelitas. Pero su personal lucha al l¨ªmite y con pocos recursos para mantenerse a flote. ¡°Hemos recibido muy poca ayuda concreta, directa y r¨¢pida de parte de las administraciones¡±, lamenta director Aranda. Han resistido gracias a donaciones de mascarillas, pantallas para la cara, o tests r¨¢pidos por parte de empresas. Tienen un concentrador de ox¨ªgeno prestado por el Hospital de la Princesa. Como han hecho muchas residencias, han competido por ayuda aqu¨ª y all¨¢ en un mercado privado ca¨®tico y escaso. Aranda no sab¨ªa decir si alg¨²n material que han recibido proced¨ªa de la ayuda que se encarga de distribuir la consejer¨ªa de Sanidad de la Comunidad de Madrid.
El sector de residencias se sienten relegados en el orden de prioridades de las administraciones, a pesar de tener a su cargo a los m¨¢s fr¨¢giles: ¡°Han priorizado evitar el colapso sanitario versus una atenci¨®n adecuada a las residencias¡±, critica Juan Jos¨¦ Garc¨ªa, secretario general de Lares, la patronal de las residencias sin ¨¢nimo de lucro.
Esta residencia religiosa con 78 plazas ya celebr¨® reuniones informativas a final de febrero, cuando empezaron a llegar noticias de muertes en residencias de Lombard¨ªa, en Italia, por medio de la red europea a la que pertenece, The European Ageing Network. Ten¨ªa en stock algo de material protector que compraron para hacer frente a un brote de gripe anterior, as¨ª que pudieron protegerse desde el principios de la epidemia. Pese a todo, dos residentes han ca¨ªdo enfermos. Uno se encuentra en un hospital de estancias medias y otro ha vuelto y se halla aislado en su habitaci¨®n. Un aviso en la puerta alerta de que se trata de una "zona roja¡±. Solo un trabajador est¨¢ autorizado para entrar y cada vez que salga debe bajar al s¨®tano, donde est¨¢ la lavander¨ªa, para cambiarse de ropa y desinfectarse con un bote pulverizador.
Antes de entrar en la recepci¨®n, todo visitante debe limpiarse los pies en una toalla. La recepcionista Isabel Navarro les entrega un term¨®metro. Los trabajadores bajan a vestirse a la lavander¨ªa, una sala amplia y bien separada del resto de la residencia. Las habitaciones de los residentes est¨¢n en la planta cuarta, quinta y sexta del edificio. Es toda una suerte que el centro tuviese este dise?o porque ha facilitado cumplir las medidas de separaci¨®n por grupos, en funci¨®n de si los residentes ten¨ªan s¨ªntomas o no. Residencias m¨¢s peque?as, en chal¨¦s o con solo una planta, lo han tenido m¨¢s dif¨ªcil. Una trabajadora de Monte Carmelo va de un lado a otro de la residencia con una botella pulverizadora. El subdirector explica que estos d¨ªas esa es su ¨²nica funci¨®n. Se rota con otra persona en dos turnos por d¨ªa. Pulverizando aqu¨ª y all¨¢.
El padre Aranda est¨¢ agradecido por la entrega de su equipo. Han tenido bajas por la enfermedad pero las han cubierto. Agradece la total entrega y disponibilidad, del primero al ¨²ltimo. ¡°Han sido ejemplares. Algunos de baja incluso nos llaman desde casa, ofreci¨¦ndose para volver¡±.
?Conoces casos de brotes de coronavirus en residencias de la Comunidad de Madrid? Contacta con los reporteros fpeinado@elpais.es o jdquesada@elpais.es o m¨¢ndales un mensaje por Twitter a @FernandoPeinado o @jdquesada
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