El coronavirus arrebata a un pueblo madrile?o parte de su alma: adi¨®s a Jos¨¦ Antonio, el m¨¦dico de los ojos de zafiro
Este doctor de familia es uno de los 76 sanitarios fallecidos en Espa?a durante la pandemia. Se contagi¨® en el ambulatorio de San Agust¨ªn de Guadalix, pasando consulta a sus vecinos
Jos¨¦ Antonio Fern¨¢ndez L¨®pez ten¨ªa unos ojos azules enormes, como piedras de zafiro. ¡°?Vaya ojazos, Jos¨¦ Antonio!¡±. ¡°?Qu¨¦ ojos tan bonitos tienes, Jos¨¦ Antonio!¡±, le dec¨ªan sus pacientes en el centro m¨¦dico madrile?o de San Agust¨ªn del Guadalix. ?l, humilde a los piropos y a la vida, contestaba con risas. Sus ¨²ltimos d¨ªas en la UVI del Hospital de La Paz lo fio todo a su mirada. Si ten¨ªa hambre, sue?o, o algo le dol¨ªa, se lo indicaba con un leve movimiento de ojos a Isabel, su ¨²ltima enfermera. ¡°Era incre¨ªble ver c¨®mo brillaban¡±, cuenta ella ahora. Sobre todo cuando escuchaba de Isabel el nombre de su mujer, To?i, o de sus hijos, Marcos y Daniel. Isabel no lo conoc¨ªa de nada. Pero vio en ese rostro bonach¨®n el milagro que vencer¨ªa a la maldita pandemia. ¡°Era mi esperanza contra esta mierda de virus¡±. Jos¨¦ Antonio entr¨® en la UVI la noche del 3 de abril. Se contagi¨® en el ambulatorio del pueblo, donde pasaba consulta a los enfermos de covid-19. Muri¨® el 7 de mayo a los 61 a?os.
Si alguien preguntara qui¨¦n era el m¨¦dico Jos¨¦ Antonio, bastar¨ªa con mandarle a los pueblos de la zona Norte de Madrid: La Cabrera, El Molar, Talamanca de Jarama y San Agust¨ªn del Guadalix. Se tomaba su tiempo para atender a cada paciente en su peque?o despacho. Explicaba, examinaba, conversaba. Nadie se pon¨ªa nervioso en la sala de espera ni se levantaba a quejarse a los de la recepci¨®n por las largas demoras. Nunca. Tras esa puerta, no solo estaba un hombre de confianza, estaba la voz que les alargaba la vida.
Es tal el golpe que han recibido los 13.000 vecinos de San Agust¨ªn, que hasta confinados recogen firmas en internet para que el consultorio lleve su nombre. La petici¨®n suma 3.000 en solo dos d¨ªas. Aqu¨ª est¨¢ la estampa de Isabel: ¡°Fue mi m¨¦dico durante 20 a?os. Cu¨ªdame desde arriba¡±. De Cecilia: ¡°Yo no quiero otro m¨¦dico. Yo quiero que Jos¨¦ Antonio me atienda siempre y que esta mierda no sea verdad¡±. De Maite: ¡°Me atendi¨® solo una vez, pero no olvidar¨¦ el trato y la atenci¨®n que me dio¡±. O de Albhi: ¡°Era mi m¨¦dico desde hace 12 a?os, cuando llegue est¨¦ a pa¨ªs¡±.
Todos ellos han pasado ahora a la agenda del doctor Jos¨¦ Luis Ant¨®n, el mejor amigo de Jos¨¦ Antonio, que a la vez era su m¨¦dico de cabecera. Ant¨®n dice que no olvidar¨¢ nunca sus bufidos al salir de la consulta. ¡°Ufff, vaya ma?anita que llevo¡±, dec¨ªa. Siempre era la misma broma, pero todos se part¨ªan de risa. Era un guas¨®n. A Jos¨¦ Antonio le gustaba tanto comer que incluso una noche, en un congreso cardiovascular de Oviedo al que fueron juntos, se meti¨® entre pecho y espalda un cachopo y una tortilla de patatas. Ant¨®n lo manten¨ªa a raya: ¡°Siempre ha estado sano. Jam¨¢s se hab¨ªa puesto enfermo. Ahora el bicho se lo llev¨®. Un amigo es un alma con dos cuerpos y a m¨ª se me ha ido parte de mi alma¡±.
Jos¨¦ Antonio naci¨® en el barrio de Tetu¨¢n hace 61 a?os. Su madre, Pilar, era ama de casa. Su padre, Abel, vigilaba las calles de noche como sereno. Una ma?ana, les dijo a ambos que iba a dedicarse a cuidar los dem¨¢s. Y se march¨® a estudiar Medicina a Salamanca. Otra madrugada, de esas noches universitarias y a trav¨¦s de unos amigos, conoci¨® a To?i, una estudiante extreme?a de Magisterio. ¡°Lo que m¨¢s me gust¨® fue su humor, sus ojos, su simpat¨ªa. Me transmit¨ªa una bondad infinita¡±, cuenta ella ahora. Acababa de conocer al padre de sus hijos.
Al tiempo, la vida los ubic¨® en Guadalix de la Sierra, adonde llegaron en 1991. ?l sac¨® las oposiciones de m¨¦dico y ella, de maestra de Educaci¨®n Infantil. Luego vino Daniel, que ahora tiene 26 a?os y coordina proyectos ambientales. Y despu¨¦s lleg¨® Marcos, de 22, que sue?a con ser polic¨ªa. Los dos dicen que caminar por la calle con su padre era casi un suplicio. Ir al supermercado supon¨ªa un viaje de varias horas. Todos los vecinos lo paraban. ¡°Jos¨¦ Antonio, mira lo que tengo en la mano. ?Es grave?¡±. ¡°Jos¨¦ Antonio, ?cu¨¢ndo me quitas la escayola?, ¡°Jos¨¦ Antonio, ma?ana te llevo los an¨¢lisis¡±. Era el m¨¦dico de todos.
Y de su familia y amigos. Una ma?ana de domingo, tras pasar 24 horas de guardia, fue a ver a su hijo Marcos jugar al f¨²tbol. Sentado en la grada y con ojeras, observaba con la mirada de un ni?o los movimientos de su lateral izquierdo favorito. De repente, tras una mala ca¨ªda, a un jugador se le sali¨® el hombro entre gritos de dolor. De la grada se levant¨® un tipo corpulento, salt¨® la valla y se lo coloc¨® ante la mirada boquiabierta de todos. ¡°Ese era mi padre¡±.
Su padre enferm¨® a mediados de marzo pasando consulta. No se encontraba bien, sent¨ªa cansancio, pero no muy exagerado. Le hicieron la prueba del bicho. Dio negativo. Al d¨ªa siguiente, pese a la preocupaci¨®n de To?i y de sus hijos, estaba otra vez con sus pacientes, animando a los vecinos que ten¨ªan peque?os s¨ªntomas de coronavirus. Una semana despu¨¦s, el term¨®metro subi¨® a 38. Se fue directo al hospital de La Paz. Regres¨® a casa a las pocas horas con el diagn¨®stico de una neumon¨ªa bilateral. Su mejor amigo le ayud¨® con el tratamiento. Pero el 3 de abril, sobre las nueve de la noche, son¨® el tel¨¦fono del doctor Ant¨®n. Era To?i, su mujer:
¨D Noto que se marea y no me responde bien.
¨D P¨¢samelo.
¡°Apenas dec¨ªa dos palabras seguidas¡±, cuenta ahora Ant¨®n, que marc¨® r¨¢pidamente el 061. To?i llam¨® a Nuria Mar¨ªa Esquinas, amiga de ambos y directora del centro de salud de San Agust¨ªn: ¡°Est¨¢ saturando a 74¡±. Nuria agarr¨® dos bombonas de ox¨ªgeno y sali¨® escopetada con su coche. Se salt¨® hasta un control policial.
Al llegar, Jos¨¦ Antonio saturaba a 30. No respond¨ªa. Minutos despu¨¦s, ya marcaba 60. La UVI m¨®vil estaba en la puerta y se lo llev¨® a La Paz. Antes de cerrar la puerta de la ambulancia, a Nuria le dio tiempo de gritarle: ¡°Te quiero pronto en la consulta, ?eh?¡±. ?l contest¨® levantando el pulgar desde la camilla.
Aguant¨® 45 d¨ªas m¨¢s. Mantuvo el contacto con su familia a trav¨¦s de mensajes y videos de WhatsApp que Isabel, la enfermera, le mostraba. ¡°Lo peor fue la angustia de saber c¨®mo estaba y no estar ah¨ª con ¨¦l. Ha sido horroroso¡±, recuerda su mujer, con la voz entrecortada. Era una llamada al d¨ªa, de muy pocos minutos. Sin hora fija. Cuando sonaba el m¨®vil, los tres pulsaban el altavoz y escuchaban en silencio el parte m¨¦dico.
El 10 de abril Jos¨¦ Antonio cumpli¨® 61 a?os entubado. Los amigos y familiares le grabaron un v¨ªdeo para animarlo: ¡°Te estamos esperando, campe¨®n¡±. Sus ojos de zafiro brillaron como nunca. Si el coronavirus no hubiera existido, la familia lo habr¨ªa celebrado en San Sebasti¨¢n. El padre les regal¨® a todos un fin de semana con unas entradas para ver en Anoeta el choque entre la Real Sociedad y el Real Madrid. Era un raulista confeso. Sus hijos lo recuerdan llegando a casa de currar, yendo a la nevera y cogiendo una cerveza para los tres. ¡°Venga, poned la tele, que empieza la Champions¡±.
La semana pasada mejor¨® much¨ªsimo. La familia fue a verlo por sorpresa el s¨¢bado. Los tres se colocaron minuciosamente los trajes EPI, las mascarillas y los guantes. Lo vieron a una distancia prudencial, sin tocarlo. ¡°Le dijimos que hiciera gestos¡±, recuerdan. Y claro que los hizo. Ah¨ª estaban los cuatro, de nuevo. Pero el pasado mi¨¦rcoles, la llamada del d¨ªa fue la peor de todas: ¡°Se ha complicado. Tiene un tromboembolismo pulmonar¡±.
El sanitario que los llam¨® les dijo que pod¨ªan ir a despedirse. Y le dieron el ¨²ltimo adi¨®s. Jos¨¦ Antonio es uno de los 76 sanitarios fallecidos en Espa?a durante la pandemia. Las cenizas las esparcir¨¢n en el norte de Madrid en unos d¨ªas. Ah¨ª su mirada brillar¨¢ m¨¢s que nunca. El cambio de nombre del centro de salud le corresponde a la Consejer¨ªa de Sanidad. El alcalde del pueblo es Roberto Ronda:
¨D Alcalde, ?le pedir¨¢ a la Comunidad el cambio de nombre?, ?habr¨¢ una calle en su honor en San Agust¨ªn?
¨D Haremos todo lo posible. Era un m¨¦dico ¨²nico.
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