Desnudas o expuestas: mujeres ante el patriarcado
El pintor Juan Francisco Casas reproduce algunas de las obras maestras de la pintora Artemisia Gentileschi, en una ¡°reivindicaci¨®n de la mujer¡± que soporta el machismo barroco y contempor¨¢neo
No es f¨¢cil representar a las mujeres en un mundo de hombres, explica la historiadora brit¨¢nica Mary Beard. No se les ha reconocido su propia voz y han sido ignoradas como referentes. Cuando los alumnos, por ejemplo, puedan recuperar su nueva normalidad se encontrar¨¢n con lo de siempre: planes de estudio y libros en los que ellas son unas intrusas en la genialidad de ellos. Sucede en el bloque dedicado al Barroco de la asignatura Fundamentos del Arte, en bachillerato. Borromini, Bernini, Caravag...
No es f¨¢cil representar a las mujeres en un mundo de hombres, explica la historiadora brit¨¢nica Mary Beard. No se les ha reconocido su propia voz y han sido ignoradas como referentes. Cuando los alumnos, por ejemplo, puedan recuperar su nueva normalidad se encontrar¨¢n con lo de siempre: planes de estudio y libros en los que ellas son unas intrusas en la genialidad de ellos. Sucede en el bloque dedicado al Barroco de la asignatura Fundamentos del Arte, en bachillerato. Borromini, Bernini, Caravaggio, Vel¨¢zquez, Murillo, Ribera, Rubens, Rembrandt, Vermeer¡ ni rastro de Artemisia Gentileschi (1593-1654). ¡°Aguanta perfectamente en la misma pared que todos ellos. Evitar la comparaci¨®n es un secuestro¡±, dice el pintor Juan Francisco Casas (La Carolina, Ja¨¦n, 1976), que este jueves inaugura en la galer¨ªa Fernando Pradilla la exposici¨®n Non piangere (No llores). Es una ¡°declaraci¨®n de admiraci¨®n¡± a la pintora barroca y a las mujeres del sistema del arte, amigas a las que ha retratado desnudas junto a las obras hist¨®ricas.
Para Casas, que mantiene su fidelidad al trabajo con bol¨ªgrafo sobre papel, ¡°todas ellas son hero¨ªnas¡±. ¡°A Gentileschi le fue muy complicado establecer una l¨ªnea de clientes porque sus cuadros son muy inc¨®modos y, a pesar de ello, logr¨® permanecer independiente, realizar un trabajo que estaba reservado a los hombres y ser la primera en pintar a gran escala. No era una freak, era una artista muy respetada, que vivi¨® por sus propios medios, siempre trabajando como pintora. Logr¨® reunir una buena suma como dote para casar a sus hijas, algo que consider¨® una victoria¡±, resume el pintor.
¡°Si hay algo m¨¢s heroico que dedicarse al arte en Espa?a es hacerlo siendo mujer¡±, asegura el artista. Ese es el supuesto v¨ªnculo entre las mujeres que aparecen desnudadas (y fotografiadas) en primer plano y los cuadros de la pintora, al fondo. El resultado es la creaci¨®n de una Gentileschi Pop, canalla y fiestera. Hay una tercera hero¨ªna invisible, pero no ignorada, en el recorrido, Anna Banti (1895-1985), autora de la novela hist¨®rica Artemisia, publicada en 1947 (que acaba de rescatar la editorial Perif¨¦rica), que Juan Francisco Casas ha convertido en fetiche. Banti fue la figura capital de la vuelta a la popularidad de la pintora, a la que imagin¨® como una mujer fuerte e inteligente, con una astucia creativa capaz de derrotar al tirano, y que culminar¨¢, medio siglo despu¨¦s, con la exposici¨®n, en oto?o, de la National Gallery de Londres.
La duda del desnudo
Juan Francisco Casas ha preferido obviar el cap¨ªtulo de la violaci¨®n de Gentileschi, pero comparte la interpretaci¨®n autobiogr¨¢fica que ley¨® Banti en la artista, quien seg¨²n esto se habr¨ªa pintado en los personajes a los que se acerc¨® -como Susana, Galatea, Judit, santa Catalina, Lucrecia o Cleopatra-, para subrayar su personalidad resistente en un mundo de hombres. La exposici¨®n se aleja de lo que denunci¨® la historiadora Griselda Pollock: ¡°Gentileschi se ha convertido en relleno de melodrama rom¨¢ntico¡±. Tampoco participa de esa visi¨®n de la historia que se ha referido a ella como ¡°una muchacha lasciva y precoz¡±, o como una mujer ¡°adicta al arte de amar¡±.
Instagram me censur¨® una cuenta con 50.000 seguidores, entre los que hab¨ªa importantes contactos internacionales. Estas empresas se nutren de nuestro trabajo, siempre y cuando no molestes a los sectores ultraconservadoresJuan Francisco Casas
¡°No me molesta molestar, pero no me hagas la vida imposible¡±, sostiene el artista en un lema que resume la tensi¨®n de sus desnudos en las redes sociales. ¡°Instagram me censur¨® una cuenta con 50.000 seguidores, entre los que hab¨ªa importantes contactos internacionales. Estas empresas se nutren de nuestro trabajo, siempre y cuando no molestes a los sectores ultraconservadores. En el mundo real no es mucho m¨¢s c¨®modo¡±, indica. Sobre los desnudos que exhibe ahora asegura que no son una provocaci¨®n ni le interesa sexualizarlos, que fueron las retratadas quienes decidieron c¨®mo presentarse as¨ª, en p¨²blico.
Sin embargo, si hasta el momento el pintor ha dominado la intimidad del ¡°hedonismo dom¨¦stico¡±, aqu¨ª la intenci¨®n del homenaje femenino queda desdibujada por cuerpos normativos en su absoluta mayor¨ªa: ?son trofeos o reivindicaciones? ?Cr¨ªtica o perpetuaci¨®n del deseo masculino? ?Cu¨¢l es la diferencia de estas obras y Las hijas del Cid (1871), de Di¨®scoro Puebla? ?Hay algo m¨¢s que una belleza muda?
En la mayor¨ªa de las casi cincuenta piezas parece no haber logrado escapar de la mirada masculina tradicional -a pesar de la identificaci¨®n de cada una de ellas con sus nombres de pila-, que idealiza los cuerpos a pesar de su aparente realismo.
Quiz¨¢ el mayor logro de Casas sea su menosprecio a los recursos pict¨®ricos tradicionales y a la pompa acad¨¦mica de la pose tiesa. Y lo hace, precisamente, desde su galer¨ªa, en la calle Claudio Coello, donde la ¨²ltima vez que expuso, hace cuatro a?os, sufri¨® la ira ultraconservadora por su particular ¨¦xtasis de Santa Teresa. El establecimiento amaneci¨® con pintadas de ¡°Blasfemia¡± y el lema carlista: ¡°Dios, patria y rey¡±. El artista no cree que en este caso vayan a sentirse molestos.
Salsa rosa del arte
El caso de Artemisia Gentileschi es el mejor ejemplo de los destrozos que provoca el rodillo patriarcal desde hace cuatro siglos. Primero padeci¨® la violencia machista (fue violada), luego la violencia de la historia del arte (fue ignorada) y, por ¨²ltimo, la violencia capitalista, cuando renace condenada a una etiqueta p¨®stuma que la convierte en una artista arrinconada por su biograf¨ªa. Al mercado le interes¨® el producto Gentileschi no por sus asombrosos logros pict¨®ricos, sino por la posibilidad de 'salsarosizarla' con una marca cien por cien emocional. En 2012, m¨¢s de 150.000 personas visitaron la exposici¨®n de Artemisia Gentileschi en el Palacio Real de Mil¨¢n, la primera retrospectiva sobre su trabajo, que analizaba -sin pudor- su producci¨®n art¨ªstica vinculada a su fatal violaci¨®n. El montaje, lejos de evitar el sensacionalismo, se recre¨® en ¨¦l: recib¨ªa a sus visitantes con una cama desordenada, un simulacro con bastante poco gusto del abuso de aquel despreciable Agostino Tassi, maestro y violador.