La ¨²ltima voluntad de ?ngel: ¡°Que mi muerte ayude a los dem¨¢s¡±
La familia de un ¨®ptico contagiado de coronavirus cumpli¨® su deseo de donar su cad¨¢ver a la ciencia cuando apenas se hab¨ªan practicado autopsias en Espa?a por el riesgo que supon¨ªan
?ngel Lozano era ¨®ptico. Se pasaba el d¨ªa encerrado en una cabina de graduaci¨®n, un espacio cerrado y sin ventilaci¨®n, tratando de enfocar la vista de sus pacientes. Con esa misma nitidez observaba el momento de su muerte, un hecho biol¨®gico que no ocultaba detr¨¢s de ning¨²n velo. Cuando llegue mi hora, le dec¨ªa a menudo a Patricia Ramiro, su esposa, a la que conoci¨® en un foro de aficionados del Camino de Santiago, dona mi cuerpo a la ciencia. Lo dec¨ªa muy serio, as¨ª como se pon¨ªa ¨¦l. No te gastes ni un duro en el funeral, insist¨ªa terco, porque no me gustan los cementerios ni las iglesias.
¡ªCon ese dinero os vais de ca?as y brind¨¢is por m¨ª.
Ese momento que entonces parec¨ªa lejano, en realidad, se escond¨ªa a la vuelta de la esquina. ?ngel Lozano, de 48 a?os, comenz¨® a presentar s¨ªntomas de contagio de coronavirus a finales del mes de marzo. Afectado de los pulmones, permaneci¨® ingresado 24 d¨ªas en la unidad de cuidados intensivos de la Fundaci¨®n Jim¨¦nez D¨ªaz. El 30 de abril, cuando su muerte era inminente, ella insisti¨® en que quer¨ªa verlo con vida una ¨²ltima vez:
¡ªPues ven lo antes posible, corre.
Patricia avis¨® a la madre y al hermano de ?ngel. En un abrir y cerrar de ojos estaban los tres plantados en la puerta del hospital. El problema es que ?ngel se fue en ese abrir y cerrar de ojos. Aun as¨ª, los tres se enfundaron un traje especial y subieron a contemplar su cad¨¢ver postrado en una cama. El personal m¨¦dico lo tap¨® con una s¨¢bana hasta el cuello para que las heridas de los tratamientos no quedaran a la vista. Patricia recuerda que tuvo la sensaci¨®n de que ?ngel, as¨ª tumbado, con el rostro sereno, parec¨ªa dormido.
Aturdida, todav¨ªa conmocionada, una doctora le pregunt¨® si le importaba que tomaran una biopsia del pulm¨®n para analizarlo. Su caso era un misterio. Un hombre joven, sano, que poco a poco comenz¨® a respirar mal, que el d¨ªa que lleg¨® al hospital parec¨ªa enfermo, s¨ª, pero que en ning¨²n momento se pens¨® que se trataba de un caso irreversible. Evolucion¨® bien durante los primeros diez d¨ªas en la UCI, se le lleg¨® a extubar porque la mejor¨ªa era evidente, pero al que de repente, de una forma violenta e inexplicable para los m¨¦dicos, el virus volvi¨® a atacar.
Entonces Patricia record¨® aquellas conversaciones con su marido, a cuenta de nada, que parec¨ªan referirse a un futuro remoto, pero que ahora cobraban todo el sentido. Dijo que s¨ª, por supuesto, tomen lo que hagan falta. Es m¨¢s, ese era su ¨²ltimo deseo. ¡°Que mi muerte ayude a los dem¨¢s¡±, le recuerda decir. As¨ª, el cad¨¢ver de ?ngel fue al primero que se le hizo una autopsia en ese hospital y, sin duda, uno de los primeros en toda Espa?a, un pa¨ªs todav¨ªa aturdido por la pandemia. En esa etapa de colapso sanitario todav¨ªa se debat¨ªa si era seguro para los forenses examinar cuerpos infectados por el virus. En casos como el ¨¦bola es tan grande el riesgo de contagio que directamente no se practican.
¡°En el momento en el que se le hizo la autopsia al cad¨¢ver de este chico hab¨ªa poca informaci¨®n sobre la enfermedad. Saber lo que pas¨® en ese cuerpo te permite generar hip¨®tesis que se puedan usar en un futuro tratamiento¡±, explica por tel¨¦fono el doctor Quique Bassat, investigador Icrea del Instituto de Salud Global de Barcelona. En esas fechas se debat¨ªa entre los pat¨®logos c¨®mo evitar los problemas de coagulaci¨®n derivados de la enfermedad, como la ruptura de los vasos sangu¨ªneos, que aceleraban la muerte. ¡°Cuando haces una autopsia puedes entender qu¨¦ est¨¢ pasando y ayudar al siguiente paciente. El gesto de esta familia fue de una gran generosidad¡±. Por esas fechas, seg¨²n la Sociedad Espa?ola de Anatom¨ªa Patol¨®gica (SEAP), solo se hab¨ªan publicado los resultados de 15 autopsias en todo el mundo. La primera en Espa?a se llev¨® a cabo en el hospital Ram¨®n y Cajal de Madrid, una semana antes que la de ?ngel.
Antes de la pandemia que puso el mundo en suspenso, ¨¦l viv¨ªa la mejor ¨¦poca de su vida. Por fin se hab¨ªa asentado en un trabajo estable, despu¨¦s de estudiar Sociolog¨ªa, trabajar en el registro de la propiedad y regentar el negocio de su familia, una ¨®ptica de barrio, mientras estudiaba Optometr¨ªa los fines de semana. Tuvo que bajar la persiana de la tienda tras una mala racha. Ahora, por fin, asentado en un empleo por cuenta ajena, planeaba viajar a Estados Unidos con Patricia y su hija de siete a?os. La ni?a, al enterarse de que su padre hab¨ªa muerto, escondi¨® sus fotos en un caj¨®n y asegur¨® que las volver¨ªa a ver cuando fuera mayor y pudiera entender mejor lo que hab¨ªa pasado. ?ngel, poco antes, se hab¨ªa comprado una de las mejores bicicletas plegables del mercado, la Brompton, y ten¨ªa en mente hacerse con una moto. Era consciente que cumpl¨ªa el t¨®pico de la crisis de la mediana edad.
El d¨ªa que ingres¨® en urgencias, el 6 de abril, ten¨ªa 39? de fiebre. Se hab¨ªa despedido de Patricia en el ascensor de casa, sin tocarse, con un beso en el aire, y despu¨¦s se subi¨® a un taxi rumbo al hospital. Seg¨²n el informe m¨¦dico, estaba consciente y orientado, sufr¨ªa tos y presentaba una saturaci¨®n de ox¨ªgeno del 81%. Le pusieron una bombona de ox¨ªgeno y mejor¨® mucho. ¡°Paciente estable. Se mantendr¨¢ en observaci¨®n toda la noche. Si su saturaci¨®n baja del 92% avisar a UCI¡±, se lee en el papel.
Baj¨®, por lo que al d¨ªa siguiente lo ingresaron en la UCI. Por error, en un formulario escribi¨® su propio n¨²mero de tel¨¦fono en el lugar donde deb¨ªa poner el de alg¨²n familiar de contacto. As¨ª que su familia no tuvo noticias de ¨¦l durante sus primeros cuatro d¨ªas intubado e inconsciente. Despu¨¦s de llamar decenas de veces a la fundaci¨®n, lograron recibir el parte diario de su situaci¨®n. Al d¨¦cimo d¨ªa todo eran buenas noticias: en 24 horas le desintubar¨ªan despu¨¦s de una mejora evidente. Su familia lo celebr¨®, era la se?al que estaban esperando.
Sin embargo, al poco de desconectarlo de las m¨¢quinas, volvi¨® a empeorar. En ese tiempo que estuvo consciente los m¨¦dicos dicen que estuvo poco comunicativo, como enfadado y triste. A Patricia le atormenta no haber estado a su lado en esos momentos, sus ¨²ltimos de lucidez. Lo conectaron a un Ecmo, un soporte artificial que sustituye la funci¨®n que el pulm¨®n no puede hacer. Los hospitales, desbordados por el n¨²mero de pacientes, trataban de salvar a enfermos j¨®venes y sin patolog¨ªas como ¨¦l. En este caso no lo lograron.
Despu¨¦s de la autopsia a su cad¨¢ver, su familia sugiri¨® que quiz¨¢ se le pod¨ªa enterrar en el nicho de sus abuelos. Patricia dijo que s¨ª, casi de forma autom¨¢tica, pero al cabo de las horas cay¨® en la cuenta de que dec¨ªa, con esa claridad de ¨®ptico, que no quer¨ªa permanecer la eternidad sepultado. Su cuerpo fue incinerado en el cementerio sur de Madrid en una ceremonia muy discreta a la que asistieron las tres mismas personas que no llegaron a verle morir por un cuarto de hora. Su esposa, su madre y su hermano.
Su hermano C¨¦sar, tres a?os mayor, est¨¢ empe?ado en hacerse con el resultado de la autopsia. Llama a menudo a la fundaci¨®n por si ya ha salido, pero all¨ª le piden que tenga paciencia. Se publicar¨¢ seguramente a finales de julio. Lo que quiere C¨¦sar, y Patricia, y todos los que le quisieron, es que si su caso aparece en alg¨²n estudio cl¨ªnico no se le mencione como un enfermo an¨®nimo, sino que se le cite con todas las letras. Ese fue su ¨²ltimo gesto antes de dejar el mundo.
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