?Que vuelva al centro? No cuela
El Ayuntamiento se ha sacado de la manga la campa?a #Vuelvealcentro. El objetivo es muy noble, aunque el descaro muy grande
Ahora resulta que en el centro de Madrid s¨ª interesan los vecinos. La pandemia ha dejado la almendra central vac¨ªa de visitantes nacionales e internacionales y se respira una tensa tranquilidad, un murmullo postapocal¨ªptico, un calor agoste?o que no tiene a muchos a quien derretir. Lo que se derrite es la econom¨ªa de los hoteles, de las tiendas, de los bares y restaurantes del centro, por eso el Ayuntamiento se ha sacado de la manga la campa?a #Vuelvealcentro. El objetivo es muy noble, aunque el descaro muy grande.
Despu¨¦s de haberse promocionado un modelo vecin¨®fobo de ciudad, m¨¢s preocupado por hacer hueco a los turistas a codazos, expulsando a los habitantes. M¨¢s preocupado por la uniformidad gentrificadora de la pared de ladrillo visto y el batido smoothie que en mantener la personalidad. M¨¢s preocupado en los relatos grandilocuentes que en la vida cotidiana de los que aqu¨ª sobrevivimos. Despu¨¦s de la met¨¢stasis de los pisos de AirBnb donde los turistas montaban ruidosas fiestas y los locales m¨¢s audaces sesiones de chemsex.
Y ha demostrado que una ciudad no es su imagen internacional, ni sus flujos de inversi¨®n, ni sus tiendas flagship, ni sus souvenirs, ni sus m¨²ltiples atracciones y encantos
Cuando se cobran diamantes y ri?ones por un caf¨¦ con leche o una ensalada de lechuga, cebolla y tomate en la Plaza Mayor. Cuando se suceden los desahucios visibles e invisibles, apartando a ancianas venerables de los lugares donde han vivido toda su vida y a las mejores mentes de las generaciones venideras en busca de una oportunidad. Cuando el caf¨¦ hipster cl¨®nico y la franquicia fast food han acabado con el bar de alegre rodaja de chorizo, y las multinacionales textiles de mano de obra semiesclava arrinconan al comercio tradicional, y se pone alfombra roja para que millonarios extranjeros vengan a hospedarse al Ritz y a hacer turismo de compras en chanclas por la calle de Serrano, y las calles se llenan de precarios repartidores de carbohidrato, y de coches VTC en posesi¨®n de cuatro potentados que fomentan la precariedad.
Y encima, cuando al actual alcalde, con su nueva imagen sensata y dialogante, le visita desde el pasado la oposici¨®n macarrilla que fue y que consigue ahora echar abajo los avances de Madrid Central. Ahora que vienen mal dadas, ahora s¨ª: vecino, vuelve al centro cabalgando un corcel blanco, cartera en ristre y, a poder ser, g¨¢state ese dinerillo que probablemente no tengas. No va a colar. Sabemos ahora que se puede vivir consumiendo menos; mucha gente, sencillamente, no tiene dinero que gastar o tiene miedo de no tenerlo en el futuro. Y mucha otra gente est¨¢ harta de esa constante preocupaci¨®n por el centro, de esa obsesi¨®n centr¨ªpeta que no logramos sacarnos de encima ni queriendo, como le pas¨® a Carmena.
La pandemia nos hace ver el Madrid anterior como una ciudad fr¨ªvola y banal. Y ha demostrado que una ciudad no es su imagen internacional, ni sus flujos de inversi¨®n, ni sus tiendas flagship, ni sus souvenirs, ni sus m¨²ltiples atracciones y encantos. Una ciudad es su gente, sus vecinos.
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