Explosi¨®n en Lavapi¨¦s

Cuando son¨® el tel¨¦fono yo estaba tost¨¢ndome al sol en la playa, es decir, muy inc¨®modo. Era mi muy razonable casera. ¡°?Mi casera en pleno agosto?¡±, pens¨¦, ¡°algo pasa, tengo que cogerlo¡±. Me limpi¨¦ como pude la crema solar y trat¨¦ de quitarme la arena de las manos para descolgar. Respond¨ª con voz fuerte para ser o¨ªdo por encima del ruido del mar y la algarab¨ªa de los ni?os.

- ?Chicos, est¨¢is bien? ?Os hab¨¦is enterado de la explosi¨®n?

Resulta que en mi edificio hab¨ªa ocurrido una de esas cosas que solo le ocurren a otros, como los accidentes de tr¨¢fico o los positivos en el PCR: una explosi¨®n de gas en el bajo, como cuentan algunas veces los magazines televisivos matinales. Afortunadamente est¨¢bamos lejos. El que no estaba lejos era el vecino del bajo, un se?or de los de toda la vida que todav¨ªa recuerdan el Lavapi¨¦s pre-gentrificaci¨®n y al que hab¨ªa escuchado soportar la reciente ola de calor con la puerta abierta y m¨²sica disco a tope. Fue ingresado con pron¨®stico grave en el hospital con la mitad del cuerpo quemado, de primer y segundo grado. Despu¨¦s de la explosi¨®n, que ocurri¨® de madrugada, el resto de los vecinos pasaron parte de la noche en la calle, mientras se apagaba el fuego y se revisaba la estructura del edificio.

Yo ya hab¨ªa fantaseado con una explosi¨®n de gas en la casa de un vecino desconocido, con lo extra?o que es vivir pared con pared con personas que solo conoces de vista, en cuyo domicilio puede ocurrir una cat¨¢strofe que acabe con tu vida

Hubiera sido un buen momento para confraternizar con la comunidad vecinal, pensamos desde la playa. Yo ya hab¨ªa fantaseado con una explosi¨®n de gas en la casa de un vecino desconocido (lo escrib¨ª en esta misma columna), con lo extra?o que es vivir pared con pared con personas que solo conoces de vista, en cuyo domicilio puede ocurrir una cat¨¢strofe que acabe con tu vida. Pero solo nos decimos hola en el descansillo. Algunos ni nos suenan de vista. Antes, en las corralas de este barrio se compart¨ªa el cuarto de ba?o y el chorizo del cocido se pasaba de puchero en puchero.

Mandamos a un amigo a comprobar que nuestro hogar estaba entero, solo dos pisos encima de la explosi¨®n. Todo OK. Al llegar a casa, tras la playa, comprendimos la magnitud del estallido: los cristales del portal volados por los aires, obras para arreglar los puntos de luz y el falso techo, una pared del patio pintada de negro por el humo del incendio, algunas puertas y ventanas cambiadas por tablones de madera. Espero volver a ver pronto al pobre vecino entrar y salir y escuchar m¨²sica disco.

Aquella noche despu¨¦s de la explosi¨®n, en la costa, me acerqu¨¦ a la orilla bajo un cielo especialmente estrellado, con el escorpi¨®n brillando sobre la cabeza, y el mar era una oscuridad plena, como la que a veces representa la Nada en las pel¨ªculas de ciencia ficci¨®n. Una Nada profunda que me reclamaba insistentemente, acariciando mis pies con sus olas.