Un ambulatorio sin m¨¦dicos sobrevive en medio de la segunda ola
El ambulatorio de Abrantes, en el distrito de Carabanchel, lleva sin doctores desde el 26 de agosto y con el resto de su personal cerca del colapso
Un cartel pegado a una puerta lo advierte:
¡°En este centro de salud no hay m¨¦dicos ni de ma?ana ni de tarde¡±, se lee. A las 7.50, dos vecinos esperan a que su centro de salud abra: ¡°Ahora se retrasan un poco porque tienen que prepararse m¨¢s¡±. Cuando el reloj marca las 8.15, son ya 19 los que esperan en la calle para ser atendidos, la mayor¨ªa para hacerse an¨¢lisis. A esa hora aparece una trabajadora con visera, dos mascarillas y uniforme de protecci¨®n que comienza a desinfectar las manos de los presentes con un pulverizador. ¡°?Apellidos, cielo?¡±, repite mientras recorre la fila y tacha nombres de una lista. Da paso a la gente de cinco en cinco.
El barrio de Abrantes, en Carabanchel, no tiene m¨¦dicos en su centro de salud para dar asistencia a los cerca de 30.000 pacientes que le corresponden. Y as¨ª, desde el 26 de agosto, seg¨²n denuncian los trabajadores. En este ambulatorio deber¨ªa haber 14, pero hac¨ªa meses que no se cumpl¨ªa el cupo completo y entre bajas laborales, algunas de ellas ocasionadas por la covid, y vacaciones, se ha quedado sin ninguno. La Consejer¨ªa de Sanidad ha confirmado esta situaci¨®n, sin poder detallar hasta cu¨¢ndo durar¨¢, pero asegura que todo se normalizar¨¢ ¡°en cuanto sea posible¡±.
Si alg¨²n paciente necesita una valoraci¨®n m¨¦dica no urgente, como los resultados de unos an¨¢lisis, se hace a distancia desde el centro de salud de avenida de Carabanchel, 150, por parte de dos m¨¦dicos (uno para las ma?anas y otro para las tardes). Para la asistencia m¨¦dica de urgencia, las personas que viven en esta zona tienen que desplazarse a ese otro centro, a 3,5 kil¨®metros de distancia.
Carabanchel ha escalado hasta los 658,4 contagios por cada 100.000 habitantes hasta el 30 de agosto, por encima de la media madrile?a, que se sit¨²a en los 509, seg¨²n datos de la Comunidad de Madrid. Es, junto a Villaverde (854), Usera (957) y Puente de Vallecas (987), una de las zonas m¨¢s golpeadas por la segunda ola del coronavirus.
¡°Te adelanto, esto es un infierno¡±, suelta sin rodeos uno de los trabajadores del centro, que no quiso identificarse, como el resto de los entrevistados. Sin m¨¦dicos de los que echar mano, el personal administrativo y de enfermer¨ªa que permanece en el centro realiza un abanico de funciones que van desde tareas de rastreo hasta atender a los pacientes a pie de calle. ¡°Ahora mismo estamos 10 personas para atender llamadas y rastrear. Falta personal¡±, a?ade. La carencia sucede en un momento cr¨ªtico para la Comunidad de Madrid, que se encuentra a las puertas del inicio del curso escolar y el regreso de las vacaciones de miles de madrile?os a la capital, lo que podr¨ªa favorecer la expansi¨®n del virus.
Si alguien acude al ambulatorio con s¨ªntomas de covid, lo mandan a casa y comienzan a hacerle el seguimiento a distancia. ¡°Si empieza a encontrarse peor, se llama a urgencias y lo trasladan a un hospital o a un centro donde s¨ª se atienden urgencias¡±, explica una enfermera.
El ritmo de contagios, cada vez m¨¢s acelerado, hace temer lo peor: ¡°A este paso vamos a colapsar, tanto en atenci¨®n primaria como hospitalaria¡±, comenta uno de los sanitarios mientras que una compa?era le corrige: ¡°Primaria ya ha colapsado, la situaci¨®n es cr¨ªtica¡±. Los sindicatos ya alertaron de esta posibilidad en agosto en una carta enviada a la Consejer¨ªa de Sanidad de la Comunidad, al frente de la cual se encuentra Enrique Ruiz Escudero. Muchos de los trabajadores que siguen en sus puestos en Abrantes no trabajan solamente aqu¨ª, tambi¨¦n en otros centros y hospitales, doblan turno: ¡°Empezamos a las 8:00 y a veces no acabamos hasta las 22:30¡±.
La queja principal del personal pasa por el trato que se brinda a los pacientes a pesar de estar al pie del ca?¨®n: ¡°Al final no les estamos dando la atenci¨®n que merecen, ahora mismo no podemos¡ Y eso duele¡±, se lamenta una empleada. Cada cierto tiempo, la trabajadora vuelve a la calle para atender a la gente que espera fuera, que no para de llegar en un goteo constante, y vuelve a repetir con el mismo cari?o: ¡°?Apellidos, cielo?¡±.
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