Simulacro de cierre en Madrid
Confusi¨®n y resignaci¨®n entre propietarios y clientes de bares y de restaurantes en la primera noche de aplicaci¨®n (sin multas) de la norma que confina la capital
La noche ten¨ªa algo de simulacro. Nada parec¨ªa real. Madrid cerr¨® los negocios a partir de las diez de la noche, aunque sin muchas prisas y de mala gana. Los due?os de los comercios y bares parec¨ªan confundidos, pendientes de qu¨¦ hac¨ªa el de enfrente. Este confinamiento light, acordado ...
La noche ten¨ªa algo de simulacro. Nada parec¨ªa real. Madrid cerr¨® los negocios a partir de las diez de la noche, aunque sin muchas prisas y de mala gana. Los due?os de los comercios y bares parec¨ªan confundidos, pendientes de qu¨¦ hac¨ªa el de enfrente. Este confinamiento light, acordado despu¨¦s del pulso entre el Ministerio de Sanidad y el Gobierno de Madrid, no estaba nada claro. La ciudadan¨ªa parec¨ªa aturdida.
¡°Cierro a la una¡±, dec¨ªa I?aki Pujana sin despeinarse. El due?o de El Cano Tavern, un garito de la zona de Ponzano, no le ve¨ªa ning¨²n sentido a que le limiten el horario, no cree que as¨ª se vaya a frenar la pandemia. No ayudaba a aclararle las cosas que Mariela Duarte, una clienta uruguaya de 25 a?os, asegurara ¡ªpor error¡ª que las restricciones no se publicar¨ªan en el BOE hasta el lunes. Lo buscaba en el m¨®vil convencida de que la noche iba a ser larga. Tremendo chasco, porque salieron el jueves y la Comunidad de Madrid anunci¨® su entrada en vigor para las diez de la noche del viernes. En ese momento entraba otro cliente por la puerta:
¡ª?Hasta qu¨¦ hora tenemos, I?aki?
¡ªNi idea, macho.
Pujana lleva a?os abriendo el negocio a las siete de la tarde. A partir del lunes, la marca Pascual le trae una cafetera, caf¨¦, leche y mantequilla. Este barman de 33 a?os se recicla y comenzar¨¢ a poner desayunos.
¡ªAhora vas a currar como un campe¨®n¡ª, le vacilaba un cliente.
¡ªIgual no, eso es lo triste.
En la entrada a su taberna hay 10 clientes. ¡°?Los ves? Todos amigos m¨ªos. Vienen para hacerme el favor, a gastarse la pasta aqu¨ª".
Pasadas las diez, algunas terrazas de Ponzano, una de las calles con m¨¢s ocio nocturno de la ciudad, comenzaron a desaparecer. Pero no todas. En algunos bares se pod¨ªa entrar todav¨ªa, aunque estuviera prohibido. En otros eran m¨¢s estrictos y colgaban el cartel de cerrado. No hab¨ªa nadie vigilando y las multas no ser¨¢n efectivas hasta dentro de unos d¨ªas.
El encargado de Casa Fonzo, Randy Reynolds, de 26 a?os, dice que Madrid va camino de convertirse en Londres. Cenar a media tarde, beber algo despu¨¦s e irse pronto a casa, como Cenicienta. Por lo pronto, su negocio ya no cierra la cocina a mediod¨ªa. Non Stop. Hay m¨¢s europe¨ªsmo en eso que en la entrada en la OTAN.
A esto hay que sumar que m¨¢s de tres millones de madrile?os no pueden salir de los l¨ªmites de la ciudad. Un viajero es ahora un sospechoso, un portador de virus. Los rostros que deambulan por los alrededores de la estaci¨®n de Atocha tienen el semblante de una gran derrota. Cabeza gacha, manos en los bolsillos. Se asumen los malos tiempos. Madrid afronta 14 d¨ªas de incertidumbre. Pero en mitad del caos, siempre hay un sobrino que hace la comuni¨®n:
¡ªMa?ana nos dar¨¢n las hostias seguro¡ª.
Bernardo Fern¨¢ndez acaba de llegar de C¨®rdoba. Ha cruzado las puertas autom¨¢ticas de la estaci¨®n. Fern¨¢ndez, cuarent¨®n, se quita los b¨¢rtulos del hombro y se enciende un pitillo. Ya est¨¢ en Madrid. ¡°Me he enterado de toda esta movida por la tele¡±. Ha llegado a la capital en el mejor momento posible. Es todo un aventurero, pero hay citas familiares que son cuadros eternos. Su sobrino tiene una cita con Dios el s¨¢bado y nadie de su familia sabe a ciencia cierta si el cura les dejar¨¢ entrar a la misa. ¡°Ya veremos¡±.
La estaci¨®n est¨¢ vac¨ªa a las ocho y media de la tarde. Faltan pocos trenes para emprender la huida. Los vigilantes de seguridad afirman que entre las tres y las cinco de la tarde s¨ª que han notado una diferencia con respecto a los ¨²ltimos viernes. ¡°La gente ven¨ªa con muchas maletas¡±. La mayor¨ªa de madrile?os de adopci¨®n se han quedado a vivir la incertidumbre. Pero algunos, como Javier, ya no pueden m¨¢s. Ha optado por el BlaBlaCar para ver a su familia en Sevilla. ¡°Unos dicen que cierra a las 22.00, otros a las 23.00 y otros que a las 00.00. Es todo un poco caos¡±. Mientras tanto, en el techo de la gran estaci¨®n, un eslogan estampado: ¡°Tus planes no tienen l¨ªmites¡±. Hasta las diez de la noche.
El paseo de la Castellana se ha llenado mientras tanto de polic¨ªa. Media docena de viajeros de la parada de un autob¨²s se sorprenden al ver aparecer tres furgonetas y dos coches con un despliegue de una quincena de agentes de la Unidad de Prevenci¨®n y Reacci¨®n (UPR) del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa. Son las 22.15. En minutos hab¨ªan montado un control a la sombra de las Cuatro Torres en sentido salida de la ciudad.
El choque entre el Ayuntamiento y la Delegaci¨®n del Gobierno por qui¨¦n es responsable de llevar las riendas del dispositivo contin¨²a. De momento, aquellos ciudadanos que infrinjan la nueva normativa con respecto a la movilidad no ser¨¢n sancionados. La justicia tiene que dar el visto bueno a la nueva regulaci¨®n.
No hay de momento multas, que es lo que duele. S¨ª se pide aleatoriamente a los conductores que digan hacia d¨®nde se dirigen. Algunos se identifican al tiempo que muestran un salvoconducto.
En la estaci¨®n de autobuses Madrid Sur a primera vista no se nota que esta noche tiene algo de especial. De nuevo, el simulacro. Lo dif¨ªcil que resulta notar un cambio de esta magnitud. Los buses llegan desde diversos rincones del pa¨ªs con sus pasajeros, algunos con maletas m¨¢s grandes que ellos. Hay abrazos emotivos en las d¨¢rsenas y el largo pasillo con las sillas met¨¢licas para esperar est¨¢ m¨¢s bien vac¨ªo. En la ¨²nica taquilla que est¨¢ abierta confirman que a lo largo del d¨ªa ha habido un poco m¨¢s de tr¨¢fico que en un viernes cualquiera porque ¡°la gente ten¨ªa prisa de volver a casa¡±, pero sobre las diez de la noche en la estaci¨®n hay calma, nada de ¨¦xodo.
Lucia, de Vigo, espera su autobus tras un tiempo en Madrid por razones m¨¦dicas y, aunque no emprende el viaje por las nuevas restricciones, est¨¢ aliviada de salir a tiempo. Lo mismo le sucede a Luis, que ha pasado unos d¨ªas por trabajo en Madrid, pero vuelve esta noche a Salamanca, donde vive. Otros, en cambio, ni siquiera se han enterado de las restricciones. Es el caso de Hachim, que regresa a M¨¢laga despu¨¦s de un viaje de negocios en la capital. El caos predicho por el Gobierno regional no se ve esta noche en M¨¦ndez Alvaro.
La tienda de alimentaci¨®n La Fruter¨ªa, en Puente de Vallecas, ha cerrado a las diez de la noche. El vendedor, Hasan Ali, de 29 a?os, se ha enterado de la hora l¨ªmite por una conversaci¨®n en la tienda. ¡°Nosotros cerr¨¢bamos a las once¡±, apunta sorprendido mientras recoge cajas de fruta de la entrada. Cree que las nuevas medidas pueden afectar al negocio. ¡°Llevamos unos meses muy mal, vienen pocos clientes y si tenemos que cerrar antes, menos¡±, lamenta.
Tampoco pueden cruzar los l¨ªmites de sus municipios los m¨¢s de 1,5 millones de habitantes de Parla, Fuenlabrada, Alcobendas, Torrej¨®n de Ardoz, Getafe, Legan¨¦s, M¨®stoles, Alcal¨¢ de Henares, Humanes, la zona de Reyes Cat¨®licos en San Sebasti¨¢n de los Reyes, Villa del Prado y Alcorc¨®n. En este ¨²ltimo municipio la llegada de las restricciones no se nota en la calle. Las terrazas est¨¢n pr¨¢cticamente vac¨ªas en la principal zona de copas de la localidad, en la avenida de las Retamas, y tampoco hay mucho p¨²blico en los bares. Los 12 grados que hace en el exterior no invitaban a salir de cena, lo que se traduce en que hay incluso sitio para aparcar. Los accesos por carretera al municipio tambi¨¦n se encuentran vac¨ªos, sin ninguna presencia de la polic¨ªa. Tan solo se puede ver alg¨²n coche patrulla por las calles, sin que se detengan para informar a los bares y restaurantes de las nuevas medidas. La autov¨ªa de Extremadura (A-5) est¨¢ pr¨¢cticamente vac¨ªa pasadas las diez de la noche, al igual que la M-40 y la M-50. Parec¨ªa un viernes como otro cualquiera.
De vuelta a Madrid, en la calle Argumosa se amontonan las terrazas a los lados, formando una hilera que la recorre de principio a fin. Pero el panorama de este viernes noche es sombr¨ªo y muchos de los bares contin¨²an con la persiana bajada. El mal querer comienza a limpiar su barra a las diez. ¡°Ya no podemos seguir aceptando a gente y nosotros cuando m¨¢s llenos estamos es desde las 20.30 hasta las 00.30. ?ramos tres camareros en ERTE y nos hab¨ªamos incorporado dos, ahora seguramente volveremos a uno a tiempo parcial¡±, comenta resignado uno de los empleados, que pensaba que las restricciones iban a entrar en vigor m¨¢s tarde.
Diego, de Viva Chapata, tambi¨¦n est¨¢ preocupado: ¡°Hemos perdido muchas mesas hoy porque los clientes se han sentado a las diez a cenar, como siempre, y ya est¨¢bamos recogiendo. Esta es nuestra hora punta. Nadie cena a las siete¡±. Todav¨ªa no somos Londres.
Cerca, la plaza de la Paja, en el coraz¨®n de La Latina, ha dejado de latir a las diez en punto. Carlos Valencia, camarero del restaurante Domi, recoge una terraza desierta. Las nuevas restricciones traen miedo a otro ERTE. Tres de sus compa?eros ya est¨¢n en esa situaci¨®n y ahora teme que le toque el turno a ¨¦l. La Latina, dice, es un barrio que vive de los vecinos y el turismo, y la segunda parte de la ecuaci¨®n hace tiempo que desapareci¨®. ¡°Y la gente de aqu¨ª no es de salir a cenar prontito, as¨ª que la cosa pinta mal¡±, se barrunta. Tambi¨¦n cree que algo m¨¢s hay que hacer, porque lo que han vivido estos meses tampoco era ¡°la normalidad¡± deseada, y las cosas, en realidad, no funcionaban como ten¨ªan que funcionar.
Justo al lado de Valencia, Mohamed Bouza se fumaba un pitillo en la puerta del restaurante en el que trabaja, Malaje, que justo se mud¨® a la plaza el pasado junio. Las reservas han empezado a caer a lo largo del d¨ªa una detr¨¢s de otra como un castillo de naipes. ¡°Est¨¢ siendo un desastre¡±, resume. Est¨¢ de acuerdo con su compa?ero en que algo hab¨ªa que hacer, pero ¡°como los que mandan no hagan algo de verdad nos vamos todos a pique. Necesitamos que vuelvan los turistas¡±.
Justo unas calles m¨¢s all¨¢ pasean Felipe y Anastasia Caballero, padre e hija naturales de Francia. Ella estudia Comercio en Madrid y ¨¦l, que vive en M¨¦xico, ha venido a verla. La sorpresa ha llegado cuando a las diez y media de la noche nadie les admite en ning¨²n bar para picar algo. Lo han intentado en El Viajero y, tras la negativa del camarero, han comenzado un triste peregrinaje hacia el teatro de La Latina. ¡°Me ha sorprendido que aqu¨ª en Espa?a la gente dentro de los restaurantes es muy despreocupada. Se quita la mascarilla y es como si no pasara nada¡±, explica el padre. No saben d¨®nde cenar¨¢n. Una pena que no intentaran probar en la calle de la Cava Baja, donde hab¨ªa algunos restaurantes como el Lamiak o Emma y Julia que no han sido tan estrictos con las nuevas normas. La calle, en general, ha cerrado sus persianas casi al un¨ªsono. Por eso los que han decidido retrasar el inicio de las nuevas normas se delatan a s¨ª mismos.
Los espect¨¢culos no parecen sufrir las restricciones durante la primera noche. Por ejemplo, el teatro Arlequ¨ªn se encontraba al 50% de su capacidad para ver la obra Tinder Sorpresa. Al inicio del espect¨¢culo, el actor Andreu Casanova pregunta qui¨¦nes proven¨ªan de fuera del municipio. Algunos ven¨ªan de Toledo, Coslada o Villalba. Carolina, de Pozuelo, no ha dudado en ning¨²n momento acudir a presenciar la obra. ¡°No iban a multar hoy, as¨ª que si me para la polic¨ªa no me importa. No iba a perder mi dinero¡±. Desde la taquilla informan de que nadie ha devuelto la entrada.
En Barajas, Ricardo, de 30 a?os, y Delia, de 31, est¨¢n a punto de partir. Ten¨ªan que volar a Italia el domingo por una comuni¨®n. Sin embargo, la preocupaci¨®n por la evoluci¨®n de la pandemia les ha hecho cambiar de opini¨®n. ''No sab¨ªamos si cerraban Madrid'', dicen. La incertidumbre ante el confinamiento les ha hecho acudir al aeropuerto de Barajas para viajar cuanto antes. La noche la van pasar aqu¨ª. Ricardo es italiano y ambos tienen una casa donde quedarse en caso de que la situaci¨®n sanitaria de la capital se deteriore. Por el momento estar¨¢n en Italia hasta el 14 de octubre, aunque no descartan posponer su vuelta hasta cuando haga falta. Ricardo opina que su pa¨ªs ha gestionado la segunda ola muy bien. ¡°Cuando llegas a Italia te hacen un test gratuito en el aeropuerto¡±, a?ade con orgullo.
Con informaci¨®n de Juan Diego Quesada, Manuel Viejo, F. Javier Barroso, Luis de Vega, Berta Ferrero, Idoia Ugarte, Marta Pinedo, Jakub Olesiuk, Nicholas Dale y Miguel Cant¨®n.
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