Los estudiantes ¡°damnificados¡± de la generaci¨®n covid: cantantes con mascarilla y percusionistas sin timbales
Las nuevas promociones en la Escuela de Canto y el Conservatorio Superior en Madrid tienen que aceptar sacrificios para no interrumpir sus carreras
Es el mundo al rev¨¦s en la primera clase de coro en la Escuela Superior de Canto. El profesor Antonio Moya da la lecci¨®n desde el escenario del teatro y los 55 alumnos le siguen desde las butacas, bien separados para guardar la distancia f¨ªsica. No es la ¨²nica anomal¨ªa. Normalmente el curso empieza con m¨²sica m¨¢s alegre, pero este a?o se estrenan con un r¨¦quiem por los muertos de la pandemia. Y por ¨²ltimo y no menos importante, aprenden a cantar con mascarilla. Es un incordio pero no queda otra. ¡°Hay que adaptarse o morir¡±, dice Marcelo Sol¨ªs, un alumno que resume quiz¨¢s un sentimiento mayoritario de resignaci¨®n. (Fotogaler¨ªa: La nueva normalidad en la Escuela Superior de Canto de Madrid).
Cantar en coro es una de las actividades de m¨¢s riesgo de contagio de coronavirus, pero la educaci¨®n de estos j¨®venes no puede darse por webcam. Durante el confinamiento de primavera los profesores se dieron cuenta de que era imprescindible volver a clases presenciales tras el verano.
¡°Puedes tomar clases de matem¨¢ticas de Harvard desde la Gomera o desde el Congo. ?Nosotros? Imposible, porque la calidad sonora nunca ser¨¢ la misma¡±, dice Jorge Robaina, vicedirector de esta escuela ubicada 300 metros al norte de la Gran V¨ªa. ¡°La voz es el instrumento m¨¢s personal que hay. No hay dos iguales. Cuando te mandan una grabaci¨®n queda desvirtuada¡±, explica.
La mayor¨ªa de clases en esta escuela de 135 alumnos son individuales as¨ª que el jueves pasado los estudiantes de primer a?o se ve¨ªan por primera vez la cara (solo la mitad superior) en la clase de coro del profesor Moya. Cantar con mascarilla exige un mayor esfuerzo bocal por la dificultad de respirar. Es m¨¢s dif¨ªcil seguir las partituras porque est¨¢n escritas de manera que solo tienen milisegundos para hacer pausas. Inicialmente la escuela pens¨® que las mamparas entre alumnos evitar¨ªan la expansi¨®n del virus, pero despu¨¦s de conocer en septiembre los ¨²ltimos estudios sobre transmisi¨®n del virus por el aire, han reformado su protocolo de seguridad para exigir los tapabocas. Tambi¨¦n han ordenado abrir las ventanas dobles de modo que ahora cualquiera que pasa por la calle San Bernardo escucha un concierto de voces solistas que salen de las distintas aulas de ensayo. Al pasar por debajo de la ventana los ni?os m¨¢s traviesos les remean.
Es un sacrificio que estas j¨®venes promesas deben hacer para no interrumpir su carrera. En Madrid ha habido grandes brotes en coros l¨ªricos como el del Teatro de la Zarzuela donde en primavera se contagiaron una treintena de voces. ¡°Somos grandes damnificados por la pandemia¡±, dice el vicedirector Robaina. ?l tambi¨¦n da clases de repertorio vocal, acompa?ando a los cantantes con el piano, y cuenta que durante la primavera fue un suplicio impartir esas lecciones por videoconferencias porque el sonido no llegaba sincronizado. Probaron con Zoom, Google Meet y otros pero el alumno siempre le escuchaba con retraso. ¡°Como no tengamos presencialidad nos hacen polvo¡±, afirma ¨¦l.
No muy lejos de la Escuela Superior de Canto, cerca de la estaci¨®n de Atocha, se encuentra otro centro que ha tenido que pensar mucho la vuelta a clase, el Real Conservatorio Superior de M¨²sica. Para evitar brotes, este centro de 700 alumnos ha restringido el acceso a las cabinas y aulas de ensayo para prevenir contagios. Esto ha perjudicado principalmente a los 16 estudiantes de percusi¨®n. Todos tiene sus propias baquetas, pero ninguno puede permitirse el lujo de comprar todo el repertorio de instrumentos que tocan en clase. Unas marimbas o unos timbales sinf¨®nicos son car¨ªsimos, pesan cientos de kilos y son muy ruidosos. Si los tocasen en sus pisos estallar¨ªa un conflicto vecinal. Tambores de guerra, literalmente.
Cuando volvieron a clases en septiembre el conservatorio las cabinas y aulas de ensayo estaban cerradas con llave. Hace dos semanas retomaron las clases pero entraron a ellas a ciegas y sin calentar.
"Es como un grupo de rock que llega a un concierto sin ensayar¡±, dice la alumna de cuarto a?o Celia Berlinches.
Las cabinas y aulas de ensayo reabrieron este martes pero algunos espacios no est¨¢n disponibles y los fines de semana todos seguir¨¢n cerrados. Esto se debe a que el conservatorio no tiene suficientes limpiadores para desinfectar las habitaciones entre ensayo y ensayo, seg¨²n la jefatura de estudios. Han pedido refuerzos a la Comunidad de Madrid pero siguen esperando. Los alumnos est¨¢n insatisfechos. Dicen que muchos suelen pasar los cuatro a?os de estudio en el conservatorio, incluso los fines de semana, como si fueran monjes de clausura. No tocar es casi como morir de hambre: ¡°En estos cuatro a?os nos tenemos que comer los instrumentos¡±, dice Berlinches, que tiene 26 a?os.
Durante el cierre de los espacios de ensayo algunos se han buscado la vida. Uno ha alquilado por 120 euros un local que usa habitualmente una banda de rock, otro, Adri¨¢n Pe?o, de Ciudad Real, tiene la suerte de que un conocido en una banda municipal le deja tocar la versi¨®n mini de una marimba, un voluminoso instrumento compuesto de l¨¢minas de madera. Algunos sin estas opciones se han planteado repetir curso porque dicen que no les merece la pena estudiar un a?o de su carrera en estas condiciones.
El jefe de estudios de postgrado y Erasmus del conservatorio superior, C¨¦sar Asenjo, pide paciencia a los alumnos. A partir del 12 de enero se podr¨¢ estudiar en todo el centro. ¡°Progresivamente reabriremos el conservatorio pero con medidas estrictas¡±, dice Asenjo.
Los alumnos resaltan que no hablan con la prensa para atacar al conservatorio sino para que la sociedad conozca su problema. Creen que hay soluciones como por ejemplo ayudas para ensayar en espacios seguros. Han barajado la opci¨®n del alquiler de local pero la mayor¨ªa de los estudiantes no se pueden permitir un gasto fijo aproximado de 100 euros mensuales.
A pesar de todos los inconvenientes, los profesores de esta nueva hornada de m¨²sicos notan que sus alumnos han regresado del verano con m¨¢s energ¨ªa que nunca. Es lo que pasa cuando unos estudiantes con vocaci¨®n vuelven a su entorno: ¡°Noto que este a?o tienen un hambre de comerse las partituras inusual¡±, dice el profesor del coro.
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