Un cine de barrio para sentirse como Cecilia
En un panorama negro para las salas de cine en Madrid, una buena noticia es Cine Embajadores, un local abierto en plena pandemia y que funciona a pleno rendimiento
En la oscuridad, todos alguna vez nos hemos sentido como Cecilia, la entra?able protagonista de La rosa p¨²rpura del Cairo. En estos tiempos tan inciertos, en los que un d¨ªa est¨¢s en estado de alarma, en otro quiz¨¢ en toque de queda, casi todas las ma?anas reviviendo un sonrojo pol¨ªtico y siempre en una existencia de alerta sanitaria y crisis econ¨®mica, Cecilia, ah¨ª sentada en mitad de una sala de cine en plena penuria de la Gran Depresi¨®n, es todo lo que, a veces, aspiramos a ser. Personas entregadas al encantamiento del cine. Al instante, plano, di¨¢logo o secuencia llev¨¢ndonos m¨¢s lejos de ese mundo conocido de limitaciones, confinamientos y enfermedad. Buscando con una pel¨ªcula eso que Blanche DuBois, con su acento sure?o, dice en Un tranv¨ªa llamado deseo: ¡°No quiero la realidad, quiero la magia¡±.
Magia es el cine, ese ¡°espejo pintado¡± seg¨²n lo describi¨® Ettore Scola, pero tambi¨¦n saber c¨®mo vamos a volver a la vieja normalidad, antes de que el virus hiciese saltar todo por los aires. O saber c¨®mo vamos a mantener a flote las salas en las que proyectar pel¨ªculas en pantalla grande durante esta nueva normalidad, la ¨²nica que tenemos. El a?o pasado por estas fechas, la recaudaci¨®n de asistencia al cine registr¨® m¨¢s de siete millones de euros. Este a?o apenas fue de un mill¨®n.
Hubo una ¨¦poca en la que en Madrid abundaban los cines de barrio. El Cid Campeador para Pr¨ªncipe de Vergara. Victoria para Francisco Silvela. Roxy para Alonso Mart¨ªnez. Juan de Austria para Chamart¨ªn. Mirasol para Prosperidad. Y as¨ª hasta casi uno por barrio mientras hab¨ªa otros emblem¨¢ticos como los del Palacio de la Prensa o el Tivoli. En todos ellos hab¨ªa moqueta, sol¨ªan brillar los espejos y se respiraba el olor a cl¨¢sico. Sin embargo, desde hace mucho tiempo, las sucursales bancarias y los supermercados han derrotado a esos lugares donde resguardarse como fugitivos a oscuras durante un par de horas.
En medio siglo, Madrid ha pasado de tener 160 salas de cine a las actuales 23. La siempre animada calle Fuencarral albergaba ocho, pero ahora solo quedan el Cinesa Proyecciones y el Paz, cuyos due?os han anunciado recientemente que cierran temporalmente. A la triste tendencia de d¨¦cadas, se le suma ahora el coronavirus, con sus restricciones, complicando todo mucho m¨¢s. Como se preguntaba hace unos d¨ªas en este peri¨®dico el compa?ero Gregorio Belinch¨®n, el mejor soporte informativo sobre el s¨¦ptimo arte: ¡°?Quedar¨¢n salas de cine en 2021?¡±. La crisis de la pandemia junto con males end¨¦micos y las plataformas de streaming dibujan un panorama negro. Negr¨ªsimo.
Hay otro panorama negro deseable. El negro de los fundidos, cuando se acaba una pel¨ªcula con el coraz¨®n en un pu?o, la respiraci¨®n contenida o, simplemente, el gozo de haber dejado pasar la vida ante una historia en pantalla grande. De esto saben en el Cine Embajadores, una peque?a aldea de buenas noticias resistiendo ante el imperio de malas. Enclavada en la glorieta de Santa Mar¨ªa de la Cabeza, la sala lleva abierta desde el pasado junio, cuando Madrid andaba en desescalada y nadie emprend¨ªa nada. ¡°Era un proyecto que llevaba barruntando desde hac¨ªa dos a?os porque ve¨ªa la escasez de cines que hab¨ªa en Madrid. Muchos se quitaron del circuito por una cuesti¨®n especulativa, pero yo cre¨ªa que se podr¨ªa hacer un buen negocio¡±, explica Miguel ?ngel P¨¦rez, propietario del primer cine de barrio que abre en la ciudad en d¨¦cadas. Cine Embajadores ten¨ªa previsto abrir sus puertas el 29 de marzo, pero la pandemia lo retras¨®. Su due?o reconoce que se asust¨® ¡°mucho¡±, temiendo por la apertura, m¨¢s cuando no paraba de o¨ªr que ¡°nada iba a ser como antes¡± y a lo mejor la gente ¡°dejaba de ir a una sala¡±. Pero la respuesta del p¨²blico ha sido ¡°estupenda¡±.
Como un maravilloso giro inesperado de guion, Miguel ?ngel ha revertido la realidad: el local donde se levanta su cine era un banco. Transform¨® la antigua sucursal en tres salas -la mayor con aforo para 93 personas y la menor para 50-, cumpliendo con necesidades b¨¢sicas como que el local no tuviese muchas columnas, estuviese la planta de entrada a pie de calle, pudiera insonorizarlo y no hubiese otros cines en el barrio. Esto ¨²ltimo era lo m¨¢s f¨¢cil. Quitando las salas Renoir o Golem de la nuez m¨¢s c¨¦ntrica, no hab¨ªa apenas competencia en otras partes. Es m¨¢s: cuando ¨¦l ya estaba metido en el proyecto, se conoci¨® el cierre de los cines Conde Duque Goya. ¡°Ten¨ªa clar¨ªsimo que hab¨ªa que hacer un cine en otros barrios¡±, dice este c¨¦lebre distribuidor cinematogr¨¢fico, quien trabaj¨® 20 a?os en Metro-Goldwyn-Meyer, fund¨® Karma Films y ahora tambi¨¦n Surtsey Films. ¡°Estuve a punto de abrirlo en la calle Argumosa, en Lavapi¨¦s, pero no pudo ser. En Santa Mar¨ªa de la Cabeza estoy al lado de un barrio con 14 teatros alternativos, el Reina Sof¨ªa, la Casa Encendida, el Circo Price¡ Faltaba un cine. Eso me empuj¨® a meterme en esta aventura. Me siento como si abriera un cine en Granada, pero con la diferencia de que en Granada hay 14 salas y en este barrio ninguna¡±.
Especializado en cine espa?ol, con pel¨ªculas en versi¨®n original y dobladas, sesiones infantiles, reposici¨®n de cl¨¢sicos y ciclos tem¨¢ticos, Cine Embajadores hace cerca de 100 pases a la semana. Cien fundidos a negro. Cien momentos en la oscuridad para como Cecilia, quien se escapaba a la sala de su barrio de Nueva Jersey, conocer a Tom Baxter, ¡°un hombre maravilloso, solo que de ficci¨®n¡±. O conocer a la propia Cecilia. Personajes de ficci¨®n, pero tan necesarios que, como ella dice sobre su amor de pantalla, no pasa nada porque ¡°no se puede tener todo¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.