¡°Prefiero un feminismo diverso que sea capaz de sentarse a hablar¡±
Ana Requena reivindica en su nuevo libro ¡®Feminismo vibrante¡¯ la revoluci¨®n del goce y del placer
Ana Requena Aguilar (Madrid, 1984) dedica su libro Feminismo vibrante: Si no hay placer no es nuestra revoluci¨®n a sus abuelas, mujeres que no han tenido esa opci¨®n de disfrutar de su sexualidad como s¨ª lo han hecho otras generaciones. El primer cap¨ªtulo empieza con la an¨¦cdota de que su maleta no sal¨ªa por la cinta del aeropuerto y pens¨® que la raz¨®n era el vibrador que llevaba dentro. Su libro persigue escapar de ese pudor de hablar abiertamente del deseo y el goce propio. Esta periodista es miembro del equipo fundador de eldiario.es y en la actualidad ejerce como redactora jefa de g¨¦nero.
?Qu¨¦ le motiv¨® a escribir este libro?
Me motiv¨® lo que me sucedi¨® en un viaje a Par¨ªs, la an¨¦cdota de la maleta y el vibrador. La verg¨¹enza que sent¨ª me dio much¨ªsimo que pensar, hizo que se activara un interruptor y viera claro que ten¨ªa que escribir sobre esto, sobre el feminismo desde un punto de vista del goce y del placer y de todos los estigmas que hoy arrastramos por muy modernas que nos creamos. Al final, parte de un conflicto que es personal pero que creo que conectaba con un conflicto que tenemos de alguna manera todas las mujeres con m¨¢s o menos intensidad, y eso es porque los prejuicios, los roles de g¨¦nero y los estereotipos a¨²n nos hacen mucho da?o.
Una de sus ideas es que no hay revoluci¨®n sin placer.
En los ¨²ltimos a?os nos hemos centrado en las reivindicaciones que ten¨ªan que ver con las violencias machistas, en especial con la violencia sexual, y eso ha sido un punto de inflexi¨®n hist¨®rico, esta ruptura colectiva del silencio. Pero creo que merece la pena una reflexi¨®n sobre la manera en la que tenemos que completar ese discurso para no quedarnos en una especie de relato terror¨ªfico en el que el sexo aparece solo asociado a la violencia y en el que nosotras aparecemos solo como v¨ªctimas. Hay que completar esto con otro discurso que nos reivindique como sujetos de deseo y que podamos hablar de sexo y de lo que s¨ª queremos para combatir estereotipos que nos impiden muchas veces estar a gusto en nuestras vidas, en nuestros cuerpos y en nuestras relaciones. No se trata de descalificar al miedo, lo que digo es que no puede ser la ¨²nica respuesta.
Nombra algunos ejemplos de mujeres que son juzgadas por hablar abiertamente de su sexualidad.
Se las se?ala porque nuestra sociedad est¨¢ sumida en la idea de que el sexo es algo con lo que avergonzar a las mujeres, algo con lo que nos pueden atacar, herir, menospreciar y poner en cuesti¨®n. En el patriarcado las mujeres perdemos o ganamos estatus en funci¨®n de c¨®mo nos relacionamos con los hombres, de si vamos a dejarnos hacer o no, si vamos a ser m¨¢s putas o sumisas, todo un sistema que nos jerarquiza. Esos comentarios buscan ese mensaje de disciplina para quien lo recibe y para todas las dem¨¢s.
?Le dio miedo exponerse?
Muchas veces sientes que puedes ser tomada menos en serio por utilizar determinado lenguaje. Algo que no les sucede de la misma manera a los escritores y periodistas hombres que tambi¨¦n hacen cr¨®nicas con esa primera persona y esos tintes biogr¨¢ficos sin que eso afecte a su seriedad y a su imagen. A nosotras s¨ª que nos sigue pasando un coste sobre todo si el tema elegido tiene que ver con el sexo, con la maternidad, con las relaciones.
?Cree que se educa diferente a los hombres y mujeres a la hora de vivir su sexualidad?
Al final somos educadas y socializadas de forma diferente. Para la masculinidad el sexo es central, est¨¢ construida sobre la idea de un var¨®n activo, deseante permanentemente y que adem¨¢s parece legitimado a obtener ese sexo mediante muchas estrategias, desde darle alcohol a las mujeres porque as¨ª ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil llevarlas a la cama, la insistencia, la intimidaci¨®n¡ y por el contrario la socializaci¨®n de las mujeres est¨¢ basada en la idea contraria, en que nuestra sexualidad es algo m¨¢s discreta, contenida, casi siempre al servicio de otro fin que suele ser el amor rom¨¢ntico o el gustar a los dem¨¢s pero no vista tanto desde el propio placer.
¡°Necesitamos que los hombres abran su propia brecha respecto a las masculinidades¡±.
Hay mujeres que todav¨ªa no conocen bien sus cuerpos.
Hay matronas que te cuentan que hay mujeres que llegan a las clases de preparaci¨®n para el parto sin saber bien d¨®nde est¨¢ su cl¨ªtoris o sin conocer el suelo p¨¦lvico o qu¨¦ forma tiene su vagina. La vulva siempre se ha construido desde esa idea de algo oscuro, sucio, maloliente, en la que es mejor no indagar mucho, y eso a nosotras nos impide el autoconocimiento. No solo se nos puede dar informaci¨®n a las mujeres pensada desde el punto medico o biol¨®gico, sino de seres humanos que queremos disfrutar.
?Existe todav¨ªa miedo a proclamarse abiertamente feminista?
El t¨¦rmino feminista las mujeres lo reivindican con orgullo o al menos muchas ya no lo rechazan aunque quiz¨¢s les cueste llam¨¢rselo a s¨ª mismas. Evidentemente hay reticencias, la descalificaci¨®n al feminismo ha sido siempre un cl¨¢sico, cuando lo asocian con el odio a los hombres, a que lo que quieres en realidad es desproteger a las mujeres o tratarnos como si fueran v¨ªctimas, hay una serie de m¨¢ximas que se siguen repitiendo hoy en d¨ªa.
?Qu¨¦ papel juegan los hombres en el discurso feminista?
Los hombres juegan un papel muy importante, necesitamos que abran su propia brecha respecto a las masculinidades, respecto a c¨®mo ellos van a situarse ante esta revoluci¨®n que les interpela directamente. Tienen un trabajo propio que hacer como individuos y colectivamente para pensar qu¨¦ van a hacer ellos para acelerar el cambio de los hombres, porque el cambio de las mujeres se ha acelerado mucho y los que se han quedado atr¨¢s son ellos.
?Caben distintas ideolog¨ªas en el feminismo?
No se puede negar que la historia del feminismo es diversa y plural. El feminismo liberal ya ha existido en otras ¨¦pocas, otra cosa es que no perdamos de vista que el esp¨ªritu feminista es transformador y opuesto necesariamente a lo conservador. Que en el feminismo tiene que haber debate lo creo sin duda, y prefiero un feminismo diverso que sea capaz de sentarse a hablar y de reconocerse las unas a las otras, a un dogma feminista que haya que cumplir.
Escribir con perspectiva de g¨¦nero
Ana Requena cubri¨® el caso de La Manada y para ella fue un reto personal a la hora de aplicar en un contexto como ese la perspectiva de g¨¦nero. Era consciente de que el juicio iba a marcar un antes y un despu¨¦s en la definici¨®n de lo que se considera violencia sexual. Su objetivo era armar una cr¨®nica en la que se contase lo que sucedi¨® en ese portal sin revictimizar a la mujer ni hacer algo sensacionalista. La autora reconoce que no es tan f¨¢cil encontrar la buena pr¨¢ctica.
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