Madrid bajo las olas
La pr¨®xima cat¨¢strofe por venir podr¨ªa ser una inundaci¨®n en la capital
Madrid inundado, qu¨¦ delicia. Los de emergencias han avisado de que va a llover mucho y que los desag¨¹es de la ciudad est¨¢n colapsados por el hielo, que es agua quieta. Podr¨ªa ser. Madrid fue edificado sobre el agua, dice el lema, y sus muros de fuego son. La gente se vino a vivir aqu¨ª, a Mayrit, cuando los moros, por el agua, por los r¨ªos y arroyuelos. Madrid, plano inclinado.
Imaginar Madrid inundada ya se ha hecho. Mi amigo Guillermo Aguirre escribi¨® una novela, Electr¨®nica para Clara (Lengua de Trapo), en la que, m¨¢s all¨¢ de los after hours que frecuent¨¢bamos y el techno que nos inundaba, Madrid est¨¢ llena de agua, de modo que la gente va en barca por las calles y en Atocha hay un malec¨®n. Aguirre, que tambi¨¦n pinta en privado, me regal¨® un cuadro del mercado de San Miguel rodeado por el mar en vez de por los turistas, quiz¨¢s ahogados. Lo tengo en el sal¨®n.
Madrid y el agua, amor y odio: el arroyo Abro?igal, que tanto glos¨® Umbral, con su paisanaje pobre a la orilla (Madrid es una ciudad de pobres, aunque nos digan lo contrario), fue tapiado por la M30. Del r¨ªo de Madrid se descojonaban todos los poetas hasta que 1. Gallard¨®n le hizo un parque alrededor y 2. Carmena le devolvi¨® su estatus de naturaleza, con sus nutrias y sus garzas reales. La paisajista Mal¨² Castellanos, investigadora del l¨ªquido elemento madrile?o, me habl¨® una vez de los viajes del agua que traspasaban la ciudad y del gran acu¨ªfero que hay debajo. El agua de Madrid, la que viene de Lozoya, y sale por el grifo de tu casa, es buen¨ªsima porque llega de los ambientes gran¨ªticos de la monta?a, fresca y recia, aunque al madrile?o de a pie el gusta m¨¢s esa ca?ita bien tirada. Qu¨¦ pereza, de verdad, el madrile?o de a pie
En Oviedo, donde nac¨ª, en Lloviedo, que dijo el poeta Fernando Beltr¨¢n, la lluvia es OK, la miras a trav¨¦s de ventanal de un bar de madera y no pasa nada. Hasta es bonito. Asturias est¨¢ para que llueva, Madrid no lo soporta. Cuando llueve mucho, la ciudad se convierte en ci¨¦naga, en tristeza, no est¨¢ acostumbrada, se rompen las carreteras de Coslada y una se?ora muere debajo de un muro derrumbado.
No se si llover¨¢, no s¨¦ si Madrid se va a inundar, pero ser¨ªa otro giro interesante de la pluma del guionista loco que nos va amargando la existencia, siempre para mal. Si tuviera ca?a de pescar, me asomar¨ªa al balc¨®n a ver si pillo algo. Las monta?as de hielo que a¨²n persisten dan la misma bajona que las pescader¨ªas a ¨²ltima hora. Ojal¨¢ Madrid se inunde como ese pueblos que quedaron al fondo de los pantanos y ya solo asoma el campanario.
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