Atravesar el tiempo en el cine Dor¨¦
La Filmoteca Espa?ola inaugura un ciclo de sesiones que combina la proyecci¨®n de documentales musicales y conciertos en directo
Entre pandemias, toques de queda, medidas de seguridad sanitaria, nevadas hist¨®ricas y una algarab¨ªa pol¨ªtica siempre al l¨ªmite, nos hemos acostumbrado a vivir como si el mundo fuera a dar un nuevo vuelco cada semana. No es de extra?ar que algunos, a veces, echen de menos aquellos d¨ªas en los que no pasaba nada. Aquellos tiempos en los que no se transcurr¨ªa por la existencia con la sensaci¨®n aplastante de que todo lo que estaba pasando era un suceso especial. Era cuando, simplemente, uno iba por la vida con m¨¢s o menos tranquilidad y, entonces, buscaba opciones que le ofreciesen acontecimientos especiales. Es decir, buscaba incentivos culturales o de ocio que le sacasen de la cotidianidad, sin tanto sobresalto vital.
Ir al cine Dor¨¦ siempre ha sido uno de estos acontecimientos. Lo es desde el mismo instante en que se ve su edificio, construido en 1912, dando esa bienvenida de fachada parda, decorada con blancas columnas j¨®nicas, desde la maravillosa y castiza calle de Santa Isabel. Cruzar su puerta es atravesar el tiempo. Un viaje siempre reconfortante que sit¨²a a su visitante en un lugar distinto al conocido, m¨¢s a¨²n cuando se entra a su sal¨®n principal, hogar de las historias eternas de los cl¨¢sicos del cine en ese patio de antiguas butacas rojas.
Desde antes de la Guerra Civil, Dor¨¦ es uno de los referentes culturales de Madrid, que adquiri¨® m¨¢s solera a¨²n en 1989 cuando se convirti¨® en sede de la Filmoteca Espa?ola gracias al empuje de Luis Garc¨ªa Berlanga. No es casualidad, por tanto, que la sala 3 lleve el nombre del director, figura clave del cine espa?ol. Desde entonces se empezaron a proyectar reliquias cinematogr¨¢ficas a las que se les a?adi¨® el subtitulado porque anteriormente se hac¨ªa por traducci¨®n simult¨¢nea con la voz de Antonio Santamarina, gerente del cine.
Hay un rumor siempre sugerente en el interior del Dor¨¦, con su patio cubierto, de azul y blanco, coronado por la escalinata y flanqueado por carteles de pel¨ªculas a?ejas. Un rumor que recorre el esqueleto como una electricidad extra?a, conectando al espectador con algo exclusivo. Esa exclusividad tiene que ver mucho con las interesantes propuestas que all¨ª acontecen y que, a¨²n en los dif¨ªciles tiempos del virus, no han desaparecido. Una suerte para la ciudad.
El pasado domingo, corr¨ªa esa electricidad al inaugurarse Sound & Vision Filmoteca, un ciclo de sesiones que combina la proyecci¨®n de documentales musicales y conciertos en directo. ¡°B¨¢sicamente es unir dos disciplinas que se suelen disfrutar por separado: concierto y documental musical. ?Por qu¨¦ no juntarlas? Ese ha sido el objetivo. Dar algo nuevo, algo m¨¢s que una proyecci¨®n de cine¡±, explica Martin Page, comisario del ciclo junto a Carlos Reviriego, director adjunto y programador de la Filmoteca, una de las personas que m¨¢s han hecho por darle una vida cultural nueva, m¨¢s activa y ecl¨¦ctica, al espacio del Dor¨¦.
Sound & Vision Filmoteca empez¨® con la proyecci¨®n de Sisters With Transistors, de Lisa Rovner, un documental que recorre la historia de las pioneras de la m¨²sica electr¨®nica, y la actuaci¨®n de media hora de la cantante chilena Soledad V¨¦lez. El objetivo era buscar que hubiese ¡°un di¨¢logo entre el verso musical y el cine¡±. ¡°Para que los amantes de la m¨²sica y el cine vivan un ambiente distinto en esta especie de crossover¡±, se?ala Mart¨ªn Page.
El ciclo es de car¨¢cter anual, a un precio de tres euros la entrada, celebr¨¢ndose un domingo de cada mes y abarcar¨¢ muchos g¨¦neros musicales como el flamenco, el folk, el rock o el soul. ¡°Siempre habr¨¢ un entrem¨¦s bien elaborado, en forma de concierto, y luego la proyecci¨®n de la pel¨ªcula¡±, apunta Page. El pr¨®ximo pase ser¨¢ el 14 de febrero con el protagonismo de Neil Young y el documental The Year of the Horse, de Jim Jarmusch, y la actuaci¨®n del grupo Franela. M¨¢s adelante, desfilar¨¢n cintas como The Last Waltz, de Martin Scorsese, Don¡¯t Look Back, de D. A. Pennebaker, y Calle 54, de Fernando Trueba.
Hace un fr¨ªo afilado estos d¨ªas en Madrid, cubierta de esa capa gris de enero m¨¢s pesada que la de otros a?os. Todo parece como un decorado dispuesto para el siguiente salto imprevisto, otro asunto de extrema intensidad en los medios de comunicaci¨®n y las redes sociales. Pero, realmente, todo parece innecesario cuando en el interior del cine Dor¨¦ se detiene el tiempo, mezclando m¨²sica y cine en un aut¨¦ntico y valioso salto inesperado.
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