La verg¨¹enza de la ocupaci¨®n
La verdadera deshonra es un pa¨ªs que cae vertiginosamente en la pobreza y en el que la gente no tiene d¨®nde vivir
Con frecuencia vemos a pol¨ªticos de la derecha d¨¢ndose golpes en el pecho y rompi¨¦ndose la camisa por la ocupaci¨®n. Prometen mano dura y ¡°tolerancia cero¡± contra esos sinverg¨¹enzas que quieren pegarse la vidorra a costa de los dem¨¢s. En realidad, la ocupaci¨®n que estamos viendo es cosa de individuos y familias pobres. Las m¨¢s emprendedoras, por cierto, que en vez de quedarse a la intemperie prefieren entrar en el piso vac¨ªo de una entidad financiera. Ese es el perfil mayoritario del ocupa. El ocupa no vive bien, sino todo lo contrario: vivir en constante riesgo de desalojo es una forma de sinhogarismo. Los ocupas, por mucho que ocupen, son personas sin hogar.
El tono de esos pol¨ªticos cae dentro de la aporofobia, el rechazo al pobre que acu?¨® la fil¨®sofa Adela Cortina. Tratar el drama de la ocupaci¨®n, que es el drama de la pobreza, con estos discursos es como tratar el coronavirus d¨¢ndole una paliza al enfermo, a ver si sale el bicho. La ocupaci¨®n (que ni siquiera saben distinguir del movimiento okupa, este s¨ª, con ¡®k¡¯, de or¨ªgenes contraculturales y car¨¢cter pol¨ªtico) no precisa mano dura, sino soluciones y, sobre todo, prevenci¨®n.
Espa?a apenas tiene vivienda p¨²blica, hay desigualdad, desempleo y pobreza. Hay colas de hambre, 40.000 personas sin hogar y subiendo. Solucionar esto es luchar contra la ocupaci¨®n, m¨¢s all¨¢ de las chuscas t¨¢cticas de la empresa Desokupa, que algunos podr¨ªan considerar una pol¨ªtica de vivienda. Ahora el Ayuntamiento de Madrid ha lanzado un (en apariencia bienintencionado) plan de alquiler: 30 millones para ayudar a que vuelvan los vecinos a lo que eran los pisos tur¨ªsticos del centro. Ha tenido que venir una pandemia mundial para que el alcalde se diera cuenta de la destrucci¨®n de la urbe. Pero tiene una particularidad: solo pueden acceder personas que ganen m¨¢s de 32.200 al a?o, mientras se avecina un pico de pobreza.
El Sindicato de Inquilinas ya lo ha puesto claro: es una medida para ayudar a los propietarios a que rentabilicen sus abandonados AirBnB con gente que no sea demasiado pobre. En ¨¦poca de crisis podemos permitir que la ¡°clase media trabajadora¡± recupere las calles centrales de la ciudad, claro que s¨ª. Luego ya veremos. Con estas medidas, desde luego, no se frena esa hipot¨¦tica avalancha de ocupaci¨®n con la que nos asustan los medios sensacionalistas y las empresas de alarmas. Al parecer bajas a comprar un repollo y cuando vuelves tienes a cinco toxic¨®manos fumando plata en tu sof¨¢.
La verg¨¹enza de la ocupaci¨®n no es que haya gente que entre en casas vac¨ªas. La verg¨¹enza de la ocupaci¨®n es que haya personas que se vean abocadas a ello y que haya pol¨ªticos que parezcan orgullosos de tener un pa¨ªs que cae vertiginosamente en la pobreza. Y, encima, pretendan sacar r¨¦dito pol¨ªtico a trav¨¦s de perversas soflamas aporof¨®bicas.
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