Oda a los peque?os santuarios del directo
El fot¨®grafo musical Jaime Massieu publica un libro que rinde homenaje a las escenas musicales de Madrid a trav¨¦s de sus salas de conciertos
Dec¨ªa Susan Sontag que ¡°recordar es, cada vez m¨¢s, no tanto recordar una historia sino ser capaz de recordar una imagen¡±. Sontag, intelectual estadounidense de mente brillante y pol¨¦mica, hac¨ªa esta afirmaci¨®n a finales del siglo pasado cuando la televisi¨®n ya dominaba la vida moderna, pero tambi¨¦n las fotograf¨ªas a trav¨¦s de los grandes peri¨®dicos de masas. Su apreciaci¨®n se mantiene vigente en nuestros d¨ªas, en los que las im¨¢genes han adquirido aun m¨¢s poder, ya no solo por su uso constante en todos los medios informativos, sino tambi¨¦n en las redes sociales. La imagen es un credo incluso en la vida ¨ªntima de las personas.
Recordar es recordar una imagen. Y una imagen puede incluso ayudar a recordar una m¨²sica. Eso se desprende del libro recientemente editado, La m¨²sica que he visto (Trama Editorial). Su autor es Jaime Massieu, un fot¨®grafo de 30 a?os que lleva, m¨¢s o menos, ocho a?os dedicado a la fotograf¨ªa musical de una forma profesional y ¡°los ¨²ltimos seis a full¡±. A trav¨¦s de un recorrido hist¨®rico y un compendio de entrevistas, su fotolibro de m¨¢s de 200 p¨¢ginas es un homenaje a la escena de salas de Madrid, en especial a las que han dedicado su programaci¨®n a las llamadas m¨²sicas negras, como jazz, soul o blues. ¡°Nunca he sido un apasionado de la m¨²sica. Pero, al acercarme a estos g¨¦neros, me aficion¨¦ a ellos¡±, reconoce el autor. ¡°Creo que, en mi caso, el proceso ha sido que primero los he entendido y, luego, me han gustado. Eso me ha permitido disfrutarlos mucho desde entonces porque se hace mucho m¨¢s atractivo escuchar un estilo musical cuando lo comprendes¡±.
Como su aterrizaje de fan en la m¨²sica negra, Jaime empez¨® dedic¨¢ndose a la fotograf¨ªa de casualidad. Fue con 18 a?os, un domingo cualquiera en un jam en Madrid. ¡°Empec¨¦ haciendo las fotos como hobby. Fui a un garito y ped¨ª permiso. Lo hice m¨¢s veces y, al final, se ha terminado convirtiendo en mi fuente de ingresos¡±, explica. Estudiante del colegio Base de La Moraleja, este fot¨®grafo madrile?o, que gan¨® el Sony World Photo, iba para inform¨¢tico -su verdadera pasi¨®n-, pero fue su tutora de segundo de bachillerato quien le dio uno de los consejos de su vida: ¡°Me dijo: ¡®No por ser listo tienes que hacer cosas de listo¡¯¡±. Una m¨¢xima que se aplic¨® y le llev¨® a renunciar a estudiar inform¨¢tica o alguna ingenier¨ªa y se meti¨® a Comunicaci¨®n Audiovisual. ¡°Pens¨¦ que as¨ª podr¨ªa tambi¨¦n alargar mi adolescencia¡±, dice con una sonrisa. Esta decisi¨®n tambi¨¦n le llev¨® a salir m¨¢s de fiesta, conocer las salas musicales de la ciudad y meterse en la fotograf¨ªa. Ahora, puede contar que, por todo ello, ha viajado hasta Reino Unido con el grupo madrile?o de soul Sweet Vandals con los que estuvo en Manchester y los estudios de la BBC en Londres. ¡°Me han ayudado mucho a impulsar mi carrera, pero tambi¨¦n a entenderla¡±.
La m¨²sica que he visto es un documento valioso para entender el potencial que tiene Madrid como generador musical, gracias a un importante circuito de salas y clubs que, en el libro, se suceden con sus programaciones de jazz, soul, funk, flamenco, rock, salsa o sonidos del mundo. Recoge entrevistas a programadores, due?os de salas y m¨²sicos como Jorge Pardo, Javi Vacas, Jacobo Gasc¨®, David Fern¨¢ndez o Tonky de la Pe?a, entre otros, y grandes momentos de ¨¦xtasis con fotograf¨ªas en pleno directo en garitos fabulosos como el Bogui, el Tempo, La Coquette, el Junco o el Honky Tonk. Verdaderos santuarios de la m¨²sica en vivo, donde, antes de la pandemia, un concierto de jazz acelerado, blues musculoso o funk vibrante era una experiencia org¨¢nica, de sudor, griter¨ªo y comuni¨®n. ¡°La idea principal de este libro y como fot¨®grafo es dar visibilidad a toda la escena subterr¨¢nea de la ciudad. Esos lugares que acogen muchos conciertos semanales muy desconocidos y dan oportunidad a talento emergente¡±, explica Jaime, quien se lamenta de que, si bien ¡°Madrid tiene ¡°una oferta de salas de la hostia¡±, hay ¡°un desconocimiento general¡± del p¨²blico sobre la misma. ¡°Muchas veces falta comunicaci¨®n para que la gente sepa qui¨¦n toca cada semana y ad¨®nde se puede ir a ver artistazos no publicitados¡±.
Si como dec¨ªa Sontag las fotograf¨ªas siguen ayudando a revisar nuestro sentido del pasado, tambi¨¦n deber¨ªan valer para valorar nuestro presente. Al revisar el libro de Jaime, salta r¨¢pidamente la sensaci¨®n agridulce de un presente condicionado a¨²n por la pandemia, con salas m¨ªticas que han desaparecido, como Casa Patas, y todas las dem¨¢s que est¨¢n en apuros hist¨®ricos, buena parte en la cuerda floja. ¡°A la industria le queda mucho por profesionalizarse. Hay que afrontar estos retos de una manera m¨¢s unida. Si aparece una asociaci¨®n como MUTE (Movilizaci¨®n Unida de Trabajadores del Espect¨¢culos), no deber¨ªa solo surgir para las dificultades de la pandemia. Deber¨ªa ser una organizaci¨®n con continuidad. Y no la ¨²nica. Se necesita m¨¢s representaci¨®n para atender todas las necesidades este tejido cultural¡±.
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