La testigo protegida del caso Vivotecnia acusa al laboratorio de manipular ensayos con animales
La t¨¦cnico de veterinaria que grab¨® el presunto maltrato animal que se hizo p¨²blico hace cinco meses declara ante el juez sobre las pruebas que recab¨® entre 2018 y 2020
Oculta hasta ahora en las sombras, la mujer que grab¨® las im¨¢genes que mostraron el supuesto maltrato animal en el laboratorio Vivotecnia sali¨® este mi¨¦rcoles a la luz, cinco meses despu¨¦s, para responder a las preguntas de la juez en calidad de testigo protegido. Contest¨® un sinf¨ªn de cuestiones sobre cu¨¢ndo y qu¨¦ vio exactamente, qui¨¦n estaba implicado directamente y a qui¨¦n avis¨® antes de ponerse a recabar pruebas. Ella era la ¨²nica que pod¨ªa esclarecer los detalles m¨¢s relevantes de una investigaci¨®n que se est¨¢ llevando a cabo en el Juzgado de Colmenar Viejo, bajo secreto de sumario desde abril, cuando el esc¨¢ndalo estall¨® gracias a un v¨ªdeo de ocho minutos grabado por ella entre 2018 y 2020 y editado y publicado por la ONG Cruelty Free International (CFI). En ¨¦l se mostraba c¨®mo diferentes trabajadores maltratan supuestamente a los animales con los que experimentaban.
Lleg¨® nerviosa, pero lo hizo a lo grande, desvelando una bomba m¨¢s: en el laboratorio, asegur¨®, no solo hab¨ªa un ¡°maltrato reiterado¡± hacia los animales, sino que adem¨¢s se manipulaban los resultados de los ensayos para aprobar estudios que despu¨¦s pasaban a una segunda fase de experimentaci¨®n con seres humanos.
Todos los focos apuntaban hacia Carlota Saorsa, el seud¨®nimo por el que se conoce a la persona que firma el v¨ªdeo con el que empez¨® su particular batalla de David contra Goliat, la de una persona an¨®nima contra una empresa que tiene como principal negocio los encargos de estudios de la industria farmac¨¦utica.
Como testigo protegida en esta fase de instrucci¨®n, Saorsa respondi¨® durante cuatro horas desde un cuartel de la Guardia Civil. A varios kil¨®metros de all¨ª, en Colmenar Viejo, los abogados de todas las partes implicadas, el fiscal de Medio Ambiente y la juez intentaron desgranar cada detalle a trav¨¦s de una videoconferencia con la imagen de ella bloqueada.
No solo le preguntaron por el v¨ªdeo de ocho minutos que se public¨® en abril, tambi¨¦n por otros 80 fragmentos, m¨¢s de una hora y media extra de contenido, que la ONG entreg¨® despu¨¦s, donde se pueden ver im¨¢genes de animales desangr¨¢ndose, enfermos, tratados con violencia, vejados y siendo parte de procedimientos dolorosos sin anestesia pese a ser obligatoria, seg¨²n la legislaci¨®n vigente. A algunos, de hecho, les llegan a realizar una necropsia cuando todav¨ªa siguen vivos.
La historia de la imagen del perro de raza Beagle que aparece en el v¨ªdeo publicado por los medios de comunicaci¨®n y que se encuentra junto a un charco de sangre encierra un trasfondo a¨²n m¨¢s preocupante. Seg¨²n cont¨® Saorsa, esa imagen la grab¨® despu¨¦s de que llegara un d¨ªa a trabajar a las ocho de la ma?ana y lo viera desangr¨¢ndose en el suelo de una sala. Avis¨® a sus superiores para que le atendieran, pero hasta las cinco de la tarde nadie se preocup¨® por el animal. Cuando lo revisaron, le practicaron la ¡°eutanasia compasiva¡± y fue sustituido por otro perro para continuar con el estudio en el que participaba. Pero el cambio de individuo no se registr¨® en ning¨²n sitio. En los datos finales del estudio aparec¨ªa anotado que el mismo animal hab¨ªa empezado y terminado el experimento, sin que se registraran las consecuencias adversas de los f¨¢rmacos.
Burlas por protestar
Ese ejemplo sirve para entender c¨®mo funcionaba el laboratorio, seg¨²n su relato. La consigna de los responsables de la empresa era clara: deb¨ªan eutanasiarse el menor n¨²mero de animales, pese a las enfermedades que desarrollaban, y se lleg¨® a ocultar la sintomatolog¨ªa adversa desarrollada.
La t¨¦cnico de veterinaria apunt¨® directamente a la c¨²pula de Vivotecnia, a quien responsabiliza de las im¨¢genes que almacen¨® como pruebas de un delito en el que estaban implicados casi todos los trabajadores. Solo una persona, aparte de ella, levant¨® la voz y mostr¨® claramente su disconformidad. El resto participaba de una u otra manera de esa cultura. Tanto es as¨ª, que cuando alguien se quejaba y alertaba de que se incumpl¨ªa la normativa, recib¨ªa burlas de sus propios compa?eros.
Diferentes cient¨ªficos consultados que investigan con animales explican que buena parte del control en los laboratorios recae sobre los comit¨¦s de ¨¦tica internos porque se hacen pocas inspecciones en Espa?a por parte de las comunidades aut¨®nomas, competentes en esta materia. Estos comit¨¦s controlan y vigilan cuestiones, como que se limite el n¨²mero de animales a los estrictamente necesarios, el manejo del dolor, el alojamiento o la eutanasia.
Saorsa insisti¨® este mi¨¦rcoles de nuevo en que los trabajadores no ten¨ªan conocimiento de la existencia de ese ¨®rgano y que no ten¨ªan a nadie a quien dirigirse para denunciar lo que pasaba. Por eso elev¨® verbalmente las quejas a sus superiores, que hicieron o¨ªdos sordos, m¨¢s preocupados en imprimir un ritmo de trabajo alto para asumir m¨¢s y m¨¢s encargos.
Las personas investigadas en la causa todav¨ªa no han prestado declaraci¨®n. Por ahora Andr¨¦s K?nig, el director general de Vivotecnia, y cuatro trabajadores est¨¢n en el foco de la pol¨¦mica por posible maltrato animal, un delito castigado con penas de entre tres meses y un a?o de prisi¨®n. La empresa se enfrenta a una sanci¨®n de entre 601 y 100.000 euros.
Pese a eso, el Gobierno regional cree que se han adoptado medidas cautelares suficientes para asegurar el bienestar de los animales y por eso el 1 de junio levant¨® la suspensi¨®n temporal. La empresa opera con normalidad. Como si nada hubiera pasado.
"Lo que realmente importa es identificar a los culpables"
De Carlota Saorsa poco se sabe y ese secreto seguir¨¢ oculto para proteger su integridad y su anonimato. Fuentes de la investigaci¨®n solo han deslizado que se trata de una mujer que siempre se ha preocupado por el bienestar animal y que en 2018 ¡°se encontr¨® por casualidad¡± con una oferta de trabajo de Vivotecnia. Pas¨® el proceso de selecci¨®n como cualquier otro aspirante y firm¨® su contrato como t¨¦cnico veterinaria, su especialidad. Su intenci¨®n, al parecer, no era otra que comprobar cu¨¢les eran las condiciones de vida de los animales de laboratorio. ¡°Pero en ning¨²n momento empez¨® a trabajar en Vivotecnia con la idea de querellarse contra la empresa o iniciar un proceso judicial¡±, aseguran.
Lo que vio all¨ª, sin embargo, lo cambi¨® todo.
Tras quejarse primero y recabar informaci¨®n durante dos a?os, despu¨¦s, sali¨® de la empresa con la idea de que se conociera todo lo que pasaba en el laboratorio conocido como ¡°de los horrores¡±.
Katy Taylor, directora de ciencia de CFI, la ONG a la que Saorsa pidi¨® ayuda y que dio a conocer los hallazgos sobre Vivotecnia insiste en que ¡°lo que realmente importa aqu¨ª es responsabilizar a los culpables del abuso contra los animales, de las infracciones de la ley en las instalaciones y responsabilizar tambi¨¦n a aquellos bajo cuya vigilancia se permiti¨® que ocurriera ese abuso¡±. Taylor defiende que la evidencia de las im¨¢genes ¡°es extensa e irrefutable¡± y por eso ¡°se debe hacer justicia por los animales de entonces y por los que contin¨²an sufriendo experimentos¡±.
La empresa de 177 empleados factur¨® 8,6 millones de euros en 2020 y es una de las m¨¢s importantes de Espa?a que trabaja con experimentaci¨®n animal.
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